Hay evidencia científica que sugiere que los perros son incapaces percibir la gama completa de colores que los humanos sí pueden. Desde hace casi un año, Miguel Ángel Rivera Carrizales vive de manera similar, aunque con una gran diferencia. Desde que ‘Nana’ se perdió, sus días, dice, son ahora en blanco y negro. Una tristeza y al mismo tiempo una esperanza que lleva a este hombre de 65 años a salir, religiosamente, cada noche a bordo de su bicicleta en búsqueda de su mascota extraviada.
El almanaque imaginario de Miguel Ángel está a punto de cambiar. Faltan algunos días para el 13 de julio, fecha en que se cumplirá un año desde que ‘Nana’ se perdió. Ese mismo día su foto de perfil de WhatsApp también cumplirá un aniversario. En ella aparecen dos fotografías de su mascota en un afiche que lleva como encabezado “Se busca”. Esta imagen no es ajena para los vecinos y transeúntes de los alrededores del hospital de Vitarte, es el mismo diseño que ha estado pegado en paredes y postes.
Pero, ¿Qué provoca que más de 330 días después de su desaparición Miguel Ángel aún mantenga la esperanza de encontrar a su mascota? El hombre cuenta que ‘Nana’ era parte de su familia, con seguridad su única familia en Lima, pues cuenta que vive solo desde hace 17 años. “Legué a Lima en el 2007, cuando tenía 48 años, desde entonces viví solo en un cuarto alquilado. Mis hermanos se quedaron en Pisco. Allá si tengo personas y amigos, pero en la capital ‘Nana’ era mi única compañera”, cuenta a El Comercio.
Compañera
El primer encuentro de Miguel Ángel y ‘Nana’ ocurrió en 2020. “Recogí a ‘Nana’ cuando tenía aproximadamente dos años, estaba en la calle abandonada y la adopté. Conmigo ha estado tres años, acompañándome, a mi lado, siendo mi compañera”, agrega el hombre.
Desde entonces han sido inseparables, tanto así que ‘Nana’ también lo acompañaba al trabajo. “Cada día iba conmigo al lugar donde trabajo. La llevaba en la canastilla y me esperaba mientras yo laboraba. Ella no caminaba mucho porque se cansaba, entonces también le compré un cochecito”, recuerda Miguel Ángel que se desempeña arreglando artefactos y dando mantenimientos a equipos en un local en Ate.
Aquel 13 de julio de 2023, la puerta del trabajo de Miguel Ángel se quedó abierta y en un descuido ‘Nana’ salió. “La buscamos rápidamente, por los lugares cercanos, pero no la encontramos. No sabemos si se la llevaron o qué pasó. Es difícil saber. Ella no camina mucho, es muy extraño”, dijo. Inmediatamente, con ayuda de amigos, empezó a llenar las calles cercanas de afiches.
Calle a calle, poste a poste, pegó el afiche en las zonas aledañas al Hospital de Vitarte, esperando que su celular sonara con una llamada que le de señales del paradero de su mascota. “Muchas veces me han dicho que hay una perrita parecida, he ido al lugar pero no era. Cada vez que había una llamada de este tipo se sentía la emoción y la esperanza de volver a verla”, agrega a este diario.
Noche a noche
En paralelo, noche a noche, el hombre sale diariamente a buscar a su mascota. Sobre su bicicleta pedalea cuadras, kilómetros haciendo rondas por los lugares en donde cree que ‘Nana’ podría estar. Con la foto de la perrita en la parte delantera, comenta que el distrito de Ate “ha sido peinado al detalle”. Incluso ha llegado hasta Huachipa y Santa Anita, comenta.
Cada noche, reflexiona, no es solo un recorrido. Sin proponérselo, Miguel Ángel profundiza en aquello que “la vida le regaló”. “Cuando salgo a buscar a ‘Nana’ creo firmemente que la voy a encontrar. Salgo con una esperanza única que renuevo cada día. A mí el destino me puso ese hermoso ser, me regaló la oportunidad de tenerla, de cuidarla y que ella me cuide”, indica.
Incluso, está “dispuesto a dar lo poco que tiene”. Como medida extrema Miguel Ángel ofrece una recompensa de 1.000 soles por información que permita dar con el paradero de su mascota.
“Tamaño medio, está enferma, no camina mucho. Color blanco con motas marrones. No tiene cola”. Así repite de memoria las señas de ‘Nana’, con la esperanza de que alguien levante la vista y le diga la vio hace poco o que le indique dónde encontrarla.
Ya en su casa, luego de su recorrido, Miguel Ángel mira el calendario y con un lapicero hace una marca en él. Es un día más sin ‘Nana’ o tal vez un día menos alejado de ella. Se ha prometido no cesar su búsqueda. Tal vez cuando lo haga vuelva a ver la vida a colores.
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