Hace semanas, EE.UU. y China hacían públicas sus diferencias en cuanto al acuerdo comercial que venían negociando. Las conversaciones terminaron, EE.UU. implementó nuevos aranceles a los productos importados de China, el gobierno chino reaccionó con distintas medidas y como consecuencia los mercados de acciones se vieron seriamente afectados.
El año venía siendo muy positivo para los inversionistas y todo apuntaba a que un acuerdo comercial se cerraría antes de junio. El panorama cambió y el sentimiento en los mercados se tornó negativo, evidenciando cómo el crecimiento en el mundo estaba desacelerándose y los fantasmas de una próxima recesión empezaron a asomar.
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Sin embargo, los principales bancos centrales del mundo, liderados por la Fed, salieron al rescate del mercado cambiando el lenguaje de su política monetaria hacia uno bastante expansivo, señalando que harían lo que sea necesario, incluyendo nuevas reducciones de tasas para soportar el crecimiento económico del mundo. Un entorno de menores tasas es música para los oídos de los inversionistas y por lo tanto la fiesta continúa, por ahora.
Tanto las acciones como los bonos a nivel mundial han tenido excelentes retornos en las últimas semanas y las noticias sobre un nuevo acercamiento entre ambas potencias volvieron a ser portada a pesar de que no hay nada realmente concreto que nos lleve a pensar en un acuerdo en el corto plazo. Los temores de una recesión cayeron drásticamente.
La “parranda” también llego al Perú haciendo que las tasas soberanas caigan a niveles bajísimos permitiendo que el gobierno logre una colocación de bonos exitosa en el mercado internacional, con una demanda que excedió varias veces el monto colocado. El Sol tuvo su propia “jarana” y se apreció cerrando su cotización por debajo de 3.30 por Dólar recientemente.
Sin ánimo de sonar aguafiestas, este escenario puede ser una buena oportunidad para tomar ganancias ya que tarde o temprano este ciclo de expansión, con más de 10 años, llegará a su fin y cuando llegue ese día probablemente los bancos centrales se habrán gastado todas las herramientas que tienen a la mano para mitigar el impacto del ciclo recesivo.
Si bien la inflación real y las expectativas inflacionarias parecieran bajo control, no debemos olvidar que la economía estadounidense continúa creciendo y el mercado laboral da muestras de estar bastante fuerte.
Adicionalmente los niveles de endeudamiento de las empresas y gobiernos a nivel global se han incrementado de manera significativa desde la crisis financiera como consecuencia de una década con tasas extremadamente bajas. A nivel fiscal no hay mucho espacio para apoyar el crecimiento ya que muchos países mantienen importantes déficits.
Seamos cautos y no nos dejemos llevar por la hora loca. Quizá haya tiempo para bailar algunas canciones más, pero la fiesta seguramente está llegando a su fin