RAÚL MENDOZA CÁNEPA @rmendozacanepa
Guillermo Calvo Soriano es médico de profesión y un admirador de la obra de su hermano, el poeta César Calvo. El 18 de agosto del 2000, el vate partió a su viaje final, los sentimientos fraternos llaman a la evocación.
LA FAMILIA¿Qué recuerda de la relación del poeta con su padre?El pintor de la selva, César Calvo de Araujo, era muy mujeriego. Mi mamá Graciela se resentía calladamente, hasta que se enteró de la existencia de un hijo, Igor, casi de mi edad, lo que motivó que el padre dejara la casa. En 1949 viajó a radicar a Estados Unidos. César lo quería mucho. Cuando se fue se dejó crecer el cabello, pues solo se lo cortaba si era llevado por su padre al peluquero. Cuando ya era joven lo reencontró a su regreso, y más que como padre lo admiraba como artista y lo quería como amigo.
¿Y cómo era la relación con usted ?César me llevaba 5 años. En la infancia era una enormidad. Conmigo era muy protector. En la escuela fiscal “Pedro Tomás Drinot” N°414, del Jirón Cailloma, él estaba en quinto y yo en transición. Recuerdo que me llevaba tomado del cuello en los días de invierno. Un día se enteró que me había peleado con un compañero, desde entonces se daba su vuelta por el patio. ¡Santo remedio...!
LA POESÍA¿Cómo encontró Calvo la poesía?Mi mamá enseñó a César a recitar a los cuatro años “Los heraldos negros”, de César Vallejo, para celebrar uno de sus cumpleaños. Ya adulto,César le decía a mi mamá que cuando recitaba a Vallejo, siempre tenía que resistirse a sacar las manos del centro de su pecho acompasando los versos, tal como había aprendido de pequeño.
Se dice que era un poeta precoz...Alguna vez César contó que sus primeros versos los escribió a los doce años y eran plagios de José María Eguren. Contó que una tarde descubrió a mi abuelo, Víctor Fuentes Soriano, consagrado a sus siesta de verano. Entonces, le dio una pena horrenda verlo así, canoso, abandonado al sueño, indefenso. César fue a la azotea y conteniendo las lágrimas, contemplando un paisaje de techos ruinosos, escribió al abuelo una larga carta pidiéndole que no envejezca. Redactó la carta en verso y según su propia confesión ahí empezó a escribir poesía.
PERIODISTAS¿Usted conoció el periodismo por él?En 1962, César enfermó de Tifoidea. Me pidió llevara su Certificado Médico al “El Comercio Gráfico” donde trabajaba. Hablé con don Manuel Jesús Orbegozo, quien me preguntó a qué me dedicaba. Le dije que estudiaba segundo año de Pre-Médicas en San Marcos, entonces me ofreció reemplazarlo. Le dije que no sabía nada de periodismo. “Pero puedes aprender. Ven mañana a las 6.00 p.m”, dijo. Me enseñó a editar las noticias cuando no había computadora...Aprendí a poner títulos, a escoger los artículos por afinidad, estilo,importancia,tema, y la diagramación, etc. Cuando César se reintegró me pidió que lo acompañara para despedirme. El maestro Manuel Jesús Orbegozo me pidió que continuara trabajando, pero César se opuso. César me dijo que me dedicara solo a estudiar Medicina, que para eso trabajaba él. Era muy ingenioso, cuando me gradué de médico cirujano comentó que pasaba a ser mi hermano menor, ya que no podía ser mayor que un doctor.
ENAMORADORSe dice que César desataba pasiones...En Inglaterra, se puso a recoger fresas para ganar dinero. En eso se cruzó con una rubia. Se miraron. Se le acercó y le habló en inglés, francés, portugués, italiano... Nada. Entonces él le habló en el idioma universal del amor... Días después ella se despide en su lengua y le da una tarjeta. Estando en una reunión en la Embajada, hablando con un amigo diplomático, le enseñó la tarjeta. Era la Jefa del Departamento de Neurocirugía de una Universidad de Moscú. El amigo le dijo: ¿cómo has conocido gente tan importante?”. Otro día, estábamos en un camino de Paucartambo, con la camioneta malograda. César estaba recostado en el carro, cuando pasó un auto con dos gringas, que al verlo se detuvieron y se ofrecieron para llevarnos al Cusco. En el camino ellas decían animadamente “Cusco by night...”, esperando gozar de la vida nocturna. César solo las miraba. Ya en el Cusco, asomó su cara por la puerta de mi dormitorio y me dice “Cusco by night...”, con una mirada de inteligencia.