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Desde que nació Polvos Azules se convirtió en un imán poderoso; un centro de atracción, una Roma imperial, donde todos los caminos a través de sus estrechos pasillos conducían a comprar lo inalcanzable.
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Ciertamente, también siempre fue un centro de piratería, de contrabando, de inseguridad y de lucha de poderes. Pese a ello sigue perviviendo y es parte de la historia comercial de Lima para gusto o disgusto de muchos.
Todos los limeños han aterrizado alguna vez en Polvos Azules: en busca de un buen precio, un producto de marca, una película imposible de encontrar en cartelera o algo de tecnología.
Polvos Azules nació en lo que es hoy la Alameda Chabuca Granda en el Centro de Lima siendo un campo ferial de pasadizos que prácticamente eran pequeños callejones donde se vendía, aparentemente, casi de todo, en especial todo lo que tuviera la etiqueta de importado.
El campo nació en 1981, cuando el alcalde de ese entonces, Eduardo Orrego, dispuso en esta área la reubicación de más de 3.200 ambulantes que habían copado varias avenidas y calles del Centro Histórico de Lima.
Este no fue el único espacio destinado a los vendedores ambulantes. Con este mismo fin también se creó el campo ferial Amazonas ( en el jirón del mismo nombre) que no tuvo éxito. Curiosamente el encargado de este plan fue un joven regidor llamado Luis Castañeda Lossio.
UN LUGAR INUSUAL
Dentro de su desorden, Polvos Azules tuvo personalidad propia. Según el historiador Ernesto García Torres, quien ha publicado el libro “ De ambulantes a empresarios: Polvos Azules” el fortalecimiento de este campo ferial se debió a una filosofía de trabajo distinta que tenían los ambulantes de esa época.
“Un ambulante que se inició en Polvos Azules tenía debajo del colchón por lo menos US$ 4.000. Hoy un ambulante no contaría con esa cifra”, señala.
El historiador también señala que tuvo que ver el espíritu emprendedor de este grupo, en su mayoría gente provinciana. El poder económico alcanzado por los comerciantes fue vertiginoso. No solo podían comprar los bienes que quisieran, sino que se sentían con la capacidad de comprar las calles.
Y a todo esto ¿por qué Polvos Azules? El nombre se debe a que en la época colonial en la calle donde se ubicaba este campo ferial (la cuadra 1 del jirón Áncash) se instaló una curtiembre que teñía de azul sus pieles y dejaba desperdigada en las calles la extraña y llamativa tinta en polvo. Siglos después, esta calle sería ocupada por el Campo Ferial Polvos Azules.
Cuando Lima fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1991 se dispuso el retiro de estos comerciantes. Los vendedores no querían retirarse, su poder económico había sido tan fuerte que ofrecieron techar el río Rímac, entre los puentes Santa Rosa y de Piedra, incluso ofrecieron construir un bulevar, proyecto que debía costar la friolera de US$13 millones de la época.
LA MUDANZA
En 1993 un extraño incendio de Año Nuevo redujo a cenizas el campo ferial. Era el momento de retirarse del Centro de Lima. Para ello compraron un terreno de US$ 5 millones en la cuadra 4 de Paseo de la República, en La Victoria, donde se ubica su local actual.
La mudanza no fue directa, la construcción de la infraestructura tomó algunos años. Así los vendedores tuvieron que regresar a las calles, poblar con sus puestos las arterias adyacentes al terreno donde construyeron su local definitivo presupuestado en US$ 18 millones y que alberga a los 2.075 comerciantes del otrora campo ferial.
Una vez construido el local comercial todos pensaron que Polvos Azules tomaba un nuevo rumbo. Esto no fue así, los enfrentamientos por los aires del segundo piso del centro comercial con una empresa constructora generaron conflictos y un proceso judicial que aún no termina.
García señala que el gran error de los comerciantes fue que no estuvieron preparados para el poder económico que obtuvieron y aún no logran tener un manejo gerencial del tema.
La fama de Polvos Azules fue trasladada a otros campos feriales como el de Surco, donde nació Polvos Rosados. Asimismo, se creó Polvos Blancos ( entre los jirones Ayacucho y Leticia); Polvos Amarillos ( en la cuadra 10 de Abancay) y un ramillete de mercados distritales bautizados como polvos que parecían pequeñas filiales.
Hoy los comerciantes de Polvos Azules apuntan a la construcción de un centro comercial más grande y moderno de 41.500 metros cuadrados en Los Olivos al que bautizaron como Megapolvos. La historia de este centro comercial aún continúa, se trata de una tercera etapa de un centro comercial que nació en las calles.