He escrito antes sobre las conductas, comportamientos y actitudes que impactan positiva o negativamente en nuestra reputación y credibilidad. Viene bien complementarlas con aquellas que evidentemente nos desacreditan ante los demás y le quitan el brillo a nuestra marca personal y a nuestro prestigio. Estas son algunas a evitar a toda costa:
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1. Evades tus responsabilidades y te justificas porque no estás contento, porque “esto no era lo que yo quería” o “mi jefe no me quiere”.
2. No das crédito a los demás por sus ideas, logros o resultados o peor aun, a veces, hasta te los adjudicas alegremente.
3. Haces comentarios inapropiados, te burlas de algunos y discriminas a los que no son como tú.
4. No tienes un buen control de tus emociones en el mundo del trabajo. Pierdes los papeles con relativa frecuencia o te desbordas con facilidad.
5. Te ufanas de saberlo todo y te crees el único, el mejor o el más capaz. Te esfuerzas por demostrarlo cada vez.
6. No tienes tema de conversación salvo la vida de los demás y generalmente hablas mal de casi todos. Te enfocas en el error ajeno y en todo lo negativo que les sucede.
7. Se te suben los humos a la cabeza cuando tienes un poquito de poder.
8. No sabes disculparte cuando toca o lo haces repartiendo culpas para minimizar las consecuencias de tus actos, errores o palabras.
9. Exageras tus logros, los inflas y conviertes en hazañas donde solo tú eres el héroe.
10. Te quejas de todo. No buscas ni aportas soluciones o alternativas ya que siempre eres la víctima de alguien o de algo.
11. No te esfuerzas, no te organizas ni focalizas lo suficiente. Frecuentemente tienes una excusa o varias por no llegar a metas u objetivos.
12. Asumes compromisos y no los cumples. Actúas sin disciplina ni seriedad profesional. Sin pena alguna, dejas colgada a la gente, incluso a los miembros de tu equipo o tu familia.
13. Estiras la verdad, manipulas la información o enredas la data asumiendo que nadie se dará cuenta de lo que falta o de lo que no has hecho.
14. No te esfuerzas por aprender, menos por innovar, no te gusta la tecnología y no quieres cambiar ni salir de tu zona de confort: estás bien como estás y no te haces responsable de tu desarrollo.
15. Te resulta muy fácil culpar a los demás de tus errores, faltas o carencias: nunca nada es culpa ni responsabilidad tuya, por supuesto.
16. No respetas a los otros, tienes malos modales, estar contigo no es un placer y hasta descuidado se te ve.
17. Eres terco, muy terco, no escuchas a nadie y por principio defiendes tus puntos “hasta la muerte”. Eso de ser flexible es para a quienes les pagan más que a ti.
La lista puede ser aún más larga o más sutil, pero el punto clave es que nos toca pedir retroalimentación y hacer auditorías serias y frecuentes a nuestros comportamientos, conductas, actitudes. Es vital tener plena conciencia de ellos y evitar que, sin darnos cuenta, nos desacrediten, limitando seriamente nuestro avance y desarrollo.