A 200 km de Lima, se yergue un complejo tramado urbano, el más antiguo de la región: la Civilización Caral surgió en nuestro continente casi en simultáneo con otras del viejo mundo (Mesopotamia, Egipto, India y China). La principal gestora del estudio y protección de esta zona arqueológica, conoció muy pequeña otros asentamientos de alto valor bajo la guía de su padre.
Ruth Shady Solís, doctora en Antropología y Arqueología y Licenciada en Educación por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, cuenta que juntos visitaban diversos sitios arqueológicos, muchos de ellos ubicados en zonas donde se veían fuertes contrastes socioeconómicos entre la población rural y los habitantes de las ciudades: “Pero lo más impresionante fue cuando [mi padre] me hacía notar el modo de vida actual, de marcada pobreza, visible en las viviendas y los niños sin la ropa y alimentación adecuadas, algo muy diferente en relación con los destacados edificios arqueológicos monumentales de la población que habitó ese territorio en períodos antiguos. ‘Mira, hija, cómo vivían en los pueblos del pasado y cómo viven ahora en el presente, ¿notas esas diferencias, por qué en lugar de seguir avanzando han retrocedido y no tienen un modo de vida adecuado?’”.
Ex jefa de Investigaciones y ex directora en el Museo Nacional de Arqueología y Antropología del Perú, docente de San Marcos, ex directora del Museo de Arqueología y Antropología (1997-2002) e investigadora de Caral desde 1994, Shady logró en 2001 que la zona sea declarada de preferente interés nacional la investigación, conservación y en 2006 gestionó la declaración de preferente necesidad pública la investigación, conservación y puesta en valor de la Civilización Caral, declarada Patrimonio Mundial en 2009.
La actual directora de la Zona Arqueológica Caral comenta que, además de las visitas de campo con su padre, las colecciones de libros de historia que este le obsequiaba sirvieron también para hacerla soñar con el descubrimiento de ciudades enterradas: “Posteriormente, en mi colegio, Juana Alarco de Dammert, mi interés siguió creciendo al formar parte del pequeño grupo que eligió visitar museos, en lugar de integrar equipos de deporte, danzas y música. Años después, en San Marcos, pude incrementar mi experiencia y formación mediante las clases de los excelentes profesores que se asignaban a los cursos de estudios generales: con Javier Pulgar Vidal pude confrontar la diversidad ecológica de la cuenca del Rímac, viajando desde Lima a Cerro de Pasco y haciéndonos bajar en cada nueva zona ecológica para caracterizar las diferencias medioambientales y de recursos”.
La obra de otros estudiosos peruanos como Ella Dunbar Temple y Augusto Salazar Bondy; así como, posteriormente, de Jorge Muelle, José Matos Mar, Luis Lumbreras y el ucraniano John Murra fueron trascendentales para cuajar su vocación, cuenta.
Precisamente con su propia obra científica, Shady, Premio Nacional L’Oréal – UNESCO – CONCYTEC – ANC – “Por las mujeres en la Ciencia”, señala que espera aportar a conocer las tecnologías aplicadas en el Perú antiguo, implementar redes de intercambio de productos y promover una formación con identidad. “El patrimonio arqueológico no solamente tiene un valor turístico y económico, sino, sobre todo, es importante para recuperar la información histórica y conocer cómo se manejó el territorio de este país a través de miles de años, pues es megadiverso en sus características geomorfológicas, ambientales y de recursos, y nuestros antepasados produjeron conocimientos y tecnologías apropiadas para lograr la continuidad de la vida en donde habitaron, así como su desarrollo. Para ello, vieron necesario, también, tener una participación social organizada, con autoridades civiles y políticas y crear ideologías religiosas que sustentaran la permanencia del sistema social que se implementó en cada parte del país con culturas e idiomas diferentes pero con una visión de integración social para beneficio compartido. Así, tuvimos la Civilización Caral, la más antigua de América, las culturas Moche, Tallán, Lima, Nasca, Kuelap, Recuay, Huari, Puquina, Inca, etc.”, precisa.
Sin embargo, señala, en la actualidad ese equilibrio y desarrollo armonioso se ha perdido después de los 300 años de colonización. La creciente migración hacia Lima y el abandono del territorio en el interior, precisa, con un 75% de campos de cultivo desaparecidos y sin que Lima tenga las condiciones para absorber la mano de obra hacinada en los pueblos jóvenes y cerros, es expresión de ello.
Pese a ello, la investigación arqueológica, indica, es capaz de “contribuir a impulsar los cambios con visión de la realidad y sus recursos, y lograr el desarrollo más armonioso en nuestro amado Perú”. Este, confiesa Shady, espera que sea parte del legado de su trabajo.
La lista Científicas Peruanas es proporcionada por el Concytec, en base a la información autodeclarada por las científicas en el Registro Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Renacyt).