Por Alessandra Miyagi
Proveniente de una ilustre familia de músicos, Alejandro “Pochi” Marambio inició su carrera profesional a los 17 años, cuando estudiaba pintura en la Escuela de Bellas Artes. Desde entonces, el líder de la legendaria banda de reggae Tierra Sur no ha dejado de cantar, fiel a su estilo libre y auténtico.
Empezaste cantando jazz y blues, ¿cómo decidiste formar una banda de reggae, además, en esa época cuando el género no era muy conocido en el Perú?Como mi padre era músico, teníamos en casa discos de spirituals, góspel, rhythm and blues, y también de Harry Belafonte y de calipso, que es un ritmo jamaiquino de los años cincuenta. Entonces, desde chico ya estaba familiarizado con estos géneros. Después, en los sesenta o setenta, descubrí el ska y el reggae; en esa época estaba de moda en la radio “I Shoot the Sheriff”, interpretado por Eric Clapton, sabíamos que la canción no era de él, y cuando averiguamos que era de Bob Marley, todos queríamos saber qué otras canciones tenía porque era sensacional. Luego, en el 73, cuando vivía en Cusco, conocí ya a Bob Marley, Burning Spear y Steel Pulse porque los mochileros llevaban sus casetes. Lo que me encantó del reggae fue que puedes abordar cualquier tema; en otros géneros solo puedes hablar del amor, en cambio en este puedes decir “tengo frío”, “le canto a Dios” o “es bueno comer sano”, hablar sobre la solidaridad… Desde ahí empecé a componer reggae. Cuando volví a vivir a Lima, era consciente de que no había público ni músicos que tocaran este género, pero seguí componiendo. Acumulé decenas de canciones, escogí las mejores y armé mi repertorio básico. En el 87, cuando por fin llegó a Lima el disco “Legend”, de Bob Marley —él ya había muerto como siete u ocho años atrás— me di cuenta de que si estaba el disco, era porque ya había un público para el reggae. Entonces empecé a cantar mis canciones solo con mi guitarra en bares de Barranco.
Desde sus inicios, Tierra Sur se formó como una banda familiar: estaban tu entonces esposa Claudia Oquendo y su hermano Abelardo. Ahora tus cuatro hijos tocan contigo. ¿Cómo es tocar y compartir escenario con ellos?Sí, Abelardo fue quien me animó a formar la banda, fue muy generoso. Pero solo estuvo unos seis meses, luego se casó con Iris Ibárcena que también hacía coro en Tierra Sur, y se fueron a vivir al extranjero. Todavía no conseguía músicos que tocaran reggae, entonces, opté por buscar amateurs pero que les encantara el género. Con ellos y con Claudia continuamos la banda, y ya en el 89 grabamos “Reggae 1”, el primer disco, en un garaje. En los primeros años, conté también con músicos profesionales pero que no tenían mucha afinidad con nosotros, ahí me curé y dije “Ahora solamente van a entrar a la banda personas de onda ‘pochitiva’” [risas]. Es bien importante la química. A veces hay alguno que entra por conveniencia, y termina saboteando la banda. Me ha pasado alguna vez, pero son personas que no van con el reggae. Claro, el texto es amor, paz, espiritualidad, pero en el camerino están peleándose… Después ya entraron mis hijos. Los mayores han sido los maestros de los menores. Ahora somos cuatro hijos y yo; y dos más que no son hijos, pero que ya están tiempo con nosotros, y sí se siente como una familia. Entre los gemelos [Noel y Alec] hay una conexión especial. Por ejemplo, una vez estábamos tocando en un escenario enorme, yo estaba más cerca de Alec y quería decirle algo a Noel, pero él no me miraba, entonces le hago una seña a Alec, él levanta la mirada y Noel voltea [risas]. Son cosas así. Ellos están más conectados que otras personas. Pero también entre los cuatro se entienden muy bien. Por ejemplo, Andrei y Noel tocan el bajo… ¡Tengo dos bajos!, que es como poner dos baterías en el mismo escenario. Pero ellos se las arreglan: uno hace las notas graves, el otro las agudas; o uno a veces hace acordes; y cuando la canción es fuerte, hacen un unísono grave y suena devastador, por ejemplo en “Piraña”.
No muchos saben que además de músico eres pintor. ¿Piensas exponer de nuevo?Bueno, he sido músico y pinto paralelamente. Me ganaba la vida con la música desde muy joven. Cuando estaba en el colegio, toqué clarinete y me dieron una beca escolar por siete años. Después, mientras estudiaba en la Escuela de Bellas Artes, tocaba en clubes nocturnos. Empecé a los 17 años y tuve que pedir un permiso notarial porque era menor de edad. Siempre me ayudé con la música, podía tocar una o dos noches a la semana y con eso ya me alcanzaba. Cuando ya empecé a exponer, no vendía los cuadros; solamente en una época vendí muchos, gracias a Élida Román quien dirigía la Galería 9. Entonces dejé de tocar porque ya no necesitaba el dinero; o sea, que lo económico ha tenido mucho que ver en mi desenvolvimiento. Si hubiera tenido éxito en la pintura, seguro solo tocaría como un hobby. Sigo pintando, y sigo sin vender… [risas]. He hecho como 14 o 15 muestras individuales, y siempre me prometo ya no hacer más porque no vendo. Los cuadros que tengo los voy vendiendo en casa, entre amigos, pero eso es muy lento. A veces regalo mis trabajos a gente que estimo bastante.
Raquel también estudia pintura y Andrei, música. Parece que tus hijos siguen tus pasos. Sí, ella pinta mucho mejor que yo, tiene una coherencia que yo nunca he tenido. Y estudia bastante, se preocupa no solo del acto de pintar, sino también sobre todo lo que conlleva, el sentido detrás de cada trazo. Ha terminado el semestre con una nota brillante. Y sí, Andrei también estudia música. A los dos les falta poco para terminar. De hecho, los cuatro hacen mejor que yo esas cosas. Siempre quise tocar la guitarra con un nivel como el de Alec, pero nunca pude. Igual con el bajo, como Andrei y Noel; con la voz, como Raquel. He pasado por esos instrumentos y canto, pero no me considero un cantante. Hay cosas que me salen bien como el jazz, el rhythm and blues, pero en el reggae no interesa tanto la perfección técnica, sino más el feeling.
¿Cómo ha hecho Tierra Sur, una banda independiente, para mantenerse vigente durante 27 años?Cuando ingresan a los circuitos comerciales, la industria pervierte a muchos artistas y géneros porque lo que le interesa es vender, entonces les dicen “No hagan nada serio, solo diversión”. Eso es lo que pasó, por ejemplo, con el reggaetón. Sus videoclips muestran ropa carísima, joyas, autos lujosos, porque eso les permite ser financiados por empresas que venden esa ropa, esas joyas, esos autos. Todo es ostentación y falso éxito. Pocas personas saben que el reggaetón parte del reggae dancehall o del ragamuffin, que nació del pueblo, y que sus canciones hablaban sobre el problema de la delincuencia y la necesidad. Todas esas tendencias de ropa vieja y sin maquillaje son saboteadas por la industria, porque cuando estas se ponen de moda, ellos dejan de vender. Por ejemplo, cuando estuvo de moda el grunge o el rock alternativo, hicieron rápidamente una campaña para revivir el disco dance, y lo lograron. Los artistas lo sabían, lo sabía Kurt Cobain, Smashing Pumpkins, pero no iban a hacer una contracampaña para vender porque la onda de ellos no era esa. Afortunadamente, eso no nos pasó a nosotros; el 9 de enero cumpliremos 28 años. Algunos me preguntan qué estrategia he usado, pero sinceramente, es gracias al repertorio que nos hemos mantenido. Nuestras canciones pasan de generación en generación, gustan a los adolescentes e incluso a los niños. Ya cuando se hacen mayores, Tierra Sur se convierte en un bonito recuerdo, dejan de ir a los conciertos, pero transmiten las canciones a sus hijos. Pero también hemos pasado por experiencias desagradables. Es que en esta industria hay mucha explotación por todos lados. Por ejemplo, al principio, los programadores de radio no querían poner ni una canción nuestra porque decían que a la gente no le gusta el reggae. Pero cuando Pete The Beat, de Radio Reggae, la puso de moda en su programa, el público comenzó a llamar para pedir la canción, luego la pedían a otras emisoras. Y ellos me empezaron a llamar para que les envíe discos, y cuando iba, todos me decían que ellos habían descubierto la canción y que la habían puesto de moda. Entonces, imagínate, yo en un mundo así… Era muy desagradable estar hablando con un presentador de radio y no poder decirle “Oye, no mientas”, porque estábamos al aire. Ese mundo es así, hay una hipocresía de la que tienes que participar, seguirles la corriente para que te ayuden a difundir tu trabajo; y todos luego empiezan a exigirte que hagas presentaciones gratuitas porque “te han hecho famoso”. Muchos artistas se someten porque tienen miedo de pasar de moda. Afortunadamente, todo eso ha cambiado con el internet y las otras plataformas de difusión.
Justamente han distribuido su último disco por internet. El año pasado, luego de diez años de silencio, Tierra Sur lanzó “Seven Days Beneath the Sun”. Todas son canciones en inglés, ¿a qué se debe este cambio?Sí, lo hemos distribuido por plataformas digitales como Spotify y el App Store. Bueno, son en inglés porque muchos de los artistas internacionales con quienes hemos compartido escenario, nos decían que les gustaba mucho nuestra música, pero que no podían apreciarla totalmente porque no entendían las letras. Nos decían que teníamos que cantar también en inglés, que en todas partes, las bandas tocan en su idioma nativo pero también en inglés para internacionalizar su trabajo. Lo entendimos, y nos lanzamos. Partí de letras ya hechas porque a diferencia de la música, componer la letra me cuesta. Cada una de estas canciones corresponde a un día de la creación, más un salmo de David y dos párrafos de Salomón. Lo saqué de una “Biblia” judía traducida directamente de los idiomas antiguos al inglés moderno. Entonces tiene la rima y fluye como habla la gente ahora, porque cuando quise hacerlo con biblias en castellano o en inglés antiguo, no fluía porque la sintaxis, el vocabulario, todo eso está en desuso, entonces suena extraño. Tenía las canciones ya hace muchos años. En 2004, cuando produjimos el disco “Le pediste a Dios”, aprovechamos para grabar las bases que componen este nuevo trabajo. Y bueno, cuando tenía plata, me iba donde Wuicho [García, productor musical] y le cambiaba el sonido de la guitarra por una que tocaba Alec, por ejemplo, y así fui armándolo. Ha sido un trabajo larguísimo por falta de presupuesto y también porque sabía que no iba a vender o que le iba a hacer un obsequio a los piratas [risas]. Entonces, dije “Que baje un poco la piratería y lo saco primero por internet”.
Acabas de publicar el libro infantil “Waldo, el búho periodista”. ¿Por qué decidiste escribir canciones para niños?Por la demanda. Como te dije, Tierra Sur gusta mucho entre los jóvenes e incluso los niños. A veces, algunos padres me preguntaban si sus hijos podían entrar a los camerinos, porque está prohibido que entren los menores a los bares. Tenían como 12 años y ya querían estar en el concierto… Ahí me di cuenta de que tenemos que hacer conciertos para chicos o para adolescentes en parques, de día, sin trago. Lo malo es que cuando uno quiere hacer este tipo de conciertos familiares, encuentra muchos obstáculos. Cuando uno le propone esto a una municipalidad, ya está todo coimeado y arreglado; solo algunas municipalidades aceptan. Pero también hay problemas burocráticos. Entonces se me ocurrió esta idea de hacer una canción donde cuente una pequeña historia, y de plasmarla en un libro ilustrado. Y bueno, como también soy pintor, yo mismo hice las ilustraciones. Me reuní con Germán Coronado, editor de Peisa, le propuse mi idea y le encantó. Me dijo “Hay que hacer seis”. “Waldo, el búho periodista” es el primero. El libro viene acompañado de la canción, que la puedes bajar de internet. Cada dos meses voy a ir entregando uno. El siguiente es “Colibrí”, luego viene “La luna”, canciones de Tierra Sur que compuse hace mucho. Mientras tanto, voy trabajando en canciones nuevas, una es tomada de la historia antigua de mi familia, cuando mi abuelo dirigía una orquesta de circo.
LA DEL ESTRIBOEL DOCUMENTAL¿Cómo va el 'rockumental' de Tierra Sur que dirigirá el cineasta Antonio Rodríguez?No tengo idea de cuándo saldrá. Es bien difícil saber, teniendo en cuenta que el proyecto pretende hacer documentales sobre 12 bandas emblemáticas peruanas, además de un concierto grande para cada una. Nos incluyeron como una excepción porque nosotros no tocamos rock. Ya me hicieron las entrevistas, también grabaron a la banda en el parque como para tener tomas de apoyo, luego nos toca grabar el concierto grande. De acuerdo a cómo ellos lo tengan programado, nos llamarán. Yo les pedí que sea algo popular, si es posible, que sea gratis y en un parque porque no me identifico con las discotecas. Aunque sea mejor pagado, no me identifico con el público, con el estado en el que está la gente. Cuando nos invitan a tocar, prefiero que sea temprano, cuando la gente no está borracha porque no se da una conexión de verdad, sino que ellos necesitan un acompañamiento para su juerga. No estoy en contra de eso, tampoco, pero no siento la misma comunicación como cuando alguien está lúcido escuchando mi música.