¿Alguna vez has querido tener un superpoder? Cuando yo era niña quería tener el poder de volar para elevarme por los aires o el de mover cosas con solo usar el pensamiento.
Soy fanática de las películas de superhéroes y mi hija también lo es. Ella tenía una larga lista de superhéroes favoritos, todos hombres y nadie superaba al Doctor Strange – el mago supremo. Todo cambió cuando fuimos a ver Capitana Marvel.
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Mi hija quedó fascinada con el personaje. En la película se cuenta la historia de Carol Denvers, una experimentada piloto de la fuerza aérea quien, tras un accidente, recibe poderes extraordinarios convirtiéndose en la super heroína más poderosa del universo. Al día siguiente le pregunté, ¿quién es tu superhéroe favorito? Sin dudarlo me dijo, Capitana Marvel, y ahora sueña con volar por los aires como ella.
Los niños y niñas necesitan referentes para poder construir sus sueños. Ver a personas integras que contribuyen a la sociedad y ayudan a otros, inspirará a muchos a ser como ellos.
Pero más importante, en un país con una gran brecha de género, se requiere tener más mujeres como referentes para inspirar a muchas niñas a estudiar, a tener una profesión, a entrar en la política, a que no tengan miedo de enfrentar la violencia y puedan ser dueñas de su propio destino.
Necesitamos referentes femeninos en todos los espacios: sector privado, sector social, la academia, la política y particularmente en la administración pública.
Varias mujeres que hoy lideran ministerios e instituciones del ejecutivo, han contado más de una vez que ingresaron a la gestión pública inspiradas por aquellas que en los años de la década de los 90 y principios de este milenio asumieron puestos de alta dirección y lograron implementar políticas públicas desde una perspectiva ciudadana.
Hace unos días conocí a Jenny Shipley, ex Primera Ministra de Nueva Zelanda y la primera mujer en ocupar dicho cargo en 1997. Además de impresionarme por sus frases de reconocimiento a las acciones de la actual Primera Ministra - a propósito de los episodios de violencia en su país y aun siendo de un partido opositor - me inspiró sus expresiones de enorme satisfacción sobre cómo la generación de sus nietos ve que es normal, y no una excepción, que las mujeres ocupen altos cargos públicos.
Como he comentado en una columna anterior, en el Perú existe una baja participación de mujeres en puestos de alta dirección en la administración pública. De acuerdo con Servir, solo 3 de cada 10 altos cargos son ocupados por mujeres, y si bien la participación se incrementó entre el 2016 y 2017, aún continúa alrededor del 30%. Identificar dificultades y encontrar mecanismos para incrementar dicha participación debe necesariamente ser una meta de este nuevo gabinete que ha mostrado que la paridad es posible.