Con la llegada de las vacaciones de verano, los más jóvenes encuentran el momento ideal para descansar y pasar más tiempo en casa. Como padres, es importante buscar maneras de promover una convivencia armónica y serena, especialmente si tenemos hijos con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Estos niños pueden necesitar actividades específicas para canalizar su energía de manera adecuada.
La Clínica de la Universidad de Navarra describe el TDAH como una alteración neurobiológica que afecta el aprendizaje y el comportamiento del niño. Este trastorno es uno de los más comunes en la infancia y constituye la razón más habitual de consultas en psiquiatría infantil.
Héctor Lazo, psicólogo clínico de SANNA Clínica El Golf, explica que la hiperactividad puede manifestarse de diversas formas: desde saltar y correr sin dirección, hasta la incapacidad de permanecer sentado cuando es necesario, pasando por una inquietud general acompañada de movimientos y gestos excesivos. “La Clasificación Internacional de Enfermedades, en su décima edición (CIE-10), define la hiperactividad como una inquietud excesiva, especialmente en contextos que demandan calma”, afirma.
En relación a ello, Antonella Galli, psicóloga de la Clínica Ricardo Palma, señala que, aunque el TDAH se suele confundir con la ansiedad, debemos tener en claro que no son lo mismo. “El niño ansioso sí puede permanecer en la computadora o sentado durante un largo rato, mientras el niño con TDAH empieza a aburrirse después de unos cortos minutos”, especificó.
¿Cómo enfocar la energía de mi hijo con hiperactividad durante las vacaciones?
Lazo sugiere, en primer lugar, la práctica de deportes como una excelente manera de focalizar su energía, siempre bajo la supervisión de los padres o cuidadores. “La natación es una buena opción porque mantiene su cuerpo en constante movimiento. Asimismo, las artes marciales sirven para ejercitar la disciplina y el orden”, sugiere.
Además, recomienda actividades al aire libre, las cuales son ideales para niños hiperactivos que disfrutan estar fuera de casa. “Ejercicios al aire libre, como el ciclismo, son especialmente buenos para niños con mucha energía. Así, tu hijo estará en constante movimiento y ejercitará sus grandes grupos musculares”, menciona.
“Poner en acción su creatividad también puede traer magníficos resultados. Para ello, puedes inscribirlo en un taller de pintura o teatro. Además, los ayudará a mejorar su capacidad de concentración”, resalta el especialista.
Por otro lado, Manos enfatiza la importancia de integrar a los niños en las tareas del hogar, asignándoles responsabilidades adecuadas a su edad. “Pueden otorgarle alguna tarea pequeña en la casa y establecer una estación en un cuarto específico para que la ponga en práctica sin desorden ni distracciones”, afirma. Esta práctica se extiende a los deberes escolares, especialmente si asisten a la escuela de verano.
Utilizar un cronómetro para gestionar el tiempo y establecer pausas regulares, así como elogiar sus esfuerzos, son estrategias que el experto considera efectivas.
En el aspecto nutricional, la psicóloga Galli subraya la necesidad de una dieta equilibrada. “Debemos tener en cuenta que los alimentos con altos niveles de azúcar pueden empeorar la hiperactividad”, asevera.
¿Cómo sé si mi hijo tiene hiperactividad?
Michael Manos, psicólogo pediátrico de Cleveland Clinic, aclara que la hiperactividad es uno de los síntomas del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). “Se caracteriza por un exceso de movimiento y actividad física, así como por la dificultad para permanecer quieto”, añade.
En ese sentido, Manos enumera los siguientes síntomas:
- Juguetear o dar golpecitos con las manos o los pies, o retorcerse con frecuencia.
- Levantarse del asiento en situaciones donde se espera que permanezcan sentados.
- Correr o trepar en momentos inapropiados.
- Tener problemas para jugar o realizar actividades de ocio de manera tranquila.
- Parecer siempre “en movimiento” o “impulsado por un motor”.
- Hablar en exceso e interrumpir constantemente a los demás.
- Contestar precipitadamente antes de que se completen las preguntas.
- Tener dificultades frecuentes para esperar su turno.
- Interrumpir o inmiscuirse en las conversaciones o juegos de otros.
Continuando con esta línea, el Magíster Lazo enfatiza que en niños menores de 4 años, el diagnóstico de hiperactividad puede ser más complicado, dado que sus comportamientos suelen cambiar muy rápidamente. “No hay una única prueba para diagnosticarla. El proceso implica recabar mucha información de diversas fuentes. Es esencial la participación en la evaluación del comportamiento del padre, la madre o tutores del niño, así como de la escuela y otras personas encargadas de su cuidado”, sostiene.
¿Qué tratamientos existen para manejar la hiperactividad?
“Sí existe tratamiento y es efectivo en un alto porcentaje de casos. Se basa en cuatro aspectos: psicoterapia, apoyo escolar, familia y tratamiento farmacológico”, explica Héctor Lazo.
- Psicoterapia: Un psicólogo infantil con especialización en hiperactividad enseñará al niño técnicas de relajación y estrategias para potenciar su capacidad de atención, adaptando las sesiones a las necesidades específicas del menor.
- Apoyo escolar: Es crucial que los docentes estén informados sobre la situación del niño para adaptar las metodologías de enseñanza y captar eficazmente su atención, utilizando estrategias educativas personalizadas.
- Familia: El apoyo familiar implica acompañar al niño a sus consultas médicas y psicológicas para recibir orientación sobre cómo abordar su educación, organización del tiempo y espacio de estudio, entre otros aspectos vitales para su desarrollo.
- Tratamiento farmacológico: Cuando se considera necesario, se pueden prescribir medicamentos que han demostrado ser efectivos y seguros, como parte de un enfoque integrado de tratamiento.
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