Aunque nunca estudió actuación profesionalmente, Magaly Solier (Huanta, Ayacucho, 1986) es una de las más destacadas actrices peruanas. Tampoco estudió canto formalmente y, sin embargo, su voz es capaz de estremecer profundamente a cualquier espectador. Magaly ha participado en más de 20 películas, ha grabado dos discos (“Warmi” y “Coca Quintucha”), acaba de terminar las grabaciones de dos cintas nuevas y está preparando un tercer álbum de canciones infantiles en quechua. Ahora, este 20 de octubre, en el marco del tercer Festival de la Palabra PUCP (del 19 al 23 de octubre), presentará un nuevo concierto escénico.
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Cuéntanos un poco más sobre este espectáculo, donde combinarás el canto con la actuación.Sí, haré una mezcla de expresión corporal, actuación y, canto. Interpretaré doce personajes, como la vez anterior. Será parecido “Ricchari Warma”, pero esta es una propuesta más madura, los personajes ya están pulidos y condensados. Además, durará menos tiempo, así que he afinado varias cosas para que todo fluya con mayor velocidad. Porque me pongo en el lugar del público, ¿no? Y pienso, si el show empieza a las nueve de la noche, a eso de las diez y media ya estarán muertos de sueño… [risas].
¿Y qué de qué irá el concierto? ¿Qué canciones vas a cantar?Voy a hablar sobre el problema de la mala calidad de la televisión peruana, la igualdad de género, la no violencia contra la mujer, la idea de la belleza femenina... Para esto, te cuento, salí a preguntar a las mujeres de Ayacucho qué es para ellas una mujer hermosa, ¿una mujer voluptuosa como las que salen en la televisión? …porque tengo que ir a la realidad e investigar para poder componer y actuar, para hacer algo realmente significativo. Siempre, antes de empezar un proyecto, me pregunto qué es lo que quiero mostrar, de qué temas quiero hablar; no es que diga “me gusta esta canción, así que voy a cantarla”, no. Primero analizo las letras de las canciones, si aportan algo y, si no, me pongo a componer yo misma para poder tejer una continuidad de canción a canción.
Voy a cantar canciones de mi disco “Coca Quintucha” (2015) que está en cinco o más idiomas: quechua, aimara, asháninca, muchik y castellano; y posiblemente añada también un poco de awajún y otras lenguas más que estoy aprendiendo. Porque lo que quiero con este concierto es que el público tome consciencia sobre el valor de nuestras lenguas y culturas ancestrales; además, mi reto personal como peruana es aprender la mayor cantidad de lenguas nativas.
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¿Y cómo estás aprendiendo todas esas lenguas?Pues con el profesor Google [risas]. Bueno, siempre investigo todo lo que puedo por internet y también recurro a antropólogos y a lingüistas.
Volviendo un poco a lo anterior, en alguna entrevista leí que solo aceptas papeles que tengan algo que enseñarte a ti y al público. ¿Qué es lo que has aprendido de todos los personajes que interpretaste? ¿Cuál fue el que te enseñó más?De cada personaje que me ha tocado interpretar he aprendido porque gracias a ellos he conocido la realidad del Perú y de otros países. Es que, como te digo, para armar un personaje, hago una investigación, salgo al campo, a la ciudad, busco en internet, hablo con especialistas… Nunca me quedo contenta con el guion, porque para mí, el guion es una maqueta, yo siempre voy más allá. Busco miles de herramientas en las cuales apoyarme a la hora de actuar. Y eso es justamente lo que les enseño a mis alumnos, que cada personaje te tiene que alimentar y ayudarte a ser mejor actor y persona.
No sabía que estuvieras dando clases de actuación…Sí, hace dos meses recién empecé a dar clases en Ayacucho, sobre todo a niñas y niños que han sufrido abusos y abandono. Son chicos muy inteligentes que sacan muy buenas notas. La Unesco es la que me está apoyando con este tema. Es que hace poco postulé para ser Artista por la cultura y la paz de la Unesco. Para mí es un regalo grandísimo me hayan aceptado, ellos me apoyan muchísimo para sacar adelante los proyectos que propongo.
Hace unos meses, estuviste grabando dos películas nuevas, “Retablo” y “Vivir ilesos”, para los cuales tuviste que cambiar bastante tu aspecto físico. Cuéntanos un poco sobre ellas.Sí, tuve que subir entre 25 y 30 kilos, pero no fue para ninguna de estas dos películas, sino para otra, pero todavía no puedo decir nada. Después, para “Vivir ilesos” tuve que bajar como 29 kilos. Bajé solo comiendo cosas sanas, no he seguido una dieta estricta. Comiendo quinua y kiwicha, tomando bastante agua, y quitándome el azúcar, las gaseosas y toda la comida chatarra, así bajé al toque de peso. Y luego, para “Retablo”, tuve que engordar otra vez ocho kilos. Cuando me propusieron participar en esta película, leí el guion y pensé “otra vez la misma mujer andina que tiene que cocinar, limpiar y dedicarse al esposo”. Y le dije al director [Álvaro Delgado-Aparicio] “me gusta el personaje porque es muy bonito, es una madre cariñosa, pero ¿qué más?”. Así que le llevé una propuesta, armé mi propio perfil del personaje, y le dije que yo quería representar a la verdadera mujer andina que, tanto psicológica con físicamente, tiene dificultades. Entonces, para mostrar esto, le propuse que el personaje no pudiera caminar, que tenga que sostenerse en un bastón, que no sea un estereotipo. Las mujeres andinas somos complejas y tenemos los mismos problemas que las demás mujeres del mundo, pero lamentablemente eso no lo muestran porque no la conocen, no van más allá. Solo muestran lo que para ellos es la mujer andina. En los andes hay muchos casos de mujeres con alzheimer, hay mujeres que perdieron las piernas, los brazos, la vista, la audición a raíz del terrorismo, y nadie toca esos temas. Así que le dije “yo te propongo este personaje”, y es totalmente distinto a todos los que hasta ahora se han mostrado de la mujer andina.
Y en “Vivir ilesos” interpretas un personaje totalmente distinto, una mujer limeña que es estafadora…Sí, este personaje es una estafadora, pero es tremenda, una maldita... [risas]. Interpretarla fue bonito, gocé mucho con ella; claro que también hubo muchas escenas bien difíciles, pero no es un personaje que me haya demandado mucho esfuerzo a la hora de darle vida. Cuando grabábamos me dije “a ver si algún día pongo en práctica lo que he aprendido y me pongo a estafar como ella” [risas].
Tu siguiente proyecto es un disco de canciones infantiles en quechua. ¿Son composiciones propias o tomas canciones de la tradición oral?Sí, será quechua. Claro, son mías, no hay, al menos yo no he encontrado, canciones para niños en quechua. Ojalá pueda sacar el disco en muchas otras lenguas del Perú también, es una ambición gigantesca, pero no imposible. Me hace ilusión. ¡Es una chambaza volver a ser niña! Así que recurrí a mis hijos y si a ellos les gustaba, si cantaban y bailaban, es porque la canción iba por buen camino. Y si mi hijo mayor no entendía una palabra, la cambiaba por otra. Recién le he mandado a Cali [Flores, su productor] las canciones para que me ayude con los arreglos; espero que lo pueda sacar pronto.
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