La autora Gioconda Belli (Managua, 1948) visitará próximamente Lima para presentar el libro “De la costilla de Eva y otros poemas”. Su vasta producción literaria incluye poemas, cuentos y novelas. Desde la publicación de “Sobre la grama”, su primer poemario de 1973, su escritura ha rescatado diversas expresiones del universo femenino, reivindicando el papel de las mujeres en la construcción de la cultura, tema que será central en todos sus libros. En su larga trayectoria ha obtenido prestigiosos premios, como el Casa de las Américas, Biblioteca Breve, Sor Juana Inés de la Cruz, el Premio de la Fundación de Libreros, Bibliotecarios y Editores Alemanes, entre otros. Ha recibido también la condecoración de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. Su espíritu combativo y sus preocupaciones por Nicaragua frente a la dictadura del general Somoza decantaron por el activismo político. Se hizo miembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FLN), en el cual participó muy activamente. Cuando los sandinistas derrocaron a Somoza y llegaron al poder, Belli llegó a ocupar diversos cargos, pero luego se retiró de la política para volver a dedicarse exclusivamente a la literatura. De ese trabajo resultaría su primera novela “La mujer habitada”, publicada en 1988 y que recibió gran reconocimiento del público y de la crítica. A esta siguieron otras novelas bastante exitosas como “Sofía de los presagios” (1990), “El pergamino de la seducción” (2005) y “El país de las mujeres” (2010). Sobre sus experiencias políticas, así como su infancia y vida familiar, escribió las memorias “El país bajo mi piel” (2003), a las que subtitula “Memorias de amor y de guerra”. Es a partir de esa dualidad que Belli se autorrepresenta: “Dos cosas que yo no decidí decidieron mi vida: el país donde nací y el sexo con que vine al mundo. Quizá porque mi madre sintió mi urgencia de nacer cuando estaba en el Estadio Somoza de Managua viendo un juego de béisbol, el calor de las multitudes fue mi destino. Quizá a eso se debió mi temor a la soledad, mi amor por los hombres, mi deseo de trascender limitaciones biológicas o domésticas y ocupar tanto espacio como ellos en el mundo”. Los vínculos entre la nación y el género destacan su centralidad en este texto autobiográfico y el resto de su producción. Si Gioconda Belli expresa que tanto su país de origen como su género fueron elementos que no pertenecieron a su elección, el tratamiento que hace en su poesía y su novelística de ambas temáticas manifiesta una voluntad de imponerse a aquello que le tocó por nacimiento: la nacionalidad nicaragüense y el género femenino. Aunque su relación con Nicaragua es entrañable, el país que está “bajo su piel”, eso no fue un impedimento para recurrir al exilio debido a razones políticas primero y románticas después. Su afán de trascender limitaciones biológicas o domésticas la ha llevado a formar un imaginario basado en el constante movimiento geográfico, por lo que varios años su vida estuvo en movimiento constante entre Nicaragua y los Estados Unidos. Charlé con ella.
El país de las palabras
Tu carrera literaria comienza con la poesía y desde ese inicio asumes un punto de vista muy particular: el punto de vista de la mujer, de su cuerpo y su sexualidad, que usualmente tienden a ser ocultados en los discursos sociales. ¿Esta fue una elección consciente o más bien fue un impulso irrefrenable, una mezcla de ambos?Inicialmente lo hice por un simple impulso poético. El escándalo que causó lo que escribí me hizo caer en la cuenta de lo subversivo que era que una mujer se asumiera como sujeto y no objeto sexual. Después lo seguí haciendo con más conciencia y desafío.
Siempre te han identificado como una escritora transgresora. ¿Qué significa serlo para una autora latinoamericana en el siglo XXI?La verdad que me aburre eso de que si soy o no transgresora. Yo siento que escribir de mi cuerpo o de mi vida como mujer —que, por supuesto, incluye cómo vivo dentro de mi propio cuerpo físico y no únicamente espiritual— solo es una transgresión, en la medida que persisten los prejuicios sobre cómo debemos comportarnos las mujeres.
En “El país bajo mi piel” relatas diversos episodios de tu biografía, incluyendo tu participación en el movimiento sandinista. Considerando el tiempo transcurrido, ¿qué críticas harías ahora a los movimientos revolucionarios? ¿Crees que aún hay espacio para las utopías en el presente?El hecho de que el planeta cambie no elimina las utopías. Todavía vivimos en un mundo esencialmente injusto. Lo que debe cambiar son las maneras de ejercer el poder. Creo que hay una crisis de imaginación y los llamados “movimientos revolucionarios” de estos tiempos siguen apegados a esquemas autoritarios y poco democráticos, lo cual es una lástima. Creen que ser más liberales con las leyes del mercado los hace socialistas del siglo XXI. Hace falta mucha más crítica y discusión sobre las nuevas utopías, pero en todos esos movimientos hay un rechazo grande al disenso y al debate.
La crítica social es constante en tu obra poética y narrativa. ¿Cómo se logra el balance entre una propuesta estética y la necesidad de expresar claramente ciertas ideas?Es difícil. A veces funciona, a veces no. Es como un milagro cuando se logra porque la militancia política tiene un componente didáctico grande y hacer algo bello y a la vez didáctico requiere de un equilibrio muy delicado. Pero sucede lo mismo en la vida real. Por eso si uno se apega a la realidad, el reflejo literario resulta auténtico y puede causar la emoción de un buen texto.
¿Cómo se relacionan para ti cuerpo, erotismo y escritura?Para mí es una relación absolutamente natural cuando el tema demanda que se hable sobre esas situaciones; pero no es la esencia de la escritura, sino solo su circunstancia.
Aunque en tu novela “El intenso calor de la luna” te enfocas en la sexualidad como un instrumento de liberación, en un momento postulas que la verdadera transgresión estaría en el amor. También rescatas esta idea en tu poemario Truenos y arco iris. Esto me hizo recordar la frase de la feminista Kate Millet: “El amor es el opio de las mujeres”. ¿Háblame de tu idea del amor como fuente de poder para el género femenino?El amor, además de un sentimiento exclusivo, es una actitud vital. Uno puede amar lo que hace, la naturaleza, el mundo, y tener una ética de cuidado, de cariño hacia uno mismo y los demás. Esa actitud, que yo llamé en mi novela “El país de las mujeres” “cuidadanía”, no se plantea el amor como opio de nadie, sino como la opción de convertirlo en un elemento generoso, comunal; sacarlo del universo de la pareja y extenderlo al cuidado que necesita el universo donde esa pareja y su descendencia habrán de existir.
En toda tu escritura está presente el tema de la joie de vivre. ¿Qué es para ti esta alegría de vivir y qué te hace escribir de manera tan abundante sobre este tema?Creo que el tema de fondo es la búsqueda de la felicidad, algo que de una u otra forma es una aspiración común del ser humano. Creo que el joie de vivre, o la alegría de vivir, se aprende practicándolo. Si uno no aprende a disfrutar los regalos que la vida a diario le da, difícilmente se puede ser feliz. Para mí la felicidad empieza con la actitud que uno tenga: la capacidad, por un lado, de relativizar la propia importancia; y, por el otro, de gozar lo que los sentidos nos ofrecen: ver, oler, oír, tocar. Esa es la base, me parece, para plantear la felicidad en términos más complejos. Desde que empecé a escribir solo podía hacerlo cuando estaba contenta. Cuando me deprimo lo primero que pierdo son las ganas de escribir.
En el poema “Uno no escoge”, del poemario “Sobre la grama”, dices: “Uno no escoge el país donde nace;/ pero ama el país donde ha nacido”. Tú has vivido en varios lugares a lo largo de tu vida. ¿Qué relaciones establecerías entre tu escritura y tus experiencias migrantes/nómadas?El español se ha convertido en mi patria portátil, en mi refugio. Considero que uno no es nunca la misma persona en otro idioma o cuando se es extranjero.
La edad es un elemento de preocupación y discriminación para las mujeres sobre las que has escrito con particular intensidad en diversos poemas, por ejemplo, “Los cuarenta”, “Menopausia”, “Mujer en avanzado estado de juventud”, y también en tu reciente novela “El intenso calor de la luna”. ¿Cómo afrontas el tema de la edad en una sociedad que parece rendir culto a la juventud?Desafiando ese concepto bastante absurdo de que la vida solo vale la pena cuando se es joven. A las mujeres sobre todo se nos atrapa en esa demanda imposible, como si la vida se nos fuera a terminar después de los 20 o los 30. He escrito de la madurez con otra perspectiva porque la he vivido así y he visto a muchísimas mujeres vivirla muy bien. En “El intenso calor de la luna” abordo el tema. Me dio mucho gusto hablar de ese tabú de la menopausia, sacar ese esqueleto del clóset y mostrar que hay vida y sexualidad después de la edad reproductiva.
En los campos literarios y culturales latinoamericanos existe la tendencia a invisibilizar o disminuir el papel de las mujeres. ¿Qué podemos hacer las escritoras frente a esta situación?Creo que escribir bien y ayudarnos entre nosotras. Los hombres se hacen mucho bombo entre ellos, nosotras deberíamos hacer lo mismo.
En la Feria del Libro de Lima vas a presentar un nuevo título, “De la costilla de Eva y otros poemas”. Se trata de una compilación que reúne buena parte de tu producción poética. ¿Puedes contarnos el proceso de edición de este libro?Sucede que conocí a la directora de la editorial Caja Negra en Antofagasta, me propuso la idea y empezamos a trabajar en una selección de mi poesía que pudiera dar a los lectores peruanos una visión bastante completa de lo que ha sido mi obra poética desde sus inicios hasta la actualidad. A mí me entusiasmó poder acercarme al Perú a través de mi poesía, que se conoce menos que mi narrativa. Además, me gusta el Perú y he admirado a sus grandes poetas. Hasta estoy emparentada con Carlos Germán Belli: la familia Belli que se estableció en el Perú es la misma que se extendió en Nicaragua. Eran dos hermanos que tomaron rumbos distintos.
Eva y otras mujeresLa primera antología de Belli publicada en nuestro país es “De la costilla de Eva y otros poemas”, una magnífica muestra de su creación poética. Abarca todos sus poemarios desde “Sobre la grama” (1973) hasta “En la avanzada juventud” (2014), pasando por los célebres “De la costilla de Eva” y “Línea de fuego”. Una oportunidad estupenda para conocer los versos de la nicaragüense. Desde sus inicios, Belli ha construido una poética basada en la sencillez del lenguaje, deudora de la lírica conversacional, orientada a la elaboración de una propuesta sobre la feminidad que trata de apartarla del ámbito de lo doméstico. Si bien presenta una visión de las categorías del sistema sexo-género como algo imposible de alterar —pues lo femenino para ella se relaciona con imágenes tradicionales como la naturaleza y la fecundidad—, su rebeldía se ha sostenido en la representación de lo erótico y del cuerpo de la mujer frente a las convenciones que intentan silenciarla, como en el poema “Mujer irredenta”, del libro Apogeo: “Hay quienes piensan/ que he celebrado en exceso/ los misterios del cuerpo/ la piel y su aroma de fruta./ ¡Calla, mujer! —me ordenan/ No nos aburras más con tu lujuria/ vete a la habitación/ desnúdate/ haz lo que quieras/ pero calla/ no lo pregones a los cuatro vientos”.
Libro: “De la costilla de Eva y otros poemas”Editorial: Caja Negra Páginas: 240Precio: S/.45.00
Relato de otra liberación femeninaEn “El intenso calor de la luna” (2014), Belli desarrolla una temática considerada casi un tabú: la menopausia. Emma, la protagonista, es una mujer de 48 años con la vida aparentemente resuelta: un matrimonio consolidado y dos hijos que ya han salido de casa, pero un accidente le permitirá reformular su pánico ante la menopausia, redescubriendo la potencia del erotismo y del amor. La novela también critica la vida matrimonial y la monogamia. Fiel a las ideas de la autora sobre la importancia de disfrutar al máximo la propia vida, el relato apunta a la destrucción de una posición monolítica sobre la vida en pareja y representa el amor-pasión desde una perspectiva romántica. No es gratuita la elección del nombre de la protagonista: es una referencia a Emma Bovary. Pero a diferencia del personaje de Flaubert, la Emma de Belli tendrá un mejor final. La novela construye la mirada frente a la menopausia como un castigo para la feminidad y luego la presenta como un signo de liberación del mandato de la reproducción. “Sus orgasmos la tienen deslumbrada. ¿No será la menopausia una gran mentira?, se pregunta, simplemente no será otra forma de acobardar a las mujeres, de negarles el placer en la vida adulta [...]. Justo ahora, cuando ya los hijos estaban criados y se contaba con el tiempo y energía para el placer, llegaba esa etiqueta: ‘menopáusica’ a sustituir el miedo al embarazo, por el miedo al deterioro físico. ¡Gran mentira, piensa, enorme, gigantesca mentira!”.
Libro: “El intenso calor de la luna”Editorial: Seix BarralPáginas: 320Precio: S/.59.00