El primer gobierno de Alán García Pérez (1985-1990), estuvo marcado por la peor crisis económica que sufrió el Perú. En el año 1988 el país contaba con una deuda externa de US$ 520 millones que se agudizó a partir de las consecutivas malas decisiones económicas del ex mandatario.
Aunque el primer gobierno empezó con cifras alentadoras: la inflación pasó de 12,5% en abril de 1985 a 3,5% en septiembre del mismo año, aumentó el salario (18%) de los trabajadores, etc. Las cosas no tardaron en cambiar.
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En 1986 a falta de ingresos suficientes y de inversión para reactivar la economía, García tomó una grave decisión, limitar el pago de la deuda externa al 10% de las exportaciones. Esto le mereció al Perú ser considerado como un “país no elegible”, por parte de Fondo Monetario Internacional (FMI).
Todo empezó a salir mal: la devaluación del inti frente al dólar un año más tarde— antes, US$ 1 equivalía a 1 inti; más tarde, se necesitaba 175 000 intis para obtener US$1—, los subsidios estatales, el control de tipo de cambio (conocido como dólar MUC), el incremento de los precios, la hiperinflación (en 1987 llegó a 114,5%) y un largo etcétera sumado a la pobreza extrema,— golpeada fuertemente por el terrorismo— hicieron entrar al Perú en una crisis irreversible.
Después de estatizar la banca, se retiró la inversión extranjera del país, y muchos bancos cerraron. Aunque se intentó cambiar la situación de crisis, en 1988, el país cargaba en su cartera una deuda de US$600 millones al FMI y US$ 400 millones al Banco Mundial.
Además, entre 1988 y 1989, la cifra de la hiperinflación llegó a 4497,3%. Todos estos acontecimientos, sumados a la crisis social y política del momento, llevaron al país a su peor crisis en su corta historia económica.
UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD En su segundo gobierno (2006-2011), después de 21 años, García retoma el poder en el Perú. Se convirtió un abanderado y defensor de la inversión extranjera y local, mientras que el boom del precio de los metales, contribuía al crecimiento económico.
El PBI creció cerca del 8% en su primer año (2006), pasando al 2008 casi al 9%. Como cifra promedio, a lo largo de los cinco años de su segundo gobierno, el PBI del país llegó al 7,2%. Se estaban haciendo las cosas bien.
Otros indicadores económicos también crecieron durante este segundo periodo. La inversión privada, con una línea base de US$ 48.772 millones pasó a US$ 116.122 millones, logrando un avance de 116,1% respecto a su meta. La inversión pública también logró un avance importante (91,9%), pasando de US$ 9.557 millones (línea base) a US$ 27585 millones. Sorprendentemente, la deuda externa dejada por el gobierno de García era de 31,3% del PBI. Con tales indicadores, se hacía patente que vivíamos una etapa de auge económico.
Según cifras del Banco Central de Reserva (BCR), en este segundo gobierno se dejó reservas internacionales mayores a US$ 47.000 millones. Por último, un hecho que se sumó al auge económico del mandato de García fue la época de bonanza que vivió el país a partir de su apertura comercial con las exportaciones.