Desde enero de este año hasta la fecha, 70 personas han sido asesinadas con armas de fuego en el Callao, según la Policía Nacional del Perú (PNP). Otras 180 personas quedaron al borde de la muerte al sufrir impactos de bala. Para el general PNP José Figueroa, jefe de la Región Policial del Callao, no hay que alarmarse porque las cifras de criminalidad no han crecido en comparación con el 2016, aunque –cabe advertir– falta más de un mes para que termine el año.
“En el Callao, se mata por el control de cupos en las obras de construcción civil, pero el otro día hubo el caso de un muchacho que asesinó a otro porque le robó su bicicleta”, dice.
Con las cifras de la criminalidad en sus manos, el general compara la delincuencia que se vive a diario en el Callao con un enfermo que solo recibe paliativos. “Hay zonas controladas por la policía, pero no puedo decir que en esos lugares se ha erradicado la violencia delictiva. Eso es imposible y la policía sola no lo logrará”, admite.
Algunos delincuentes de los Barracones y Las Fresas han emigrado a otras ciudades del país para continuar delinquiendo.
—El servicio del sicario—Del total de homicidios registrados este año en el Callao, la policía ha detectado que por lo menos siete fueron cometidos por sicarios, aunque la cifra sería mayor. “Aún estamos investigando”, resalta Figueroa.
En vista de que el primer puerto siempre ha tenido una de las tasas más altas de asesinatos en el país –según el Instituto Nacional de Estadística e Informática–, en febrero se creó el Grupo Especial de Investigación de Homicidios en el Callao, que cuenta con más de 10 agentes especializados.
El inconveniente es que solo cuentan con un vehículo del año 1995 para realizar sus pesquisas. No tienen un laboratorio de criminalística, en el cual se realicen –en corto tiempo– pruebas para determinar si un presunto asesino detenido usó o no un arma.
Los análisis se hacen en el laboratorio de San Isidro y tardan un mes. Mientras tanto, el capturado “sale libre porque no puede estar demasiado tiempo en el calabozo”, comenta un agente de ese grupo que prefiere mantener su identidad en reserva.
Otro policía (cuya identidad también mantendremos en reserva) agrega que las órdenes para cometer los asesinatos siguen saliendo del penal a pesar de los bloqueadores de celulares. “La corrupción está en los penales. Si quieres un sicario, llamas a un contacto de adentro”, dice. Eso no es todo, este año hubo tres casos de mujeres cuyas ex parejas pagaron a sicarios para que las asesinaran, en el Callao. La orden en uno de esos crímenes salió de la cárcel.
“A un sicario se le paga S/3 mil o S/5 mil. Hay menores y otros que tienen entre 18 y 20 años. Algunos no son gatilleros experimentados por eso se aseguran en matar a la víctima de 8 o 10 balazos”, indican. Según el Instituto Nacional Penitenciario, los presos del Callao por el delito de homicidio principalmente provienen del asentamiento humano Sarita Colonia. Justamente, en mayo, el Ministerio del Interior implementó allí el programa Barrio Seguro, con oportunidades laborales para jóvenes y más patrullaje. Los resultados se conocerán en el 2018.LEE TAMBIÉN...
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