Un grupo de hombres y mujeres viste ropa tradicional japonesa y cubre su cuerpo con una armadura para protegerse de los golpes que se propinan con unas espadas de bambú. Sus ágiles cuerpos se mueven con rapidez, mientras esquivan las arremetidas del contrario, y las espadas cortan el aire como flechas. Aquel grupo está practicando kendo, un arte marcial japonés que, al igual que el iaido, jodo, kyudo, kobudo, deriva de los entrenamientos que seguían los samurái durante su formación en el Japón milenario.
Pero, más allá del adiestramiento físico, el kendo se inspira en un código conocido como bushido, el cual regía la vida de los samuráis y los preparaba para el combate. ¿Qué sobrevive de esta antigua doctrina en el mundo contemporáneo?
—El cultivo de todas las artes—Por su traducción del japonés, bushido significa ‘el camino del guerrero’. Este fue un código moral que no cuenta con un registro oficial escrito, pero sí con varios testimonios de distintos guerreros que lo cultivaron a lo largo de sus vidas. Miyamoto Musashi (1584-1645), autor de El libro de los cinco anillos y uno de los guerreros más conocidos de la historia, escribió: “La verdadera ciencia de las artes marciales significa practicarlas de tal forma que sean útiles en cualquier ocasión, y enseñarlas de tal forma que sean útiles en todos los caminos”. Es así que se desbarata la idea de que las artes marciales son disciplinas creadas exclusivamente para la defensa física. Los samuráis no solo se dedicaban al entrena
Los samuráis no solo se dedicaban al entrenamiento del cuerpo, sino que le otorgaban mucha importancia al desarrollo de otras artes. Pilar Cabañas, profesora de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, señala que “en los códigos del samurái, como Lecturas elementales sobre el bushido de Daidoju Yuran (1639 -1730), se decía que la fuerza sola no bastaba, que era necesario que este supiera de ciencia, conociera la poesía y practicara la ceremonia del té”.
Conocemos también que la pintura y el shodo (arte de la caligrafía) eran aficiones importantes en las vidas de los guerreros.
El vínculo entre el arte y la guerra —a la cual también consideraban un arte— fue haciéndose necesario entre los guerreros para encontrar un equilibrio entre la rigurosidad y el orden, entre la sensibilidad y la imaginación.
—Dedicación y rigurosidad—Hoy, en un mundo menos violento, los conceptos del bushido se han adaptado y se cultivan en los miles de dojos (lugares en los que se practican artes marciales) alrededor del mundo. La rigurosidad y la dedicación se mantienen, así como el deseo de compartir este conocimiento. Tal es el caso de Isao Furuya, sensei 7mo dan de kendo, quien vive en Tsukuba, Japón y visita el Perú cada año para guiar a la selección nacional. En medio del entrenamiento, reúne a los seleccionados y tras una breve explicación técnica, les dice: “El kendo requiere de una gran concentración física y espiritual. Aquí y fuera del dojo tienen que demostrar una total entrega. Debe existir un pleno agradecimiento y respeto por la persona que practica con ustedes. Él o ella recibe sus golpes cuando podría estar en casa descansando, así que por cortesía entreguen todo al entrenar”.
La rigurosidad y dedicación que fomentaron los samuráis aparece en cada arte marcial. Son muchísimos los casos de personas que dedican su vida entera al kendo y aunque no todas formen parte del mundo competitivo, se mantienen firmes en sus entrenamientos, pues encuentran una fuente de formación mental que les ayuda en todos los aspectos de sus vidas.
Mochida Moriji (1885-1974), sensei 10mo dan de kendo, escribió un testimonio en el que aseguraba que le tomó cincuenta años conocer la bases del kendo. Y cuando su cuerpo dejó de responderle, fortaleció el entrenamiento del corazón. Un entrenamiento espiritual que le permitió seguir cultivando este arte hasta el día de su muerte.
En el gimnasio los hombres y mujeres siguen enfrentándose entre ellos. Detrás de la fuerza física, lo que los mueve, en realidad, es una incansable formación espiritual. Tal vez, después de muchos años de entrenamiento, podrán acercase a la plenitud y comprender las reflexiones que famosos samuráis han dejado en sus escritos.