El bus de la empresa León Express que ayer volcó y provocó la muerte de 33 personas en la Carretera Central iba a casi el triple de la velocidad permitida. De los 35 km/h autorizados para el tramo de Matucana, en la provincia de Huarochirí, el conductor manejaba a 94 km/h. El resultado fue el choque contra un cerro, el despiste, el vuelco y decenas de pasajeros expulsados por las ventanas, techo y paredes de un vehículo de dos pisos que iba destrozándose mientras caía por el barranco de unos 200 metros de profundidad.
MIRA: Bus que volcó en la Carretera Central había sido multado antes por exceso de velocidad | #NoTePases
Esa desmedida velocidad fue reportada en un comunicado por la Superintendencia de Transporte Terrestre de Personas, Carga y Mercancías (Sutrán) horas después del siniestro. No era la primera vez que el mismo bus era manejado así. El 29 de mayo pasado, poco después de la medianoche, el sistema de control y monitoreo inalámbrico del organismo supervisor detectó que el bus de placa C3M-953 se trasladaba a 98km/h en la Carretera Longitudinal de la Sierra, a la altura de Junín. Entonces no se registró ningún accidente, pero ayer no hubo la misma suerte y el despiste fue la tragedia en carretera con más muertos después del despiste en Pasamayo, que dejó 52 muertos en el 2018.
Velocidad fatal de cada día
Con lo ocurrido ayer suman 50 los muertos en carreteras en solo cinco días. Para un país casi acostumbrado a los accidentes viales esta podría parecer una cifra cotidiana. Pero, pongámoslo así: desde el viernes – día que se desbarrancó otro bus en Apurímac y causó 17 muertes– hasta ayer, es como si cada dos horas y media una persona hubiera sido lanzada a un abismo. Cruel como la larga lista de siniestros en vías nacionales que en muchos casos tienen un factor en común: la excesiva velocidad.
El Reglamento de Tránsito establece que los buses de pasajeros tienen un límite máximo de velocidad 90km/h en carreteras, pero los valores se reducen a entre 50 y 30 km/h según las características y condiciones de cada vía, como sinuosidad, si hay cuestas, si la vía es angosta o si cruza zonas urbanas, comerciales o escolares. Pese a ello, en julio pasado, la Sutrán reportó que entre el 1 de enero y el 30 de junio se impusieron 77.511 infracciones por exceso de velocidad a todo tipo de vehículos en vías de Lima, Junín, Áncash, La Libertad, Arequipa, Puno, Moquegua, Piura, Lambayeque, e Ica. Unos 18 vehículos manejados a altas velocidades por cada hora.
Solo en la región Lima, de enero a junio ocurrieron 2.266 accidentes en carreteras que provocaron la muerte de 359 personas y dejaron a 3.442 heridas. Además, el año pasado, la Sutrán reportó 4.010 accidentes de este tipo en el país con 681 muertos y 5.296 heridos.
Aunque la Sutrán rastrea la velocidad de buses por GPS, para Franklin Barreto, exjefe de la División de Investigaciones de Accidentes de Tránsito de la policía, hasta ahora no se ha implementado un mecanismo eficaz para sancionar a tiempo las infracciones por velocidad excesiva ni se ha invertido lo suficiente en hacer seguras las vías. En diálogo con este Diario, recordó que, por ejemplo, la carretera de Pasamayo todavía no cuentas con todas las guardavías necesarias. Otros elementos que están considerados en el manual del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, pero que no todas las carreteras nacionales y departamentales tienen es señalización adecuada, resaltos, tachas reflectivas u ojos de gato. En el siniestro de Matucana, Sutrán no informó a qué distancia de la zona en la que se detectó el exceso de velocidad ocurrió el choque y volcadura del bus.
“No ha implementado un mecanismo que sea eficaz para poder detectar y sancionar ese tipo de conductas (exceso de velocidad). Todavía los controles son accionados por una persona, los cinamómetros tienen limitaciones. El accidente ha sido en la noche en una vía donde no hay control permanente. Es un problema de falta de tecnología al que se suma la falta de prevención que pasa por la implementación de infraestructura vial segura”, dijo el coronel PNP en retiro.
Con él coincide Alfonso Florez, gerente general de la Fundación Transitemos, quien agrega que también es necesario definir características específicas de largo y alto para vehículos que recorren las sinuosas carreteras en zonas rurales. “Muchos buses no están diseñados para rutas andinas. Para doblar una curva, un bus de dos pisos tiene que abrirse al carril contrario. Eso es responsabilidad de la autoridad”, señala. En su opinión, los accidentes, distintos a los siniestros provocados por negligencia humana, siempre van a ocurrir, pero lo que se debe buscar es reducir las fatalidades de muertes estableciendo correctas medidas de prevención.
La caída del bus que llevaba a 63 personas también dejó una treintena de heridos, entre ellos varios niños. Al menos 8 personas fueron trasladadas a hospitales de Lima por la gravedad de su estado de salud. La Policía Nacional confirmó que tres de los muertos eran menores de edad, dos de ellos menores de 5 años.
Hasta el momento la empresa solo se ha pronunciado para habilitar un canal de atención telefónico (953714824) para informar a los familiares de los pasajeros.
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