Lapicero y papel. Nada más les hace falta. La creatividad les brota de las manos y del alma. No son de la generación de la computadora, pero guardan en su memoria vivencias más ricas y sabrosas que los fríos e impersonales archivos de cualquier disco duro.
Dos años y dos meses después de haber iniciado esta bella locura, como llama al taller la profesora Gabriela Sánchez Calero, los treinta adultos mayores participantes están orgullosos de haber producido el libro “Renacer”, publicado por la comuna molinense. La obra, presentada en setiembre pasado, compila los mejores trabajos líricos y de prosa del taller.
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En el taller se debate sobre los trabajos y cada participante prepara sus libros artesanales. (Foto: Consuelo Vargas / El Comercio)
“Aplicamos la lectura lúdica muy participativa, lo que lleva a hacer textos de gran creatividad”, dice la maestra, poeta y escritora de cuentos. Los nuevos literatos se juntan dos veces por semana en el CIAM, donde ensayan narraciones escritas y orales, construyen sencillos sonetos, los recitan y debaten febrilmente sobre el estilo de cada texto.
EL CUENTO DEL ABUELO“Renacer” está lleno de experiencias personales, curiosidades de parajes conocidos y desconocidos, y emociones contenidas y desaforadas. Por ejemplo, el locuaz Edmundo Gonzales Ponce, de 78 años y dueño de un verbo galante, tiene vivo el recuerdo de aquella Semana Santa de su adolescencia en la que vio la muerte muy de cerca, en el mar de Chimbote. Por eso, el cuento “Un Viernes Santo inolvidable”, uno de sus dos aportes a la obra editada en el taller, es una convincente narración en primera persona que nos revuelca junto con el autor en el seno de una ola brava, en un día en el que supuestamente todos debían estar en casa orando y no veraneando en la playa.
Los ojos del autor se ponen más brillantes cuando comenta cómo su abuelo materno se encontró cara a cara con pequeños seres rubios en medio de la noche, en su huerto, tal como se lee en la leyenda titulada “El duende y el palto”, el segundo texto de Edmundo en “Renacer”. “Yo no soy escritor. Bueno, no era. Me siento muy feliz y orgulloso de haber participado en esta publicación. El taller es de primera”, comenta el narrador trujillano.
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En las clase los alumnos adultos mayores leen sus cuentos o poemas. La profesora Gabriela Sánchez oye atenta. (Foto: Consuelo Vargas / El Comercio)
INVASIÓN DE ABEJASEl temor de una familia por la presencia de una colonia de abejas en el jardín de su vivienda y el valor de uno de los pequeñines de la casa para enfrentar a las intrusas están plasmados en el cuento “Invasión”, de Carmen López Olaechea, de 73 años. “En mi texto incluyo a mis nietos. Son personajes principales”, refiere Carmen.
Ella también escribió la leyenda “Huaqanku” para “Renacer”. Este segundo trabajo habla de cómo una niña no podía llorar, de su enamoramiento con un joven pobre y de su conversión en una hermosa orquídea que se aprecia multiplicada en las alturas de Áncash.
Carmen es una eximia declamadora que ha perfeccionado ese arte en el taller. Ex asistenta social, esta autora siempre sonríe pese a que se apoya desde hace 16 años en un bastón porque su pierna derecha perdió fuerza luego de que un auto la atropellara.
LA JOVENCITA DE ICALa muchacha de 15 años que, según se lee en el cuento “La aventura de Sofía”, se escapó del colegio con unas amigas para irse a bañar en las verdes aguas de la Huacachina, en Ica, es en realidad María Herminia Vásquez Punlay, de 61 años, autora de dicha narración.
“Mi familia era muy estricta y no me dejaba ir a la laguna. Así que me ‘tiré la pera’ para saber por fin lo que era nadar ahí”, recuerda María. Como buena iqueña, esta ex secretaria también describe, en “La leyenda de la laguna de la Huacachina” de “Renacer”, el origen que la tradición popular asigna a ese famoso paraje.
LOS PÉREZ Y EL SOÑADOR“Siempre me gustó escribir, desde el colegio. Escribía cuentos, experiencias personales, poemas, pero los guardaba y me olvidaba de ellos. Ahora estoy encantada con este taller porque está haciendo realidad mi deseo de escribir y publicar”, confiesa Flor Cossar Solórzano, de 62 años, autora de “La familia Pérez”, otro de los cuentos del libro, que evidencia la labor agrícola y ganadera de una familia de las alturas de Apurímac y cómo esta de pronto se ve amenazada por una banda de malhechores.La capacidad descriptiva de Flor transporta al lector hasta la misma chacra y le comparte el miedo de los personajes.
“El soñador” es otro de los cuentos de “Renacer”. Escrito por César Augusto Ortega Reynoso, de 65 años, nos hace sentir como un adolescente que alucina enamorar a chicas guapas de La Victoria. El tiempo hace su trabajo y medio siglo después –se lee en el cuento– el muchacho, ya convertido en un adulto mayor, se encuentra en una red social con la única chica que le había correspondido, y deciden pasar inolvidables momentos juntos antes de retornar a sus respectivas familias.
“No soy yo el soñador”, advierte César, pero ninguno de sus compañeros del taller le cree. En lo que sí creen es en el talento literario que todos tenían dormido y que ya despertó.
EL LIBRO
“Renacer”, editado en el taller de lectura lúdica del CIAM de La Molina y publicado el año pasado por el municipio de ese distrito, agrupa 23 cuentos, 13 narraciones de leyendas y costumbres, 20 poemas y seis testimonios y recuerdos.Se imprimieron 1.000 ejemplares, los cuales fueron repartidos entre miembros y beneficiarios de instituciones educativas y sociales de La Molina, y entre los participantes de los diferentes talleres del CIAM.En el taller se alista un segundo libro que se titulará “Remar”.
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El libro “Renacer”, de los integrantes del Taller de Lectura Lúdica, del CIAM de La Molina (Foto: Consuelo Vargas / El Comercio)