Lleva su cámara fotográfica semiprofesional y su memoria de 4GB a todos lados. A sus 84 años, si ve un lugar de Lima y Callao que le llama la atención por su antigüedad, su modernidad, su ambiente natural o su valor social, se detiene y hace clic. Ermesto Osores Benalcázar realiza eso rito desde hace seis años, y es feliz con ello.
Dice que es su modo de sentirse vivo, de alejarse del pensamiento acechante de que ya le quedan pocos años, de poner distancia a la deprensión. Es vecino de La Punta, fue gerente de muchas empresas y confiesa que las fotos le dan sentido hoy en día a su existencia.
Viudo desde hace dos años, ha encontrado en su hijo Mario y en Carla, la esposa de este, los mejores apoyos para su pasión otoñal: la fotografía. Él lo lleva a las locaciones y ella escribe los pies de fotos para sus exposiciones. Actualmente la tercera de ellas, con 192 fotos, tiene lugar en el local del Racing Club La Punta, situado en Jr. Arrieta 167, en ese distrito chalaco.
“Yo me gradué en la universidad de la vida. De joven pintaba, y mis trabajos en diversas entidades siempre tuvieron que ver con gráficos, colores, impresiones. Quizá de ahí mi gusto tardío por la imagen, por la fotografía”, señala Ernesto, quien no usa celular porque dice que es un aparato que no tiene nada que ver con su generación. Pero él mismo se da cuenta de la contradicción cuando manipula su cámara de memoria digital.
Ya alista el material para una cuarta exposición dedicada a sitios arqueológicos. “Esto me da vida, me hace caminar, me entusiasma”, refiere con lucidez, tanta que se atreve a recomendar a los de su generación que realicen lo que les gustye. “Aunque haya cualquier problema, sí se puede”, arenga.