Thiago es un inquieto bebé que ya está aprendiendo a caminar y por esas cosas de la vida se ha visto obligado a dar sus primeros pasos en medio de asaltantes, traficantes y asesinos. Su madre, Miriam González es una de las internas del Penal de Mujeres de Chorrillos.
Él sonríe inconsciente de lo que pasa a su alrededor. El pequeño Thiago no solo pasará su primera Navidad en prisión, sino también su primer cumpleaños.
“Criar un niño aquí es muy difícil. El estrés del encierro les afecta a ellos también. Muchos bebes se acostumbran a esto y cuando cumplen tres años y deben irse, se vuelven huraños o incluso agresivos”, señala Angeline Torres Sulca, la delegada del pabellón de madres del penal. Ella fue sentenciada a cuatro años de prisión por robo agravado cuando tenía seis meses de gestación.
En total son 22 niños los que viven en el ex penal Santa Mónica. Ellos no solo reciben el cariño incondicional de cada una de las internas, sino también educación e estimulación temprana en la cuna que se ha implementado dentro del recinto penitenciario.
MADRES, ESPOSA E HIJASNo por el hecho de estar recluidas, estas mujeres dejan de ser madres, esposas e hijas. Un claro ejemplo es Liz Ochoa Fernández, detenida en medio de un laboratorio clandestino para la elaboración de drogas en Tingo María y sentenciada a quince años.
Su esposo fue asesinado por terroristas de Sendero Luminoso en los noventa y ella quedó a cargo de sus tres hijos. “La primera navidad fue la peor. Mi madre tenía cáncer y mis hijos estaban solos. No sabía si tenían qué comer o si estaban enfermos”, señala.
LIBERTAD EN VÍSPERA DE NAVIDADMaribeth Ávalos Nadera es una ciudadana filipina de 35 años y forma parte de las 31 extranjeras que viven en el penal. Fue detenida cuando intentaba sacar del país cocaína camuflada en una maleta. Por ese viaje le iban a pagar US$5 mil pero terminó siendo sentenciada a seis años.
En prisión dio a luz a su hija que hoy tiene tres años. Es también estando aquí que se enteró, el 24 de diciembre del año pasado, de la muerte de su madre a quien no veía hace más de 10 años.
Pero en una época como esta los milagros no pueden faltar. Hace dos días le dijeron que por buen comportamiento saldría libre. El 24 de diciembre fue el día escogido para que Maribeth por fin pueda retornar a las calles en busca de una nueva vida al lado de su hija.
“El mejor regalo para mí y para mi hija es mi libertad. Voy a ser todo para que el futuro de ella sea mejor que el mío“, señala Maribeth.
DIFÍCIL CARGOPero las internas no son las únicas madres del penal. Marthinet Avila Salinas, es la directora de este recinto y aunque no es madre biológicamente, como ella misma dice, tiene 674 hijas a las que debe cuidar y sobre todo educar para que no vuelvan a caer en el mismo lugar y para eso se han implementado una serie de talleres que van desde canto hasta elaboración de mesas y lámparas con material reciclado.
Como ya es su costumbre -desde hace tres años que asumió el cargo-, Marthinet pasará el día con las reclusas. La agenda incluye una misa en la capilla del penal y una cena de confraternidad en el patio de la institución. Luego de eso, ella debe regresar a casa al lado de su familia.
El panorama para las internas es distinto. Conforme se acerca la noche, ellas deben volver a sus pabellones con la esperanza de que, quizás el próximo año, puedan pasar Navidad del otro lado de las rejas.