Las cosas hablan entre ellas. Normalmente, en los últimos diez años, lo común era que los hombres usaran los aparatos para comunicarse entre ellos, pero ahora son las máquinas las que hablan entre ellas -los expertos lo denominan Internet de las Cosas- con el objeto de hacer todo más productivo.Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Lo llamativo es que esto no es algo de grandes potencias: también tiene presencia en nuestro país y no son, para nada, poca cosa. Cisco calcula que ahora existen 800 mil de este tipo de conexiones en el país y tienen un potencial enorme porque llegarán a más de 9 millones para el 2019, dos años después de la llegada de la Red Dorsal al interior del país.
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Gianni Hanawa, director comercial de Level 3 Perú, nos explica que entrar al universo del Internet de las Cosas será algo paulatino, pero mucho más rápido de lo que se adoptaron otras modalidades tecnológicas, y no será extraño que dentro de poco estemos más que acostumbrados a que las cosas hablen entre ellas.
Pero ¿cuál es la real y gran diferencia del Internet de las Cosas con lo que teníamos antes? ¿Qué es exactamente? Hanawa nos explica que hasta ahora cuando pensamos en Internet nos imaginamos a una persona usando su celular para buscar una receta de cebiche o revisando en su PC la reseña de una película o enviando fotos a sus amigos desde su tableta. Eso podríamos clasificarlo en Internet de las personas y se diferencia del Internet de las Cosas fundamentalmente porque los dispositivos o las máquinas (teléfono, tableta y PC), interactúan entre ellas de una manera predeterminada buscando hacernos la vida más sencilla.
Aquí están desde sensores que miden el flujo de automóviles en todas las calles de la ciudad y con esa información procesada se comunican con los semáforos para sincronizarlos sin que ninguna persona haga ningún comando hasta una refrigeradora que pueda medir cuantas botellas de leche tenemos y pone sola el pedido de delivery al supermercado más cercano.
El proceso de adopción de todo eso que nos parece salido de una película de ciencia ficción pero ya es factible, según Hanawa, pasará de una emoción inicial de entusiasmo ante algo nuevo por ser revolucionario hasta crear una serie de adeptos que impulsarán el consumo. Con el tiempo habrá muchas personas diciendo que “esto es lo que hemos estado necesitando todo el tiempo” hasta que se convierte en algo habitual, parte de nuestro día a día.
Este es un concepto que todavía está en sus inicios en el mundo, pero su velocidad de adopción global es sorprendente y el país, ahora que tendrá una red de alta velocidad de transporte de datos, estará listo para sacarle provecho entre dos y cinco años a partir de ahora. Eso, claro, siempre que se conjuguen todos los elementos necesarios: gente alfabetizada en el uso de la tecnología y con empresas y gobiernos que le muestren y ofrezcan mucho por hacer con todas esas herramientas.