Teodora Mendoza de Ruiz dice no recordar su edad y confiesa que a veces olvida qué día es, pero es valiente para, ya siendo una bisabuela, aprender a leer y a escribir. Aunque aún su mano derecha dibuja temblorosamente la letra 'a', ella no pierde la fe.
Esta señora, natural de Huamachuco, es una de las alumnas más aplicadas del taller gratuito de alfabetización que de lunes a viernes se dicta por las tardes en el Tayta Wasi, el centro de atención para adultos mayores que el Ministerio de Salud maneja en la urbanización San Gabriel Alto, en Villa María del Triunfo.
“Mis hijos me dicen que no escriba porque el color blanco del papel hace daño a mi vista, pero yo no les hago caso porque quiero aprender. A veces también la pena de que mis padres y todos mis hermanos ya hayan fallecido me retrasa en las lecciones, pero reacciono, y no dejo que la tristeza me quite las ganas de seguir estudiando”, cuenta emocionada Teodora a El Comercio al acabar su clase de ayer.
En el grupo de Teodora hay otros 15 adultos mayores. Algunos padecen secuelas de accidentes cerebrovasculares, comúnmente llamados derrames, por lo que tienen inmovilizadas ciertas zonas del rostro u otras partes del cuerpo. Sin embargo, aun así leen a coro las vocales, las que escriben con cierta dificultad.
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Concentrados al máximo. Adultos mayores aprenden a escribir y leer en el Tayta Wasi, en Villa María del Triunfo. (Foto: Dante Piaggio / El Comercio)
“Dirán que estoy vieja. Qué importa. Ahora sé poner mi nombre en documentos. Nunca más pondré solo mi huella. Eso me hace feliz y cambió mi vida porque el no firmar me limitaba mucho”, añade Teodora, cuyo ojo derecho luce opacado por una catarata. Ella promete ir al oculista del Tayta Wasi en los próximos días.
Según Rosa Martínez, psicóloga y directora del Centro Especializado en el Niño, el Adolescente y la Familia, aprender a leer y a escribir en la tercera edad brinda autoestima e independencia. Incluso si las personas presentan problemas de memoria, dependiendo del grado de deterioro cognitivo, no es imposible que aprendan, explica la especialista.
CIFRAS EN AUMENTO
Hasta setiembre pasado, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) sostenía que en el Perú había 2’907.138 personas de 60 a más años o adultos mayores.
Gracias a las clases en el Tayta Wasi, Teodora está dejando de integrar el sector analfabeto de esa población: 23%, según el informe “Situación de la población adulta mayor”, emitido en diciembre por el INEI.
Ese informe, hecho en base a la Encuesta Nacional de Hogares del período julio-agosto-setiembre del 2014, también detalla que del total de adultos mayores que viven en áreas urbanas, exceptuando Lima Metropolitana, el 20,7% son analfabetos; en zonas rurales, las más afectadas, la proporción crece a 44,8%. En Lima Metropolitana, solo el 8,5% de adultos mayores no sabe leer ni escribir.
Según la data, el analfabetismo en la vejez ha crecido. En el mismo trimestre del 2013, el índice era 21,7%; en el área urbana (excepto Lima), 20,5%; en el área rural, 44,5%; y en Lima Metropolitana, 5,8%.
ESTRATEGIA EN MARCHASon escasas las iniciativas de la sociedad civil contra el analfabetismo en la vejez. A eso se suma que las acciones del Estado en ese sentido aún son aisladas. “La alfabetización de personas adultas mayores no es prioridad para el Estado”, explica Hugo Díaz, presidente del Consejo Nacional de Educación.
Recién en marzo el Ministerio de Educación, a través de su Dirección de Alfabetización (Dialfa), perteneciente a la Dirección de General de Educación Básica Alternativa, ejecutará una estrategia.
“Primero se dará acceso a educación primaria a adultos mayores analfabetos agrupados en centros de salud del Estado en Lima [Cercado, Villa El Salvador, Rímac y Ate], Callao, Cajamarca, Piura, Huánuco y Áncash. El año pasado se hizo el diagnóstico para elegir los lugares. Las clases se darán en centros de salud”, señala Lourdes Álvarez, especialista de la Dialfa.
“En promedio, se trata de personas de extrema pobreza. Estamos siguiendo la línea multisectorial del Plan Nacional para Personas Adultas Mayores 2013-2017”, añade Álvarez. ¿Será suficiente ese esfuerzo? Ya veremos.