
La noticia de su muerte ocupó dos veces las primeras planas de El Comercio. La primera vez, el 7 setiembre de 1935, un día después de su fallecimiento en Rosario, Argentina. Angélica Palma había viajado al país del sur para ofrecer conferencias y acompañar la inauguración de un busto en bronces de su padre, don Ricardo Palma, frente a la amplia avenida Del Libertador, en Buenos Aires. “Escritora de ingenio sutil, castizo lenguaje, facilidad en el diálogo y exquisita sensibilidad femenina, tuvo por maestro a su padre, del que adquirió la misma clásica serenidad de pensamiento e idéntica maestría de expresión, que hicieron de ella la germinal noveladora americana de nuestra época”, dice la nota.
La segunda oportunidad ocurrió meses después, el 22 de marzo, tras la repatriación de sus restos. En el multitudinario sepelio, estuvieron presentes un edecán del presidente Óscar R. Benavides, además del ministro de Educación, el alcalde de Miraflores, sus compañeras del Consejo Nacional de Mujeres, representantes del magisterio, además de reconocidos intelectuales, representantes del movimiento obrero y miembros de la familia. Allí, en los sentidos discursos se repetían elogios sobre la “finura” y “gracia bondadosa” de la autora, pero especialmente sobre su “devoción filial por su progenitor”, de quien fue “celadora y vestal”. En aquellos funerales, pocos destacaron sus logros literarios, nadie recordó, por ejemplo, su pertenencia a la Academia de Buenas Letras de Barcelona o su encomienda de la Orden de Alfonso XII, concedida solo a intelectuales de alta talla. Su consagración al cuidado y a la difusión de la obra de su padre eclipsó al final sus propios logros.
“Que la vieran como una escritora fue como una concesión para la élite ilustrada de su tiempo”, dice la escritora Giovanna Pollarolo, investigadora en la obra de Angélica Palma y responsable del prólogo de “Tiempos de la Patria Vieja”, primera edición nacional de una novela que nos llega con un siglo de retraso.
Vieja pero actual
Quizás el título del libro pueda sugerir al lector contemporáneo una nostálgica celebración del pasado, a la manera de un vals criollo pasado de moda. Nada más alejado de eso: “Tiempos en la Patria Vieja” fue en su tiempo una confrontación con aquella “Patria Nueva” que intentó fundar el presidente Augusto B. Leguía, 100 años después de la independencia.
Curiosamente, Pollarolo descubrió la obra de Angélica Palma en sus estudios de la Maestría de Literatura en San Marcos, a partir de un recorte de prensa del diario El Comercio. Publicado el 6 de diciembre de 1924, daba cuenta del fallo del “Concurso Literario del Centenario”, tomando nota de las declaraciones del jurado integrado por Luis Varela Orbegoso, Juan B. de Lavalle y Luis Alberto Sánchez. “Dos novelas llamaron particularmente nuestra atención: ‘Por la estirpe’ y ‘Tiempos de la Patria Vieja’. Ambas reúnen las condiciones requeridas de fondo y forma”, señalaban los expertos, que acordaron otorgar el primer premio ex aequo.

Sin embargo, a Pollarolo le pareció extraño que, después de un anuncio tan expectante, las novelas ganadoras hayan desaparecido de nuestra memoria. El gobierno leguiísta, responsable de la convocatoria, nunca editó los libros ni entregó el premio económico prometido.
“Tiempos de la Patria Vieja” salió de imprenta dos años después, editado por el sello Nuestra América de Buenos Aires. Inscrita en el marco de la novela histórica, siguiendo el modelo de Benito Pérez Galdós, es la historia de una familia limeña, de vieja cepa española, ganada por la independencia: el hijo por fervor patriótico, la hija por el amor a un soldado de San Martín. Mientras tanto, don Rodrigo de Hinestrosa, el anciano padre fiel a su rey, es incapaz de comprender el momento histórico. La novela se inicia en el tranquilo hogar familiar y termina en el campo de batalla, donde padre e hijo combaten en bandos opuestos.
Leyendo un inhallable ejemplar, Pollarolo descubrió que, a diferencia del relato historiográfico oficial, enfocado en una gesta épica, el texto de Palma da cuenta de una contienda entre conocidos, una guerra civil que desgarró a las familias criollas por dentro.
Una independencia propia
Pero la novela oportunamente editada por el sello Maquinaciones tiene además, para Pollarolo, un muy personal vínculo con la propia biografía de la autora. Según la investigadora, esta novela sobre la ruptura con el Antiguo Régimen le sirve a Palma para definir su emancipación frente a su propio padre, el célebre tradicionalista.
“Ella escribió muchos años bajo el seudónimo de Marianela en la revista ‘Variedades’, sin que su padre lo supiera”, recuerda Pollarolo, quien atenta a los testimonios de época y a la actividad de la escritora, deja claro que la autora, tras la muerte de su padre, aprendió a combinar su papel de “representante” y de artista.
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Ficha de libro
“Tiempos de la Patria Vieja”.
Autor: Angélica Palma
Editorial: Maquinaciones
Páginas: 176