ROXANA SILVA SOLOGUREN
Nacieron en un mundo completamente digitalizado, entre 1995 y el 2005. Para ellos no existen fronteras ni limitaciones de tiempo. Todo es inmediato. Suelen tener más amigos virtuales que reales. La tecnología influye en su estilo de vida, en su forma de pensar y hasta de divertirse. Internet es su gran compañía y muchos han sido criados en hogares disfuncionales. Representan la tercera parte de la población mundial y, aunque pueden adaptarse fácilmente a distintas situaciones, algunos especialistas advierten que la Generación Z muestra dificultades para desarrollar relaciones interpersonales y vínculos familiares sólidos, por su excesiva necesidad de estar conectados todo el tiempo a las redes sociales, webs y plataformas.
En la actualidad son niños que todavía van al colegio o jóvenes que dentro de uno y cinco años comenzarán a integrarse al mercado laboral. Cuando ellos nacieron, Internet ya era una herramienta doméstica, los celulares eran de uso común y las principales redes sociales como Facebook ya habían aparecido.
Para Fernando Casafranca, jefe del Departamento Académico de Ingienería de la Universidad del Pacífico, no hay razones para preocuparse por la relación de los denominados GenZ y el mundo digitalizado. El experto sostiene que no tienen ni tendrán ningún problema para sociabilizar; tampoco cambiarán el concepto de familia. Simplemente, emplean otros métodos para interactuar y contribuir con la formación de una sociedad más justa y equitativa.
Para los nativos digitales, la conectividad a través de dispositivos es una necesidad y un medio para desarrollarse en distintos aspectos de la vida. Dominan el uso de las webs y manejan intuitivamente los diferentes lenguajes informáticos. La tecnología forma parte de su ADN, a tal punto que piensan y actúan de distinta manera que otras generaciones.
Reciben e intercambian información muy rápido y son ‘multitasking’, es decir realizan varias tareas a la vez: chatean, leen documentos y navegan por la red al mismo tiempo. Ellos prefieren las imágenes antes que leer textos, son muy visuales y auditivos. Poseen un modo distinto de aprender. Adquieren conocimientos a través de las pantallas de sus computadoras, celulares o tablets.
Sin embargo, para el psiquiatra Rolando Pomalima, director ejecutivo del Departamento de Niños y Adolescentes del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, el uso excesivo de los espacios virtuales puede predisponer a ciertas conductas negativas: aislamiento, miedos, depresión, ansiedad, irritabilidad, baja tolerancia a la frustración y, en el peor de los casos, adicción. Hay que saber encontrar un equilibrio.
“El papel que cumplen los padres en la formación de sus hijos es fundamental para evitar estos trastornos. Ellos deben preocuparse por fomentar vínculos afectivos con sus niños desde sus primeros años de vida, para que se conviertan en adultos seguros, con una fuerte autoestima y responsables. Jamás una máquina podrá reemplazar el afecto y el cariño de un ser humano. Estos son indispensables para tener una buena personalidad”, recalca.
Pomalima precisa que los beneficios de la tecnología son innumerables: permite acceder a toda clase de información, desde distintas partes del mundo, fomenta valores y hasta habilidades. “Los problemas comienzan cuando los papás no ponen límites, descuidan sus obligaciones, emplean los dispositivos como un medio para mantener entretenidos a sus pequeños; y no se preocupan por fortalecer la comunicación en el hogar”, subraya.
CUIDADO CON LA DEPENDENCIAAunque no existen cifras oficiales en el sector Salud, se sabe que, en el último año, el número de adolescentes adictos a las redes sociales se ha incrementado en Lima. La patología afecta a jóvenes de ambos sexos por igual y la edad promedio en que se presenta varía entre los 12 y 15 años.
Si el menor sufre una dependencia leve, no necesitará una terapia muy larga; pero si la enfermedad es antigua, puede tardar años en superarla. Los padres de familia siempre deben observar el comportamiento de sus vástagos. Entre más pronto reciban atención especializada, más rápido superarán los problemas.
Según Pomalima, los varones se ‘enganchan’ a los juegos en línea; mientras que las chicas se vuelven dependientes de las redes sociales.