La inseguridad y delincuencia son los problemas más graves de las grandes ciudades del Perú. De acuerdo al reciente informe del INEI, en las principales ciudades un 30% ha sido víctima de un incidente delictivo entre la primera mitad del 2017 y el 2018.
Asimismo, América Latina es una de las regiones con más violencia a escala global. Aunque solo cuenta con el 8% de la población mundial, tiene el 38% de homicidios criminales. El informe “Por una América Latina más segura” de la CAF Banco de Desarrollo de América Latina, mi previo empleador, muestra que el número de homicidios en la región entre el 2009 y el 2011 fue de 28 casos por cada 100.000 habitantes, más alta que en África (18 casos) y mucho más que en Asia (3,9 casos).
Comencemos por las explicaciones estructurales. La inseguridad tiene que ver con necesidad, (i) un alto porcentaje de población juvenil que no puede acceder a empleos estables, (ii) ciudades con barrios marginales donde no hay vinculación con la economía formal, o (iii) flujos de refugiados en ciudades que no están preparadas para ofrecer empleo y vivienda. Todos ellos requieren de políticas específicas cuyos resultados se ven a largo plazo.
¿Qué hacer en el corto plazo? Algunas ideas que han funcionado en otras latitudes.
Singapur es una de las ciudades más seguras del mundo, pero esto no siempre fue así. En los años setenta y ochenta, para combatir la criminalidad, se adoptaron políticas para alumbrar calles, instalar cámaras, proporcionar baños públicos, y además una medida original, se penaba el pintado de grafitis en propiedad ajena. Diversas investigaciones han demostrado que las vecindades con pintas en las paredes degeneran fácilmente en desorden y mayor criminalidad por la sensación de impunidad.
En Nueva Delhi, en la India, varios distritos trabajan con grupos de mujeres y jóvenes, y con desarrolladores de aplicaciones para teléfonos inteligentes. Safetipin es una aplicación que captura y codifica datos para alertar sobre las áreas de criminalidad, reporta delitos y zonas de riesgo. En el 2017 se identificaron más de 7.000 puntos rojos, sin iluminación y calles largas, ante los cuales el Gobierno de Delhi tomó acciones. Esta aplicación se ha extendido a otros continentes y ha llegado a ciudades latinoamericanas como Bogotá.
En Japón están los ‘kobancho’, pequeñas comisarías de un solo cuarto con dos o tres policías que prácticamente forman parte de la vecindad. Los vigilantes visitan las casas preguntando por las familias, ayudan a los ancianos a hacer compras y conversan con jóvenes y niños en los parques.
En México, otro caso innovador es “Todos somos Juárez”; la Ciudad Juárez era el municipio con más homicidios en el mundo entre el 2009 y el 2011 debido a los enfrentamientos entre los carteles de droga. No obstante, en el 2010, con participación de los tres niveles de gobierno se decidió trabajar en áreas estratégicas como generación de empleo, salud, educación y seguridad pública. Se invitó a los residentes a colaborar en equipos en las áreas estratégicas con oficiales del gobierno. Así entre el 2011 y el 2014 se logró una disminución de 89% de homicidios. El modelo se ha replicado a lo largo de México.
Las ciudades que promueven la inclusión y la participación integral de la población son las que tienen resultados inmediatos.