Según “The Economist”, Nestlé, la empresa más grande de alimentos, sumará tres años consecutivos sin cumplir su objetivo de crecimiento (entre 5% y 6%). Y no es la única. Entre el 2011 y el 2015, las grandes compañías de bienes de consumo han perdido cerca de 3 puntos de participación en EE.UU.
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No han sido sus grandes rivales los que les han quitado esas ventas, sino la aparición de negocios locales emergentes. El fenómeno ya tiene nombre: “maker movement”. Y alude a un movimiento de start-ups, pequeños negocios y emprendedores que crean, diseñan y comercializan productos o servicios atractivos en muchas categorías.
Este fenómeno no ocurre solo en Estados Unidos. Aunque todavía sin bautizar, aquí también son cada vez más populares las ferias de artesanos, las bioferias y las juntas en casas que ofrecen productos de distintas personas.
El ‘boom’ de estos negocios ha tenido un aliado: las redes sociales. La barrera de entrada que significaba el alto costo publicitario en TV se está debilitando con Internet, que es accesible para todos y a costos muy bajos. Hoy, una persona puede publicitar y distribuir en línea al mismo nivel que cualquier gran marca.
Y estos negocios locales aprovechan y se adaptan a las herramientas digitales más rápido que cualquier corporación. Las corporaciones tenemos mucho que aprender de ellos:
1. Son apasionados por lo que hacen. Creen genuinamente en su producto y lo usan. Muchos incluso han transformado su hobby en un oficio.
2. Entienden profundamente al consumidor. Al ser parte del mercado objetivo, entienden sus necesidades. Además, están cerca muy cerca de sus clientes y reciben constante retroalimentación. La misma persona que produce va a las ferias, vende su producto, escucha a sus clientes, entiende qué piensan y qué necesitan.
3. Su foco está en entregar valor primero y en hacer negocio después. Muchos han empezado a comercializar un producto que les aportaba valor a ellos mismos: un queque sin gluten, una crema natural contra las arrugas, una maceta especial para un tipo de planta. Cada día piensan en cómo hacerlo mejor. Solo después de que es valioso para ellos, y para personas a su alrededor, piensan en comercializarlo.
4. Personalizan sus productos. Cada vez más los consumidores demandamos productos a medida. Al dirigirse a un público objetivo más reducido, los emprendedores son capaces de adaptar a sus clientes no solo el producto, sino también los canales de venta y la comunicación. Así, sus clientes sienten que los entienden y que el producto está hecho para ellos.
5. Por último –como lo dice el nombre del movimiento– su foco está en hacer. Más que pensar en grandes innovaciones o en planear el lanzamiento perfecto, estos emprendedores simplemente fabrican su producto, lo comercializan y reciben ‘feedback’.
Recién a partir de entonces lo sofistican. Las corporaciones debemos aprender a aprender de todos, no solo de nuestros mayores competidores: a veces los más pequeños nos dan las lecciones más grandes.