Turistas pasean despreocupadamente por lo que solía ser un campo de exterminio nazi. Una agrupación de guerrilleras kurdas se prepara, día a día, para defender a su pueblo de la siempre presente amenaza del Estado Islámico. Abou Bakar Sidibé intenta, cámara en mano, llegar de Marruecos a España junto a otros refugiados africanos para empezar una nueva vida en Europa.
Esto no es más que un breve muestrario de las imágenes con las que nos confronta la cuarta edición del Festival Internacional de Cine Transcinema, que se celebrará del 2 al 9 de diciembre en ocho localidades de Lima, y que es una de las apuestas más interesantes en el ámbito cinematográfico limeño.
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“Tener una cámara de fotos ya es tener un arma”, dice la productora Diana Castro. La apuesta de Transcinema (que nació a partir de la inquietud de cuatro jóvenes —un realizador documentalista, un crítico de cine y dos productores—) es democratizar el acceso a la experimentación con el lenguaje audiovisual, tanto para los realizadores como para el público (razón por la cual el ingreso a la mayoría de las proyecciones será libre). “Nos consideramos un festival político. No necesariamente porque nosotros o nuestras películas aborden temas políticos, sino porque la propuesta de Transcinema es diversificar el cine. Las películas que promovemos pueden estar grabadas con una cámara de fotos, lo que importa es la idea, el punto de vista del cineasta. El cine no solo debe pensarse para las grandes élites que tienen recursos”, agrega Castro. El año pasado, por ejemplo, el festival comenzó con “Autorretrato de Siria”, película compuesta a partir de las grabaciones caseras de una pareja de sirios que comentaban la situación política de su país.
“La idea de transgredir también es abrir otras plataformas, otras visiones. Esto también es un acto político”, explica la productora, y el mejor ejemplo de ello son experimentos audiovisuales como “Natural” de Alejandra Morote, película de 30 segundos hecha con tutoriales de maquillaje encontrados en You Tube, que se presenta en la categoría ‘Radicalismos’. O “La extranjera”, del español Miguel Ángel Blanca (de 68 minutos), película que explora los efectos del turismo en Barcelona a partir del asesinato de una turista. “El festival no tiene límites de duración: cualquier propuesta, así dure dos minutos o cuatro horas, es una película. No hay cortometrajes, no hay mediometrajes o largometrajes”, dice Castro, solamente consonancias temáticas y deseos de retar los límites del soporte.
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En ese mismo espíritu, el festival no solo organiza una competencia internacional, sino también una transandina (ruptura consciente de las clásicas “competencias nacionales” de otros festivales, que nace a partir del reconocimiento de la historia común que tiene América Latina y el deseo de estrechar vínculos con realizadores de otros países) e incluso una de videoclips, que busca reconocer un género subvalorado al ser considerado como un accesorio de las canciones.
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El esfuerzo del equipo de Transcinema, sin embargo, no se agota con el festival: su deseo de democratizar el cine y su producción se traduce también en el trabajo que realizan como TransLAB, laboratorio de cine de no-ficción, donde ayudan a realizar sus proyectos a jóvenes cineastas que optan por este género.
El equipo del festival está organizando, además, el taller “Una Película, ¿Dónde comienza, Cuándo Termina, y Qué Pasa Entre Medio?”, que será dictado por el documentalista chileno Ignacio Agüero, cuya última cinta ”¡Como me da la gana 2!“ será proyectada este 3 y 4 de diciembre. “Es una oportunidad para compartir con estudiantes, profesionales, cineastas, algunas ideas en torno al cine que son las que me están inquietando en este momento, y que sirven para pensar en general acerca del oficio de hacer películas”, comenta Agüero.
“Nuestro director, John Campos Gómez, tiene que viajar constantemente a festivales en Latinoamérica para buscar nuevas apuestas”, dice Diana Castro, y comenta también que esto ha permitido que se forme una hermandad con otros festivales de la región con una mirada semejante a la suya, como el de Valdivia, donde conocieron a Agüero. “Es un festival muy interesante que reúne a cineastas y cinéfilos de todo el mundo en un ambiente sin alfombras rojas y muchas veces bajo la lluvia”, cuenta el documentalista. Estos festivales buscan, desde los márgenes, cambiar la forma en la que entendemos el cine. Transcinema, poco a poco, lo está logrando en Perú.
Las películas se exhibirán en los centro culturales PUCP y de España, la sala Ventana Indiscreta de la Universidad de Lima, la Alianza Francesa de Miraflores, la librería La Libre de Barranco, El Paradero (Jr. León Velarde 982, Lince), Dulces Trópicos (Las Margaritas 167, Lince), y en la sala Robles Godoy del Ministerio de Cultura. Informes y programación: http://transcinemafestival.com