Hemos asistido en los últimos días a un intenso debate acerca de la reglamentación de la Ley de Alimentación Saludable. Bueno, debate es un decir, pues lo que realmente hay es un cargamontón sin precedentes contra la industria de alimentos. Es lamentable que quienes exigen un reglamento draconiano para reducir el consumo de alimentos procesados utilicen premisas falsas o, en el mejor de los casos, no cuenten toda la verdad. Más lamentable es que las empresas de alimentos hayan optado por guardar silencio, dando la impresión de que son culpables de la mala salud de los peruanos.
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La verdad es que los alimentos industrializados representan solo el 15% de la ingesta de los peruanos y, en consecuencia, centrar el debate en este tema ignora de plano el 85% del problema. Los activistas antiempresa se defienden argumentando que atacar el problema mayor es mucho más complejo y de largo plazo, pues pasa por cambiar los hábitos de alimentación, tarea harto más difícil.
Concedámosles este punto, no sin antes sugerirles que muestren su real deseo de mejorar la salud de nuestros compatriotas poniendo un poco más de entusiasmo en resolver el problema principal, no el accesorio. La otra verdad es que el consumo per cápita de alimentos procesados en el Perú es bajo, muy bajo, inclusive cuando lo comparamos con países de la región y de similar poder adquisitivo. La pregunta que surge de inmediato es: ¿Cómo así algo que los peruanos consumimos en muy reducida cantidad resulta ser una de las principales amenazas contra la salud pública? ¿Qué ocurre entonces en los países que tienen altos consumos per cápita?Para ilustrar la respuesta, haremos una comparación del Perú con España. ¿Por qué España? Porque tiene una de las esperanzas de vida más altas del mundo, 83,48 años, muy superior a los 75 años a los que aspira vivir el peruano promedio.
Entre los alimentos procesados más cuestionados, están los cereales envasados. Mientras los peruanos consumimos 0,3 kilos por año, los españoles consumen 2,2 kilos. Sí, siete veces más. Se busca también reducir los 1,9 kilos de embutidos que comemos cada año en el Perú; en España se consumen 12 kilos. Las bebidas gaseosas son otro de los productos que estarían diezmando nuestra salud. Los peruanos bebemos 55 litros por año, los españoles 94. En cuanto al chocolate, los españoles consumen cuatro veces más que los peruanos: dos kilos versus medio kilo por año. De toda la lista de alimentos procesados cuestionados, las galletas son el producto en el cual peruanos y españoles se acercan más en consumo per cápita: 7 kilos nosotros, 10 kilos ellos.
¿Cómo hace un país para estar entre los líderes a escala mundial en esperanza de vida y tener un consumo de alimentos procesados sustancialmente más alto que el que tenemos en el Perú? ¿Es el consumo de alimentos procesados el responsable del mal estado de la salud en nuestro país? Deberíamos estar más preocupados por los 54 kilos de arroz que cada peruano consume al año, comparados con los tan solo 4 kilos de los españoles. O de los 89 kilos por año de papas, el triple del per cápita español.
Pero ir contra los agricultores o cuestionar los malos hábitos alimenticios es impopular. No es políticamente correcto ni rentable. No genera tuits ni miles de ‘likes’. Hacer campaña contra la industria, satanizar a los empresarios que “lucran a costa de la salud de los peruanos”, lamentablemente funciona.
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