La variación del producto bruto interno (PBI) es -junto con la inflación- una de las variables más usadas para evaluar la situación económica de un país. Sin embargo, se ha exagerado su importancia.
Para empezar, solo mide el valor de lo producido. No importa si son medicamentos de última generación, armas de guerra o bienes producidos usando métodos contaminantes; lo que importa en su cálculo es la producción de lo que sea.
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Por otro lado, lo verdaderamente útil sería conocer la evolución del ingreso de las familias. En ausencia de una metodología internacionalmente reconocida y de mediciones comparables del ingreso, se usa el PBI per-cápita bajo el supuesto de que ambas variables siguen la misma evolución. Si es que a lo largo del tiempo no hay cambios en las tasas impositivas o en la renta de los inversionistas, es un supuesto válido. Sin embargo, en el largo plazo -que es el que importa cuando hablamos de crecimiento- no lo es.
Uno de los políticos que más presente tuvo todo lo anterior fue el entonces presidente francés Nicolás Sarkozy, quien en el 2008 convocó a una comisión de economistas notables, encabezados por Amartya Sen y por Joseph Stiglitz, ambos reconocidos con el Premio Nobel de Economía, para investigar cómo medir la riqueza y el progreso social de un país.
Dicha comisión planteó 12 recomendaciones de cara a darle mayor importancia al bienestar y sus mediciones. Entre ellas, destacan las siguientes: mirar el ingreso o el consumo antes que la producción cuando se evalúe el bienestar, enfatizar el punto de vista de los hogares, considerar no solo el ingreso y el consumo sino también la riqueza, darle más importancia a las medidas de distribución (del ingreso, del consumo y de la riqueza), incluir actividades fuera del mercado en las medidas del ingreso, mejorar las medidas de salud, educación y condiciones ambientales, considerar la dimensión subjetiva del bienestar e incluir un indicador de proximidad a niveles peligrosos de daño ambiental (como los asociados al cambio climático o a la sobreexplotación de recursos naturales).
Claramente, el PBI está muy lejos de atender estas sugerencias.
Suele basarse toda discusión sobre la situación económica de un país en su ritmo de crecimiento, pero claramente es un indicador inadecuado para evaluar el bienestar o el nivel de desarrollo de un país. Ahora bien, todo lo anterior no quiere decir que el PBI sea irrelevante. Pero sí que le concedemos más importancia de la que en verdad tiene