NIKITZA CANO SEMINARIO@Nikitzacs
Unos escogen ser abogados, médicos, periodistas. Jack Reimon eligió ser mago y mentalista. Él transita entre el mundo real y el mundo de lo imposible. Es ese su lugar preferido desde que tuvo uso de razón. Cada año, presenta el show “Increíble (mente)”.
A Reimon el deseo de ser mago se le quedó intacto desde pequeño. Su curiosidad y capacidad de asombro nunca se resquebrajó. Hoy, es capaz de pararse en un auditorio de 200 personas y, sin importar la edad, dejarlos asombrados. Las reglas de la física no caben en la misma habitación donde yace Raimon.
“Los poderes son humanos y esta es mi forma de usarlos. A los 4 descubrí que quería ser mago. Mis tías solían llevarme a sus fiestas cuando era pequeño, yo hacía el show. Mi mejor acto, a pesar de ser chico, era la levitación. Los años pasaron y con ellos las horas de vuelo: me convertí en mentalista. La persona que marcó mi camino fue mi abuelo materno: su imaginación sin fronteras hizo que el misterio que genera la magia llegara a mi vida”.
—¿Cómo así decidiste ser mago? A los 5 años, un mago llegó a mi cumpleaños e hizo un gesto con la mano y dijo “¿Pueden ver lo que tengo aquí?”. Luego dijo que era un pañuelo que solo los magos podían ver. Me levanté y le dije: “Yo lo veo”. Tenía la idea muy interiorizada. Mi afición siempre estaba en que lo que quería ver tenía que estar relacionado con la magia. Fotocopiaba textos en el colegio referentes al tema y esperaba con ansias las Navidades para ver si me regalaban algo de mago.
Foto: El Comercio/ Alessandro Currarino
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—¿Qué te animó a dar el paso al campo del mentalismo? La parte de la mente humana fue lo que más me interesó desde siempre. Me parece que es la parte más pura para hacer magia. No necesitas nada más que a la gente y a mí siempre me gustó trabajar con personas, por eso me especialicé en ello.
—¿Cuál es la diferencia entre mentalismo y magia? Digamos que hay dos mundos. El mundo de lo posible y el mundo de lo imposible. En el primero, nosotros caminamos. En el segundo, pasa de todo como desaparecer o cortar a una persona en dos. Pero hay un momento donde ambos espacios se extrapolan y ese pequeño lugar permite que se ubique el mentalismo.
—¿Se puede hablar de poderes psíquicos en lo que es el mentalismo? No. Son habilidades y técnicas de psicología, de teatro, de magia, para demostrar cosas que pensamos que son posibles. Creemos que es posible que alguien pueda adivinar los pensamientos a través del lenguaje corporal o que puede sugestionar hasta que pienses algo. Eso lo creemos pero no podemos hacerlo. Es posible pero a la vez inexplicable.
—Tienes talento...Yo no tengo un don o poder en especial. ¿Sabes? Me parece interesante porque no lo tuve y lo hice. Mi don es mi pasión. Creo que si cualquiera tuviese esas ganas y la motivación, podría desarrollar estas cosas.
—¿Qué es la magia para ti? Para mí, la magia es el signo de interrogación en la mente de la gente. Si tú generas eso: misterio, curiosidad, estás logrando magia. Yo no busco que duden, sino busco que digan: “Se puede pero no sé cómo”.
—¿Qué te hace ser un mentalista?Yo no quiero trabajar con palomas ni pañuelos, quiero trabajar con personas, y para ello tengo que conocer bien cómo van a pensar y actuar.
—¿Cómo haces para penetrar en los pensamientos del público? Tengo que ver cómo la persona piensa durante el acto, abrir la puerta correcta y guiarla hasta el cuarto donde le cierro la puerta y se pregunta: “¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué lo he seguido?”.
—Son pocos minutos de encuentro con el espectador. ¿Cómo percibes la mente humana? Creo que somos más parecidos de lo que pensamos. Somos introvertidos o extrovertidos, los matices que nos hacen diferentes no necesariamente cambiarán el cómo te portarás en un escenario frente un público. Además, la memoria es muy frágil, de eso nos valemos los mentalistas porque te inducimos a que reconstruyas una versión a partir de lo que te decimos.
—¿Cuánto tiempo te toma entrenarte? Me puedo tomar 45 minutos o años. Tengo trucos que hasta ahora no puedo probarlos. No es una cuestión de técnica porque eso lo aprendes rápido, es cuestión de lograr que el que te mira diga: “Ese es el mejor truco que he visto”.
—¿Cómo funciona un verdadero show de magia?Es como una montaña rusa: las subidas tienen que generar emociones fuertes.
—¿Cómo piensa un mago?Todo es posible. Nada es inconcebible. Piensa como un loco, conecta lo impensable… Algo así como el lomo saltado con el Titanic. Pensamos en el efecto que se quiere lograr y luego en la técnica. Tenemos claro que la magia no ocurre en las manos del mago, sino en la mente de la gente.
—¿Qué es lo que más te apasiona? Es la capacidad de transformar. Los participantes llegan con ciertos parámetros —como tratando de descubrir cómo lo logré o pensando “a mí no me va a engañar— y salen creyendo que lo imposible es posible.
—Sé que trabajas con las empresas...Sí, tengo una empresa de innovación Innomagic y enseño cómo el proceso creativo de la magia nos puede ayudar a llegar al público objetivo. Se trata de contagiar creatividad y arriesgar para innovar. Muy similar a lo que hago cuando subo a un escenario.
—¿Cuál crees que es la huella que dejas en cada presentación? Lo más bonito que te llevas es el misterio, porque este te empuja a la curiosidad y esta hace volar la imaginación a dimensiones lejanas. La magia es un misterio y es real. Lo dicen las emociones que se desprenden de algo que no puedes explicar.