Eugene Cernan, comandante del Apolo 17 –tripulado también por Harrison Schmitt y Ronald Evans-, fue el último ser humano en posar sus pies en la Luna y el primero en escribir unas letras sobre su superficie. De sus 82 años de existencia, 566 horas las vivió en el espacio y 73 de estas en el satélite terrestre de 3.476 kilómetros de diámetro. Al arribar a terreno lunar exclamó: “¡Dios mío, esto es increíble!”.
Cernan, ingeniero y capitán de la Armada estadounidense, quien viajó tres veces al espacio, ya había formado parte de la misión del Apolo 10, que voló sobre la Luna y comprobó que un alunizaje era posible. Dejó toda la información expedita para que el Apolo 11 se llevara la gloria.
Fueron 12 hombres los que pisaron la superficie lunar, pero Neil Armstrong –el primero- y él, el último, serán recordados por esas singularidades. Cernan declaró en 1997 que (los humanos) estábamos en capacidad de llegar a Marte y dijo también: “al mirar atrás recuerdo este último viaje a la Luna con un poco de nostalgia”.
Las palabras olvidadas de Cernan
Al abandonar la Luna, mientras subía por las escalinatas del módulo lunar “Challenger”, Cernan se animó a pronunciar una breve alocución, cuyas frases finales decían: “Este desafío estadounidense de hoy ha forjado el destino del hombre del mañana”. Y claro que se había ganado el derecho de “su propio discurso”: había sido el tercer hombre en caminar en el espacio y una de las tres personas que viajaron dos veces a la Luna.
Refiriéndose a aquel histórico momento, El Comercio tituló: “Una montaña de 1.500 metros visitaron los astronautas en su último paseo lunar”. A 384 mil kilómetros de nuestro planeta, luego de una exploración final, los astronautas Cernan y Schmitt subieron al módulo de exploración Challenger”. Eran las primeras horas de ese 14 de diciembre.
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La fe de Cernan
Interrogado alguna vez sobre qué era lo que más recordaba de sus caminatas por la Luna, expresó: “En primer lugar, la extraordinaria belleza y majestuosidad de la Tierra vista desde la Luna. No puede describirse con palabras, pero a mí me convenció de que todo esto no puede ser un accidente, tiene que haber algo más grande que nosotros, un Creador del Universo, me da igual cómo lo llamemos”.
Cernan, quien empezó su carrera en la NASA en 1963, realizando su primer viaje como parte de la misión Gemini 9, durante su estadía en la Luna quiso perpetuar el amor para su hija escribiendo las iniciales TDC –Teresa Dawn Cernan- sobre la superficie del satélite. Estas letras probablemente permanezcan siglos en el llamado Valle Taurus Littrow.
El número 17 estuvo ligado a su vida hasta el final. Fue el número de la misión Apolo que lo llevó a la Luna y fue el número del año en que partió de la Tierra: el 2017, un 16 de enero. Y que otro día podría haber sido que un Lunes (día de la Luna en latín). Cernan se fue con la medalla de haber sido el último hombre en haber pisado el satélite natural de nuestro planeta…por el momento.
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