¿Cuánto se ha escrito sobre el papel que cumplieron las mujeres en la Independencia de América Latina? La escritora e investigadora Sara Beatriz Guardia editó hace poco el libro “Las mujeres en los procesos de Independencia de América Latina”, el cual recoge las ponencias del Primer Congreso Internacional sobre dicho tema realizado en 2013 con el auspicio de la Unesco.
La publicación, dividida en ocho capítulos, concluye con 10 propuestas que buscan poner en el debate público a la mujer como sujeto y agente histórico.
-¿Cuál fue la conclusión general a la que llegaron en el congreso sobre la mujer en los procesos de independencia?
Este congreso empezó con un simposio en 2009 para el cual se creó un grupo de trabajo a través del Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina (CEMHAL) que yo dirijo. Nos dimos cuenta que quedaron muchas preguntas sin responder. Entonces creamos la Comisión del Bicentenario Mujer Independencia en América Latina y formamos 14 grupos de estudio. Eso generó la convocatoria al Congreso. La declaración inicial que tiene el libro presenta varios puntos tras siete años de trabajo. El primero es que existe una resistencia desde 1492. Esta tuvo una participación importante de las mujeres, no solo en puestos de apoyo sino también de mando. El problema fue que esta participación fue invisibilizada totalmente. No existe hasta la insurrección de Túpac Amaru, donde Micaela Bastidas juega un papel importantísimo y hasta 1821 que es fusilada María Parado de Bellido.
-¿Quiénes ocultaron el papel de las mujeres en la historia?
Hubo una historia que reportaba lo que pasaba en el ámbito público. Historia de los tratados, de las guerras, de la vida pública y ahí actuaban los hombres. Entonces era lógico que aparezcan ellos. Pero luego la historia dio un giro. Un estudio muy importante a finales del veinte en Francia en torno a que esa no era la historia únicamente. También está el ámbito privado: cultura, sentimientos, familia y la mujer. Ahí se empieza a ver qué hacían las mujeres.
-Pasa lo mismo con la historia del Perú.
Así es. Hasta 1970 la historia de Perú era una historia absolutamente euro céntrica. A partir de los setentas hubo un giro y se va interesando la historia en los mestizos, en las etnias, en las historias diferentes. Ahí es donde empieza a surgir una mirada más integradora, más propia, sin excluir a las mujeres. Esto ha sido un proceso.
-Si se empezó un poco tarde a reconocer el papel de la mujer, entonces hubo muchas que quedaron fuera de los registros de la historia.
Claro y hemos presentado un trabajo de archivo, de buscar quiénes son estas mujeres. Otras, no obstante, fueron completamente invisibilizadas. No hay huellas. Tu pregunta es clara. ¿Cómo construimos una historia sin huellas? Por eso la historia de las mujeres es multidisciplinaria. Tú no solo puedes llegar a ellas a través de la historia. Se puede saber cómo fue fueron las mujeres en Caral no solo por la historia, sino por la arqueología de género. Puedes entrar también a través de la literatura, el dibujo, el arte. Todo eso va conformando un corpus de la historia más integral, más abarcadora y más real. La historia no solo son las guerras y los tratados públicos.
-¿Se puede hablar de un inicio de los estudios de género?
Hubo en los años veinte o treinta, sobre todo por ejemplo Rebeca Carrión que escribió “Las mujeres en el Imperio Incaico”, pero con pocas fuentes. Es a partir del año setenta, y acá quiero rescatar a dos personajes claves: Pablo Macera y María Rostworowski. Ellos son los primeros en realizar un seminario sobre historia de las mujeres en el Perú. Y el primer libro que se escribe de manera integral sobre este ámbito es el que hice en 1985 (“Mujeres peruanas, el otro lado de la historia”). La quinta edición fue publicada en 2013. Mira el interés por el tema que hubo cuatro ediciones previas agotadas. Es un estudio de largo aliento, agotador por momentos porque no encuentras los datos. Demoré cinco años para la primera edición de mi libro y varias veces pensé que no lo lograría.
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“Fuimos uno de los últimos países en permitirle votar a las mujeres por lo conservadora que fue nuestra clase dominante”, indica la investigadora a El Comercio.
-¿Es lo mismo hablar de la defensa del género de la mujer que del feminismo?
El feminismo surge como una lucha por reivindicaciones de derechos. Esto es diferente. Acá se está luchando por un derecho también pero principalmente por una visibilidad (de la mujer) en la historia.
-¿Por qué el Perú fue casi el último país en implantar el voto para la mujer?
Al analizar la historia del Perú no debe olvidarse que fuimos cabeza de un gran imperio y como tal hubo una masa de gente que dirige y de otros que aceptan. Acá estuvo la cabeza del virreinato. Antes de las reformas borbónicas que separan el virreinato de Nueva Granada con Colombia y el de La Plata con Argentina, el virreinato del Perú abarcaba casi toda América Latina. En Lima se dio la sede del virrey, la corte. Acá se dio el centro de lo más conservador. La Independencia no cambia esta situación. De hecho excluye de la ciudadanía a los indígenas y a las mujeres. Los primeros, para ser ciudadanos de esta naciente república, tenías que ser profesional, saber leer y escribir. Entonces, tienes una masa excluida muy fuerte y eso no cambió. Luego (ya en la república) hubo una serie de golpes militares. El Perú accedió a permitirles el voto a las mujeres en 1956 pero antes se dio una gran lucha de las mujeres. Fuimos uno de los últimos países en aceptarlo por lo conservadora que fue nuestra clase dominante.
-Micaela Bastidas aparece siempre en los libros de historia que recibimos en el colegio como un personaje importante pero siempre secundario con relación a su pareja. Ustedes intentan dejar de lado esta tesis y resaltar a esta mujer como icono del género.
Ella fue vista como la esposa y compañera de Túpac Amaru porque para los españoles, que fueron quienes escribieron esta historia al margen de los archivos, no era comprensible que una mujer comandara. Pero ya con la investigación que existe hoy se puede hablar de varias cosas comprobadas. Ella perteneció a la junta que dirigió la insurrección. Cuando Túpac Amaru parte con su ejército para levantar las poblaciones del sur hasta el Alto Perú, ¿quién queda al frente de Tungasuca? Ella da órdenes, firma edictos, condena. Asumió un papel absolutamente dirigencial porque lo era. Por eso es que corrió la misma suerte que los conductores de la insurrección. A ella se le aplica garrote y como no se le pudo estrangular por tener el cuello muy delgado, se le mató a patadas. Su sentencia no fue por ser “la esposa” sino por haber comandado parte del ejército.
-¿Cómo se verá el papel de la mujer en los próximos años?
Pienso que hay un cambio muy grande en la mentalidad tanto de los hombres como de las mujeres. Los hombres ya no quieren ni esperan una compañera silenciosa que no discuta, que no piense y se la pase encerrada. Las mujeres hoy quieren estudiar, tener una profesión. La sociedad ha cambiado. Es verdad que a pesar de esto, persiste un sistema perverso que focaliza a las mujeres como “desnudas” o “engañando”. Son esas las mujeres que salen en la televisión y no las que están estudiando, trabajando y cambiando el Perú. Algunos crees que eso es la liberación: salir, contar tu vida, tener una vida pública y no. La liberación de las mujeres tiene que ver con la dignidad, con el respeto a sí misma como persona. En lo que significa el derecho al trabajo, a la igualdad de oportunidades.
-Cuénteme sobre alguna mujer incluida en el libro que, a pesar de ser quizás poco conocida para muchos jóvenes, posee una historia fascinante que debemos conocer.
Cada una de las mujeres incluidas en el texto aporta cosas notables. En México, algunas que vienen desde la burguesía y chocan contra su historia y combaten al lado de los patriotas. En Argentina, mujeres como Juana Azurduy que fue reconocida como general del Ejército de Bolivia. Fue una mujer que combatió. Tuvo una vida muy novelesca. Se casó con el presidente Padilla y cuando este murió, ella asumió el mando. Una de esas mujeres que saltó la barrera. Pero más que singularizar a una mujer, singularizaría el coraje de ser tú mismo, de hacer lo que crees que debes hacer en la vida. Que nada te interrumpa, que nada te frene o disminuya.
-Usted también tiene su propia historia de perseverancia.
Encontré que había una relación muy grande entre las mujeres y los alimentos. Las mujeres están relacionadas con la tierra, que es la Pachamama. El hombre abre el surco, la mujer pone la semilla. La mujer es la que agarra la primera siembra, la que traerá la suerte a la primera papita. Entonces yo pensé ¿por qué no hacer una historia a través de un producto como la papa? Todos se reían cuando pensaban en historia de la papa. Así nació el libro “La flor morada de los andes”. Algunos creían que eso disminuiría como intelectual y no. Es un hermoso libro, se tradujo a tres idiomas y tuvo mención honrosa a Mejor Libro del Mundo. Hay que seguir nuestros sueños. Si tienes una idea en el alma y no se borra es por algo.