Disfruto mucho cuando recibo un libro de regalo. Y leí la semana pasada el que me regaló mi papá: “Factfulness”, de Hans Rosling. Su título sería algo como “Estar lleno de datos”. Lo que logra el libro es hacernos conscientes de cuán ignorantes somos de los hechos sobre el mundo.
Sostiene que la gran mayoría de nosotros hemos mantenido una visión pesimista del mundo y que debemos cambiarla. El mundo ha evolucionado positivamente, especialmente en educación, salud, pobreza, mortalidad infantil, entre otros. Lo que comúnmente se entendía como las brechas entre los países “en desarrollo” (nosotros) y los países “desarrollados” (ellos) casi no existe.
►Rezagados en dinero móvil, por Carolina Trivelli►El Gran Gatsby (en honor a Alan B. Krueger), por Roxana Barrantes
Al leer el libro reflexioné sobre lo que podemos y debemos aprender de aquellos países que avanzaron más rápido que nosotros, que han desarrollado una consciencia de comunidad y planeta bastante más adelantada y en sintonía con la visión empresarial.
La problemática situación ecológica de la polución, las especies y la basura es una prioridad. Muchas de las empresas “allá” ya están enfocadas en hacer productos con el menor impacto posible para el planeta, sin que esto implique que tengan que deteriorar en el mediano plazo su retorno en utilidades; al contrario, esperan mayor retorno en el largo plazo.
Aquí en nuestro país, los supermercados están aún llenos de productos con empaques de plástico. Y si bien hay intenciones de reemplazar este con otros materiales más amigables con el medio ambiente, aún se prioriza la maximización de la ganancia de corto plazo.
Ahí hay una gran oportunidad para el supermercado que no solo reemplace las bolsas de compra por bolsas biodegradables, sino que lidere la transformación de sus proveedores para evolucionar hacia una mentalidad más consciente, responsable con la comunidad y con el medio ambiente.
Esta evolución capitalizará sobre lo que ha sido definido como el bono de consciencia: el beneficio en resultados de negocio que una empresa o marca obtiene al dedicar esfuerzos auténticos a crear consciencia y ofrecer productos o servicios amigables y responsables con la comunidad y la ecología. Este beneficio es incipiente en nuestro país, pero las generaciones más jóvenes demuestran con acciones que sí les importa.
La grave contaminación de nuestro aire, la basura que inunda nuestros mares y la paulatina depredación de las especies del planeta es relevante para ellos. Ellos van a elegir las marcas que los inspiren, que los muevan y los representen en este sentido. Las marcas y empresas con propósito, las abanderadas de la interdependencia con la comunidad y con el planeta serán las preferidas.
Los inversionistas globales ya están comenzando a invertir en empresas conscientes con el planeta y la comunidad. Lo demuestra la carta del CEO de Blackrock, la inversora más grande del planeta, en la que declara que invertirá más en empresas conscientes y responsables con el medio ambiente.
¿Qué tan conscientes estamos de nuestro impacto, de nuestra huella de carbono y de residuos y de nuestro consumo de agua? Porque ya es tiempo de que comencemos a decidir y actuar para que las cosas cambien.
Sé el cambio que quieres ver en el Perú y el mundo.