Horacio Carranza sostiene entre sus manos una tarjeta de control del tratamiento psiquiátrico que recibió su hija Ana desde el 2013, y que según él, es la prueba de que ella no estuvo consciente cuando asesinó a un universitario, en su casa de San Juan de Lurigancho y, por lo tanto, “merece salir pronto de la cárcel”. No será camino fácil.
La primera cita que Ana tuvo con un psiquiatra fue el 24 de agosto del 2013, en el Hospital Hermilio Valdizán. Los médicos diagnosticaron que la joven sufría de esquizofrenia paranoide, “un trastorno mental que genera delirios y alucinaciones sobre la realidad”, explica el psicólogo Percy Rivadeneira.
“Le hicieron bullying en el colegio por ser gordita. No era de salir mucho a fiestas. Su deseo fue estudiar Medicina, pero decidió primero empezar con la carrera de Tecnología Médica. Ingresó a la Universidad San Marcos, a la primera, como el resto de mis hijos”, cuenta Irma Chiara, madre de Ana, quien hoy[viernes] irá a visitarla al penal Anexo de Mujeres, en Chorrillos, porque cumple 22 años. Le ha comprado una torta.
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En la biblioteca de su casa, en San Juan de Lurigancho, los padres de Ana relatan cómo la última de sus cuatro hijos empezó a manifestar los síntomas de la esquizofrenia. Para ellos significaba volver a batallar contra un mal que también padecía su hijo mayor, de 31 años.
“Una vez dijo que quería suicidarse, que no podía ver, que no entendía lo que leía. Hizo a medias el primer ciclo porque jaló algunos cursos. Una psicóloga fue la que nos recomendó llevarla al psiquiatra por sus alteraciones, era demasiado impulsiva”, recuerda Irma Chiara, una ayacuchana que desde joven se ha dedicado al oficio de peluquera.
Por más que intenta retener el llanto, Horacio Carranza se quiebra al recordar las dos veces que llevó a su hija a Cajamarca para “que se relaje y regrese a Lima renovada”. Lamentablemente, no lo consiguió.
“Tomaba pastillas para la depresión, la ansiedad, para estar calmada [muestra las recetas]. Retomaba los estudios, pero los volvía a dejar”, cuenta. Incluso, la internaron en el hospital porque sufrió una crisis.
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Las paredes de la habitación de Ana estan cubiertas de grafitis con mensaje de amor dedicados a su enamorado, Aníbal Chalco, con quien planificó y cometió el crimen de Luis Ramírez, un estudiante de inglés y de música, en la UPC.
Ana confesó a la policía que lo asesinó, el 10 de marzo, porque Ramírez la violó en el 2016, pero para la policía el móvil fue apropiarse de su dinero. “No hubo violación. Ana y Aníbal secuestraron a Luis y luego de matarlo escribieron a los padres de la víctima exigiéndoles dinero. Les depositaron S/1.500”, afirma un agente de la División de Homicidios.
Mente y encierro
Los padres de Ana afirman que su hija se aferró tanto a Aníbal que a pedido de él abandonó los medicamentos. “Él decía siempre que ella podía curarse sola, sin tanta medicina.También le decía que con ejercicios ella podía bajar de peso”, comenta Irma Chiara.
La última crisis que sufrió Ana fue hace 15 días en el penal. “Tuvieron que encadenarla, pero ya en la cárcel nos ha dado permiso para que salga una vez al mes a sus citas en el Valdizán”, dice Horacio Carranza.
El Instituto Nacional Penitenciario (INPE) informó que solo cuenta con un psiquiatra para tratar a los que sufren enfermedades mentales. “También hay psicólogos, pero el número es insuficiente. Estamos en coordinaciones con el Ministerio de Salud para mejorar esa situación”, sostuvo una fuente del INPE. Hay 2.141 presos que sufren depresión y 1.489 que padecen de ansiedad.
Una reciente peritaje psicológico de Ana Carranza concluyó que ella “evalúa la realidad y es consciente de sus actos”. Además que es manipuladora. Sin embargo, sus padres quieren que sea declarada inimputable, es decir, que no se le condene por el crimen. El papá de Luis Ramírez se resiste a esa posibilidad. “Queremos la máxima pena para los culpables de la muerte de mi hijo. Los examenes demuestran que ella estuvo consciente”, resalta. Sin embargo, está a la espera de que los especialistas de la fiscalía la evaluen y establezcan su verdadero estado de salud.
El INPE también informó que hay varios presos, declarados inimputables, que aún siguen en prisión porque no hay abastecimiento en los centros de salud.
Ana Carranza deberá cumplir nueve meses de prisión preventiva, al igual que su enamorado Aníbal Chalco, por el asesinato de Luis Ramírez.