Entre enero y setiembre del 2013, 2.430 personas murieron en accidentes de tránsito. Con 30 muertes por cada 10 mil vehículos, tenemos la tasa más alta de defunciones por accidentes de tráfico en América Latina. Así y considerando que en la carretera al sur se multiplican los accidentes durante el verano (por ejemplo, en estos meses acaecen cuatro de los diez accidentes anuales en el tramo Lima-Asia), uno esperaría que el Estado ponga especial ahínco en enfrentar el problema. Pero, lamentablemente, no es lo que sucede.
Como informamos ayer en una nota de Vanessa Antúnez, cerca del 77% del transporte interprovincial funciona informalmente. Eso significa, entre otras cosas, que no se fiscaliza si estos vehículos son manejados por choferes exhaustos que incumplen el descanso reglamentario. Lo irónico es que en varios casos estas empresas operan en la informalidad porque el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) exige requisitos de operación irrazonables (dicho ministerio es una de las entidades más denunciadas ante la Comisión de Eliminación de Barreras Burocráticas).
El transporte informal, sin embargo, no es lo único que debería preocuparnos. Un reciente informe de Luis García Bendezú, publicado en este Diario, encontró un gran peligro en la Panamericana Sur: la falta de guardavías y de señales. La ausencia intermitente de las primeras, que evitan que los vehículos se salgan de las pistas, es especialmente notoria en el tramo que va de Pucusana al kilómetro 100. En lo que toca a la señalización, en algunos sectores de la carretera faltan carteles que indiquen a los choferes cómo deben virar y también los reflectores que deberían encontrarse en los extremos de la pista y entre cada carril (los “ojos de gato”).
Asimismo, otro informe de García Bendezú ha dado cuenta de que al menos 23 paneles publicitarios ubicados en los 100 primeros kilómetros incumplen normas que, buscando proteger a los choferes de distracciones, regulan la publicidad en la carretera. Así, por ejemplo, aunque según la ley los paneles tienen que estar al menos a 9 metros de la vía, se puede encontrar publicidad hasta a 2 metros de esta. Un problema recién estrenado este verano es que a la altura de Pucusana un carril de emergencia ha sido convertido en una tercera vía de circulación. Esto, que ha ocurrido en un tramo particularmente sinuoso de la carretera, no solo es peligroso porque los carros malogrados no tienen dónde parar y corren el riesgo de ser embestidos por otros conductores que no los vean tras una curva, sino también porque se trata de un carril muy angosto, que impide que los vehículos de gran tamaño puedan transitar con el espacio necesario. En Pucusana, además, los conductores sufren con otro tema generado esta vez por la Sunat: para poder hacer controles a los camiones, esta entidad cierra parcialmente hacia el sur y totalmente hacia el norte la principal carretera del país. Este es un despropósito que dificulta el tránsito y genera un peligroso cuello de botella, aparentemente para facilitar la vida a los funcionarios de la Sunat. Para colmo de males, las concesiones otorgadas por la Municipalidad Metropolitana de Lima, según ley, no son supervisadas por un regulador técnico e independiente (como sucede con las concesiones nacionales reguladas por Ositrán). Esto lleva a que los concesionarios puedan tomarse libertades que no tendrían lugar si una reguladora supervisase su contrato. Por ejemplo, se han colocado garitas de peaje en Villa que invaden los carriles de los vehículos que retornan de sur a norte, las cuales invitan a un accidente. A todo esto se suman varios riesgos que no son novedad: exceso de velocidad, vehículos que dan vuelta en U en lugares no autorizados, uso del carril de emergencia como vía adicional y peatones cruzando la Panamericana. Conductas explicables por la baja capacidad de fiscalización de la Policía de Carreteras de Lima Sur, que cuenta con solo veinte vehículos para patrullar la ruta de playas y que, increíblemente, no tiene cinemómetros para fiscalizar la velocidad (nos informaron que se está esperando que el Consejo Nacional de Seguridad Vial le done algunos).
La responsabilidad de estos problemas salpica en varias entidades. Ojalá, como todos los años, que estas no esperen a que los accidentes llenen las noticias para cumplir su tarea.