El parto de la nueva refinería de Talara, que Petro-Perú construye a un costo que estima en US$5.000 millones, será más dramático de lo esperado.
Si bien la empresa ha sido diligente en anunciar que la obra lleva un 73% de avance, también ha reconocido que esta tiene año y medio de retraso y que “la productividad de las labores ha disminuido” desde octubre pasado, debido a reclamaciones de Técnicas Reunidas (TR), contratista principal de la obra.
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Lo que no había señalado hasta ahora es que tendrá que paralizar temporalmente la refinería, a fin de interconectar las nuevas unidades de producción, que construye TR, con las existentes (lo cual solo puede hacerse desactivando estas).
Según un conocido portal web, esa detención duraría 21 meses. Consultado por este Diario, Petro-Perú reconoció que alista una larga detención de operaciones en Talara, pero de 13 meses.
MÁS IMPORTACIONES“De acuerdo con el cronograma, la integración de la infraestructura existente con las nuevas unidades tomará desde mediados de noviembre del 2019 hasta fines del 2020”, explicó la estatal. Detalló que, en ese período, Talara suspenderá actividades de refinación y solo se dedicará a almacenar productos importados para “garantizar el normal abastecimiento de combustibles en todo el país”.
A ese fin, la estatal intensificará su importación de diésel y gasolinas, a razón de 30 mil barriles diarios (bpd) adicionales.Petro-Perú aseguró que la detención forma “parte del plan del proyecto” y que no está condicionada al empalme de los cronogramas de los contratistas: TR, encargado de construir las nuevas unidades de producción, y Cobra-Sinohydro, responsable de las unidades auxiliares y obras complementarias.
Trascendió, sin embargo, que la demora en el inicio de ejecución de estas últimas estaría complicando el avance del proyecto.Hasta fines de febrero, las unidades auxiliares (encargadas de suministrar luz y agua a la nueva refinería) tenían un avance de 11%, mientras que las nuevas unidades de producción rondaban el 90%.
IMPACTO MACROPetro-Perú aseguró que la detención no afectará el consumo local de combustibles, debido a las importaciones adicionales de diésel y gasolinas que realizará en ese período. Sin embargo, tendrá un efecto importante a nivel macro.
“El principal impacto se verá en la balanza comercial. Esta se hará más deficitaria porque el Perú es hoy un importador neto de diésel, que es el principal combustible que importamos”, explicó Wilson Peña, economista senior de Macroconsult.
Según estimaciones de la Unidad de Análisis Económico de El Comercio, las importaciones de combustibles crecerían por este motivo en unos US$450 millones anuales. El mayor déficit en la balanza de hidrocarburos presionaría a un mayor tipo de cambio.Peña anotó que podría haber también un impacto en la inflación y en la logística de las petroleras de Talara, que son los principales clientes de Petro-Perú.
“Al estar cerrada la refinería, tendrán que exportar su producción”, acotó. Trascendió que la estatal ya ha avisado a las petroleras para que tomen sus previsiones.