Con oportuno aplomo, un reality televisivo emitió un comunicado haciendo un deslinde moral sobre un presunto tema de maltrato físico entre una de las parejas que aparece semidesnuda y sudorosa todos los días en la pantalla chica. Con añadida entereza, la supuesta agredida rechazó la ayuda al respecto del Ministerio de la Mujer. Y con brillantez marketera, si bien suspendidos, a los jóvenes no se les ha rescindido el contrato, el programa ha gozado de mayor interés de una teleaudiencia hipnotizada por el devenir de la última minucia de las vidas ajenas de las que se ocupa. Es aquí que una mano canalla se ha ocupado de difundir subrepticiamente una versión falseada de ese valiente comunicado, que es menester denunciar a fin de desenmascarar la innoble trama que se yergue en contra de los inocentes combatientes. Dice así:
“Todos saben que los ‘realities’ son programas de entretenimiento familiar donde se combinan morbo, aptitud física y sueños húmedos en exitosa medida que asegura el babeo transversal de diversas generaciones de televidentes. Los guerreros brindan lo mejor de su energía, simpatía e impudicia intelectual día a día, y es así que en esta convivencia analfabetamente funcional —donde un bimestre dura seis meses (1) y Pablo Neruda y Pablo Mármol son la misma persona (2)— surgen muchas veces todo tipo de sentimientos, entre ellos amor y los consiguientes embarazos televisados. Desde la primera ecografía hasta la posible cesárea en cámara lenta.
Angie y Nicola son una pareja verdadera, a pesar de recibir honorarios proporcionalmente inversos a sus calificaciones profesionales; estímulo que podría conducirlos hacia la búsqueda intuitiva de una potencial sociedad reproductiva superior. Pero lejos de separarlos, este incentivo refuerza su unión y aquella entre los demás guerreros, galvanizando en cobre las ventajas de habitar un mundo paralelo donde discernir entre un archipiélago y un mamífero (3) no resulta relevante.
Ellos están viviendo una crisis que no han podido superar, acaso análoga a cuando Simón Bolívar le tocó combatir en Angamos (4), motivo por el cual han sido protagonistas de actitudes nada ejemplares que nosotros, como programa de televisión que explota la sexualidad precoz en horario infantil, condenamos con énfasis.
Es por este motivo que nuestro reality ha decidido separarlos del programa para que encuentren la tranquilidad emocional que todos queremos y que seguramente encontrarán viendo este programa desde la tranquilidad de sus hogares, enterándose que oscuro es un color (5) y que el rating sigue subiendo gracias a su desgracia. Son jóvenes de talentos aún indeterminados y con pleno derecho a que —mientras estos aparezcan— se dediquen a levantar pesas, vestir ligero y alimentar una rentable maquinaria de interés circular en la banalidad autorreferencial. Es el mismo mecanismo que inspira, admiración más heroica no debe haber, que niños se inyecten petróleo en el cuerpo para ser como ellos (6). Si ahora se agarran a cachetazos entre sí será solo de inocente arrobamiento por sus ídolos (7).
Estamos seguros de que superarán esta crisis como lo hacen los verdaderos guerreros en la vida real, aquellos que trabajan para vivir. Un aplauso para esta pareja. Hoy deberán retirarse en busca de ser mejores cada día. Es decir, normales”.
1 Alejandra Baigorria, “Combate”2 Natalie Vértiz, “Esto es guerra”3 Alejandra Baigorria, loc. cit.4 Natalie Vértiz, loc. cit.5 Paloma Fiuza, Combate6 https://tinyurl.com/oouqaok7 Ya viene el circo de “Esto es guerra”