Por: Miguel Ángel VallejoEn una metáfora impecable, la peste es el nombre genérico de las enfermedades que avanzan incontenibles, como un castigo divino. Así entendimos a pandemias como la peste negra, que en el siglo XIV asoló Asia, África y Europa. En este último continente mató a cincuenta millones de personas, la mitad de la población de ese entonces, con rebrotes sucesivos que ocurren aun hoy.
Una investigación reciente realizada por la Universidad de Edimburgo identificó 37 virus que pueden contagiarse con rapidez entre los seres humanos, 30 de ellos con el potencial de provocar pandemias globales por su capacidad de transmisión, sea por mosquitos u otros insectos, o por el ambiente. Entre estas posibles amenazas, hay dos virus latinoamericanos: el guaranito (que provoca la fiebre hemorrágica venezolana) y el junín (causante de la fiebre hemorrágica argentina).
Las infecciones detectadas por el equipo de Edimburgo son zoonóticas; es decir, afectan mayormente a los animales, pero podrían convertirse en una amenaza si empiezan a transmitirse entre humanos, como fue el caso de la gripe H1N1 o porcina. Por ello, el informe asegura que debemos controlar su evolución para evitar una crisis pública, como la que se vivió en África Occidental durante el brote de ébola en 2014, predicho por el director de esta investigación, Mark Woolhouse. Su equipo concluyó que es indispensable monitorear los virus preocupantes y controlar su evolución, pues pequeños cambios en su ecología pueden causar variaciones enormes en cuanto al nivel de amenaza que representan. Un ejemplo es la deforestación, la cual provoca que animales portadores salgan de su ambiente e infecten a humanos.
—Condiciones para una pandemia—Luis Suárez, director general del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC) del Ministerio de Salud, explica que “para que una enfermedad sea pandémica debe cumplir un requisito: muchos casos leves o inaparentes que permitan que la población se desplace y la propague”, como el caso del VIH. “El ébola no se expandió demasiado porque la mayoría de personas moría al poco tiempo de infectarse”, afirma Suárez. “Por su condición ambiental, la amenaza global número uno hoy en día es una pandemia de influenza. Va a ocurrir de todas maneras, unas tres o cuatro veces por siglo”, añade.
Si bien las autoridades sanitarias alrededor del mundo se preparan para una contención pandémica, estos planes nunca han sido totalmente satisfactorios. El esfuerzo principal, asegura Suárez, es que “cuando aparece un nuevo virus de alta patogenicidad la idea es controlarlo en su lugar de origen, con antivirales en la población cercana, o si se detecta en animales es mejor eliminar a toda la especie infectada”, como se intentó con las llamadas gripe aviar y gripe porcina.
A su vez, Suárez recuerda que las primeras epidemias son generalmente de enfermedades leves, en las cuales miles de personas se contagian, pero pocas mueren. Detalla el caso del dengue: en 1990 el menos peligroso de sus cinco tipos llegó al Perú; diez años después, se manifestó el dengue dos, muy agresivo, y se expandió sobre todo durante las inundaciones de 2017, que atrajeron mosquitos y empeoraron las condiciones sanitarias de la población afectada.
Suárez recuerda que el dengue se propaga por los mosquitos que se reproducen en agua estancada, pero también la falta de agua afecta a la población: en 1991, durante la epidemia de cólera en el Perú, la población infectada fue la que no tenía acceso a este servicio. Si bien el Minsa organiza campañas de información y acciones concretas como la fumigación para eliminar animales infectados, Suárez considera que estas son medidas paliativas: la urgencia es el agua potable.
—Aprender de la historia—La información adecuada es otra medida urgente. Cabe recordar el caso de la gripe española, enfermedad ambiental que mató entre 50 y 100 millones de personas a inicios del siglo XX, según El jinete pálido, de Laura Spinney. En esta investigación se detalla que la falta de conocimiento contribuyó a expandir la enfermedad: las personas se contagiaban ayudando a los que estaban enfermos.
De acuerdo con Spinney, el contexto de la Primera Guerra Mundial hizo que las autoridades sanitarias de los países involucrados, como Estados Unidos o Francia, no reportaran los casos que aparecían entre sus ciudadanos, para no bajar la moral de sus tropas y pueblos. Esta desinformación permitió la letal expansión. Fue solo en España, país neutral en el conflicto, donde se presentaron estudios sobre la gripe en 1918, de allí el nombre de la pandemia. Spinney recuerda la influencia de las pandemias en la vida social y política: asegura que la mal llamada gripe española pudo haber apresurado el fin de la guerra en Europa, y agudizó la crisis económica y el miedo durante la posguerra. A su vez, propone que la pandemia influyó en el descontento social y el caos que aceleraron la independencia de la India, así como la conformación del sistema del apartheid en Sudáfrica. Analizar el papel de las pandemias en la historia también contribuye a la prevención.
—Vacunas y pandemias—Una de las respuestas frente a la propagación de enfermedades mortales fue la vacunación. La primera fue aplicada en 1796 y significó el inicio del fin de la viruela, una de las enfermedades más antiguas y mortales que haya conocido la humanidad, y que se declaró erradicada en 1980. Sin embargo, esta y otras enfermedades como la polio, el sarampión o la rubeola han vuelto a emerger con fuerza en algunos países como consecuencia de la caída de las tasas de vacunación.
Los movimientos antivacunas no son nuevos: la vacuna contra la viruela tuvo opositores desde el inicio. Lo mismo pasó con las demás.
La controversia actual, sin embargo, gira en torno a la dosis que se aplica contra el sarampión, las paperas y la rubeola, a raíz de las declaraciones del médico británico Andrew Wakefield, quien alegó que esta vacuna era causante de autismo. El Consejo Médico General Británico falló en contra de Wakefield y este ya no puede ejercer su profesión en ese país, pero el daño está hecho: no son pocos los padres de familia que miran con desconfianza la aplicación de una vacuna que ha salvado miles de vidas en todo el planeta.
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