Durante el periodo de gestación el cuerpo de la mujer no solo experimenta una serie de alteraciones físicas, también influye significativamente en el factor emocional. Una mujer embarazada es todo un carrusel de emociones. La sensibilidad que desarrolla durante los nueve meses ocasiona que su estado de ánimo cambie de feliz a triste, de emotiva a irritable, de forma repentina.
Esta situación puede despertar incertidumbre y hasta algo de preocupación tanto para la mujer como para la pareja, debido a que el cambio puede ser un tanto abrupto. Sin embargo, es importante tomar el hecho con calma y recordar que es un síntoma propio de la gestación, una vez culmine el periodo las cosas volverán a la normalidad.
¿Por qué se originan los cambios?
Las alteraciones emocionales en el embarazo se deben principalmente a que los neurotransmisores -encargados de transmitir las reacciones nerviosas al resto del organismo- sufren una alteración a causa de que la recepción habitual de hormonas aumenta repentinamente. El lado emocional de la mujer incrementa y disminuye el sentido racional de la persona, debido a la producción excesiva de progesterona y estrógenos.
Este shock hormonal da por consecuencia una hipersensibilidad a situaciones y aspectos que anteriormente no eran considerados relevantes para la futura madre, en algunos casos despierta una actitud particular con la pareja o con algún miembro cercano de la familia. Asimismo, pasa de estar alegre a enojada y de irritable a romper en llanto en a penas escasos momentos.
Despierta miedo, preocupación e inseguridad por la situación que está viviendo y por lo que vendrá en los próximos meses. También es posible que la madre comience a olvidar algunas cosas cotidianas, por ejemplo dónde colocó las llaves o si ya había hecho alguna actividad que tenía pendiente.
Los cambios de embarazo por etapas
En el primer trimestre las emociones están a flor de piel, sobre todo porque es el inicio de la gestación y las dudas e incertidumbre por los próximos meses le ocasionan temor, preocupación y ansias. De igual forma son menos flexibles con lo que le gusta y con lo que le disgusta.
Posteriormente, en el segundo trimestres, la madre comienza a acostumbrarse a la conexión con el bebé y el vínculo empieza a fortalecerse, por lo que la revolución de los ánimos se estaciona. En la recta final del periodo, es decir durante el último trimestre, los sentimientos de ambivalencia toman fuerza debido a la proximidad del término de la gestación y el inicio de la crianza
Una forma de controlar estos episodios es mantenerse ocupada en actividades que sean del agradado de la madre o también, planificar todos los detalles en torno a la llegada del bebé. No obstante, si se desea tener un acompañamiento especial que resuelva las dudas en torno a ello, es posible involucrar a un especialista en la materia.
¿Estoy perdiendo la cordura?
¡Claro que no! Es importante tomar esta etapa con paciencia, ya que es un factor natural propio de la gestación y desaparece al dar a luz o incluso días antes. Ojo que no todas las mujeres suelen encontrarse con este síntoma, algunas mujeres no presentan ninguna alteración en su estado emocional. Como siempre hemos dicho, cada gestante es un universo completamente distinto.
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