La era del Monopolio parece haber llegado a su fin. Este juego de compra de propiedades, creado a inicios del siglo XX, en el que tras un golpe de dados uno puede recorrer las casillas y comprar inmuebles para recibir una mayor renta, va quedando relegado frente a juegos que ofrecen mayor interacción. Ahora en el mundo de los juegos de mesa la suerte es secundaria y la estrategia y la negociación tienen los roles principales. Existe, además, una ambientación especial que sumerge a los participantes en un universo de ficción. Esta nueva corriente, que nació en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, buscaba eliminar la confrontación directa entre los jugadores y la transformaba en una lucha por recursos y puntos. El mejor ejemplo es “Los Colonos de Catán”, creado por el matemático alemán Klaus Teuber, en el que competimos por recursos en un mapa de casillas hexagonales, utilizando la negociación para llegar al objetivo. Se han vendido más de 22 millones de copias y se ha convertido en el motor del crecimiento de estos juegos en países fuera de Europa: en Estados Unidos han aparecido nuevos autores y hasta han creado un estilo propio (conocido como Ameritrash), que suele tener más elementos narrativos y de competencia.
— Los actores de la industria —A diferencia de los tradicionales, en los juegos de mesa modernos el nombre del autor aparece en el exterior de la caja, como si fuera un libro. Uno de estos creadores es Philippe de Pallières, un francés que creó “Los Hombres Lobo de Castronegro”, en el que un grupo de jugadores debe señalar quiénes de ellos son en realidad hombres lobo. Deben hacerlo desde la sospecha y el anonimato, ya que la identidad de cada jugador es secreta. A través de la discusión y las decisiones de cada uno, durante la partida se irán revelando sus intenciones y un bando será el vencedor. Los juegos de Pallières tienen un sello: se basan en la negociación y en la intriga, por lo que solo hace falta ver su nombre en la caja para saber cuál será la dinámica a seguir. De la misma manera que un escritor trabaja en un manuscrito que luego presenta a una editorial, un autor de juegos trabaja en un prototipo para presentárselo a un editor en eventos como el Festival de Juegos de Mesa de Cannes, la Gen Con en Indianápolis o el salón Spiel Essen en Alemania. El editor se encarga de crear, junto con el autor, un producto comercial y, posteriormente, distribuirlo. Uno de los puntos de venta más importantes son las boutiques. Allí no solo se ofrecen los juegos al público, sino que el vendedor tiene un rol didáctico, enseñando las reglas de cada obra y dando recomendaciones según los gustos de cada jugador. François Décamp, dueño de la boutique Descartes, en Burdeos, piensa que, a pesar del auge de tiendas en línea como Amazon, los compradores prefieren ir a las boutiques porque pueden probar los juegos antes de adquirirlos. Él habla también del futuro de los juegos de mesa. “Uno de los principales fenómenos será la utilización de herramientas de financiamiento participativo como Kickstarter, que ya permite a cualquiera recaudar fondos y publicar un juego”, afirma.
— La industria peruana —En el Perú existen autores de juegos de mesa. Andrés Paredes dirige Navespacial, una editora que ha publicado dos títulos hasta el momento: “Guerra en el Pacífico” (de su autoría y sobre el cual prepara una extensión) y “Psychomachia” (de Ron Halliday). Él fue uno de los organizadores del primer encuentro de creadores a finales de noviembre del año pasado. Asistieron más de doscientas personas y veinte autores con unos treinta juegos. Otros productos nacionales de los últimos años han sido “Cholopoly”, “Inkarumi” y “Empresario”, este último con torneos organizados en todo el país. La producción y distribución de juegos de mesa representan una oportunidad por explorar dentro del sector de las industrias culturales. El consumo nacional en este rubro también ha aumentado. Matías Arjona, gerente de mercadeo de Devir, una distribuidora latinoamericana de juegos de mesa con sede en Chile, afirma que el mercado peruano tuvo un crecimiento del 50% en 2015 comparado con el año anterior, y que hoy es el cuarto país con mayores ventas, detrás de Brasil, México y Chile. Existen 14 puntos de venta en el país —la mayoría en Lima— y el año pasado se abrió la primera ludoteca, en el Goethe-Institut en Jesús María. Además, existen clubes y comunidades de juego que permiten iniciar a los novatos que desean tomar parte en este fascinante pasatiempo.