Las ‘aguas medicinales’ estuvieron presentes desde épocas remotas, no solo en la Grecia antigua, sino también en China y la India, entre otras grandes civilizaciones. En el Perú se cree que el emoliente se originó en la Colonia tardía. Según el historiador Alexander Ortegal, esta bebida era ya vendida en las calles de Lima en el siglo XIX. Siempre fue una infusión de carácter medicinal que, en un principio, se expendía en tiendas, y luego en carretillas, como hoy.
—La enemiga del colesterol—Ningún emoliente prescinde de la linaza, una semilla apreciada desde siempre, tanto que los fenicios ya la trasladaban a Europa hace milenios debido a sus propiedades. En forma de aceite, es el vegetal que más contiene los famosos omegas 3 y 6, los que se hallan en el pescado azul y ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares y controlar la presión arterial. La linaza es, además, antiinflamatoria y antidiabética (mellitus). Hay respaldo científico en cuanto al efecto del aceite de linaza en la reducción de los ácidos grasos libres, el colesterol y los triglicéridos. Con semejantes bondades, la linaza en cualquiera de sus preparaciones es ya un beneficio.
—Cebada para bajar de peso—Otro ingrediente de esta bebida es la cebada, un cereal que posee unas sustancias llamadas betaglucanos y arabinoxilanos, que pueden ayudar a la prevención de hiperglucemia y a reducir el colesterol total. La cebada es una excelente fuente de proteínas y minerales, en particular de fósforo, que puede absorberse bien en nuestro cuerpo. Contiene también ácido butírico, que promueve la salud intestinal y la mejor formación de la masa fecal. Posee tocoferoles, que ayudan a prevenir el cáncer de mama; y lunasina, un péptido que colabora con nuestro sistema inmune en la prevención de diversos tipos de cáncer.
Seguro ha escuchado que muchos alimentos pierden sus nutrientes y propiedades cuando se cocinan; en el caso de la cebada no es así: esta puede conservar sus valores nutritivos y bioactivos. Por si fuera poco, hay investigaciones científicas que avalan las propiedades de la cebada (en particular integral y tostada) para bajar de peso. Los ácidos ferúlico y cumárico tienen un efecto en la reducción de la adiposidad de la piel, de modo que es posible que pueda prevenir la acumulación de tejido graso en músculos, hígado y nuestro sistema cardiovascular.
—Alfalfa contra la anemia—Un buen emoliente debe tener alfalfa, toda una maravilla en nutrición. Sus proteínas superan a las de la espinaca. En la India y el Congo, por ejemplo, se viene usando la alfalfa en poblaciones infantiles con excelentes resultados. Además, es una fuente rica en vitaminas A y E, de modo que podría prevenir enfermedades oculares.
Ahora que el Minsa combate la anemia, puede considerar las propiedades de la alfalfa en esta lucha, tal como se viene experimentando con niños de Huancavelica y con muy buenos resultados. Y es que por cada gramo de alfalfa hay 8 mg de hierro. Aunque no es un hierro de origen animal —el más efectivo antianémico—, la alfalfa es una gran ayuda.
—El limón y la osteopenia—Los emolientes son coronados con un chorrito de limón. No solo es una de las mejores fuentes de vitamina C, sino que contiene lisina, la cual ayuda a fijar el calcio en nuestro organismo, de modo que puede contribuir al desarrollo de los huesos de nuestros hijos; pero, además, puede prevenir osteopenias e inclusive osteoporosis en particular en mujeres adultas mayores.
Y, si se lo prepara con parte de la cáscara, mejor, pues ella tiene más flavones que la misma pulpa o zumo, lo que constituye un excelente boost para nuestro sistema inmune. Por otro lado, los aceites del limón pueden prevenir cálculos renales. Contrario a lo que muchos piensan, el limón no acidifica, sino alcaliniza. El limoneno, una sustancia del limón, protege y conserva el hígado y los riñones.
Una última recomendación. Si lo bebe en el emolientero, dígale que no le eche azúcar, ni edulcorante ni estevia. Lleve panela o una tapa de nuestra tradicional chancaca natural y rállela; luego viértala en su emoliente. Y, si su casero tiene sábila, mejor aún. Es un tema que trataré después con amplitud.