Miles de cubanos corren y se atropellan entre sí. Quieren llegar lo más pronto posible al escenario que incrédulos han visto levantar con inusual rapidez en la Ciudad Deportiva de La Habana. Muchos se enfrentan por primera vez al ruido de las torres de parlantes, y no son pocos los que creen que después de este acto se quedarán sordos para siempre. No les importa. Es la noche del Viernes Santo del 2016 y los Rolling Stones se presentan en Cuba, en un concierto gratuito al que se espera asistan más de un millón de personas.
Atrapados entre esa muchedumbre que bebe ron como si fuera el fin del mundo, se encuentran tres cronistas —dos escritores y un músico—, que han sido invitados a presenciar este espectáculo histórico para escribir un testimonio de lo ocurrido. Ellos son el argentino Javier Sinay, el peruano Jeremías Gamboa y el mexicano Joselo Rangel, guitarrista de Café Tacvba. Ninguno de ellos —lo contaron después— estaba preparado para ver lo que vio: cubanos que hablan sin parar sobre Obama, otros que piensan que los Stones son unos abuelitos como los de Buena Vista Social Club, críticos musicales que elogian el ‘tumbao’ de Jagger o adolescentes que se desviven por el reggaetón. Después de todo, el rock ha sido casi una actividad clandestina en la isla, desde que fuera condenado públicamente por el castrismo.
Los relatos de Sinay, Rangel y Gamboa han sido publicados en “Cuba Stone”, y son el testimonio de un año inusual, un año en que ocurrieron hechos impensados: la visita del papa Francisco; la llegada de Barack Obama, el primer presidente estadounidense en arribar a La Habana ¡en 88 años!; el desembarco del primer crucero procedente de los Estados Unidos en medio siglo; y la reanudación de los vuelos comerciales entre Florida y Santa Clara, Cuba. Después murió Fidel Castro. Lo que nadie pensaba que podía pasar, pasó.
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Durante el reciente Hay Festival Arequipa, Jeremías Gamboa y Joselo Rangel se volvieron a encontrar y el diálogo sobre Cuba fue ineludible. “Cuba ha estado cambiando ya desde hace mucho tiempo —dice el guitarrista de Café Tacvba—, y el hecho de que hayan ido Obama y los Stones demuestra la magnitud de esa transformación, pero no estoy tan seguro de qué tan perceptible haya sido eso para el hombre de la calle. La gente dice ‘ah, llegaron los Stones, y al otro día todo va a ser distinto’, pero las cosas no suceden así. Sigue el mismo gobierno, sigue la misma estructura…”.
Gamboa y Rangel están sentados en el lobby del hotel Casa Andina Private Collection. Ya casi es de noche y en unos minutos ellos deben conversar con el periodista Julio Villanueva Chang sobre sus experiencias en Cuba. “Cuando estábamos en La Habana —dice Gamboa—, Jon Lee Anderson (el cronista norteamericano) me decía que los Castro habían manejado Cuba como una olla de presión. Es decir, mantenían restringidas muchas libertades y solo abrían un poquito la tapa cuando veían que la presión del pueblo aumentaba. En 1980 permitieron la salida de exiliados por el puerto de Mariel; luego, durante la crisis de los balseros, aceptaron la llegada de remesas desde Miami; ahora han dejado que los cubanos abran sus propios negocios —el cuentapropismo—; y tal vez con los Stones va a ser igual. Han soltado un poco para apretar después”.
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Un día antes de la presentación de la banda inglesa, apareció en la publicación oficial de la música cubana el siguiente anuncio: “El pueblo combatiente tiene que ir con disciplina y rigor al concierto de los compañeros Stones”. La anécdota la cuenta Jeremías Gamboa en el Hay Festival y provoca las risas del público. Pero es probable que en la propia Cuba ese lenguaje revolucionario también haya perdido eficacia, sobre todo entre jóvenes y niños que no han escuchado los discursos de Fidel y que comienzan a preferir el fútbol sobre el tradicional béisbol, y que darían la vida por ver un partido entre el Barcelona y el Real Madrid.
“La gente imagina que los cubanos son muy contestatarios y uno, de repente, se encuentra con que les interesa mucho tener un celular. Yo lo último que vi antes de subirme al avión fue a dos trabajadores de intendencia hablando por FaceTime con sus familiares, y pensaba: ‘Esto no es Cuba, esto no es lo que la gente imagina de Cuba’”, dice Rangel.
¿Cuánto acelerará estos cambios la muerte de Fidel? Jon Lee Anderson en una de sus crónicas sobre la isla contaba que muchos creían que a la muerte del viejo líder se desatarían asesinatos y saqueos. Pero nada de ello ha ocurrido. “Lo que me han contado algunos amigos cubanos —dice Gamboa— es que muchos todavía no creen lo que ha sucedido. Están en un momento de parálisis y estupor”.
Un desconcierto que va en aumento si pensamos que el próximo el 20 de enero Barack Obama —que se hizo querer en Cuba— cederá su lugar a Donald Trump.
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Libro: Cuba stone Autores: Jeremías Gamboa, Joselo Rangel y Javier SinayEditorial: TusquetsPáginas: 224Precio: S/ 45,00