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Vladimir Ignacio pasó el 2023 desempleado. Mientras sus ahorros se reducían mes a mes, algo dentro de su cabeza, dentro de su cuerpo, dice, lo consumía. “Cada día perdía algo de mí. Estaba irritable, perdí el apetito y con frecuencia sentía un sentimiento de culpa. Yo era el sostén de mi familia y de pronto era una carga para ellos”, comenta. Con 37 años, había caído en una profunda depresión, nadie en su casa lo había advertido. Él exteriorizaba poco y eso hacía más difícil diagnosticar su mal. Vladimir no lo dice, pero por su condición de varón, socialmente estaba impedido de pedir ayuda, hacer ello era mostrar debilidad.
Hay una realidad incuestionable y esa es que los problemas de salud mental y en concreto la depresión afectan más a las mujeres que a los hombres. Las cifras del Ministerio de Salud (Minsa) durante el 2023 así lo avalan. El año pasado se registraron 280.917 atenciones. El 75.5% (212,092) correspondió a mujeres, mientras que solo el 24.5% (68,825 casos) a varones.
“Existen una serie de condicionantes y factores de riesgo que provocan que las mujeres desarrollen con mayor prevalencia problemas de salud mental (...) Violencia de género, desventajas socioeconómicas, desigualdad de ingresos, en una gran cantidad de casos, el tiempo destinado al cuidado del hogar o incluso una visión propia y social de subordinación”, comenta a El Comercio el psicólogo Jorge Riveros. Estos denominados estresores actúan como catalizadores para desencadenar un episodio de depresión o una crisis.
Sin embargo, la diferencia de atenciones no termina siendo un reflejo de la realidad situacional, señala el especialista. Estos indicadores revelan también que los hombres buscan menos ayuda profesional. “¿Por qué los hombres cuidan menos su salud mental? es una buena interrogante. Las mujeres tiene una mayor capacidad de tomar conciencia de sus emociones, de lo que sienten. Existe toda una estructura social compuesta de estereotipos en el cual un hombre que expresa sus sentimientos o pide ayuda, es un tipo débil”, indica.
La terapeuta Nicole Rojas detalla que ese sufrimiento contenido, esa preocupación no desfogada es una bomba de tiempo que más pronto que tarde terminará explotando. “Seguir negando lo evidente (un sentimiento de depresión) o bloquear esas sensaciones, no es nada saludable. Terminan canalizando sus emociones hacia la ira y hacia la falta de autocontrol, con conductas peligrosas, violentas o destructivas para ellos mismos o para los demás”, indicó a El Comercio.
La perspectiva de género
Miguel Vallejos Flores, decano del Colegio de Psicólogos del Perú resalta que esa perspectiva de género en la cual un varón se siente impedido de pedir ayuda es fruto de estereotipos que se han construido a lo largo de la historia, conceptos que el machismo ha ido reforzando con los años.
“Los hombres reaccionan de manera muy distinta a la hora de enfrentarse a situaciones de fragilidad, pueden retraerse, aislarse, no hablarlo y eso puede desencadenar en episodios de agresividad y violencia o consumo de sustancias tóxica”, detalla Vallejos a El Comercio.
Según Riveros en el caso de los varones, muchas veces el diagnóstico se presenta en estadios avanzados luego de una crisis o un detonante, en un gran número de oportunidades cuando ya es urgente una hospitalización.
“A los hombres se les educa para no pedir ayuda y consecuentemente, acuden menos a consulta. Por este motivo, los padecimientos mentales leves y moderados son más detectados en ellas que en ellos. De la misma manera los diagnósticos graves son más frecuentes en varones”, aclara el psicólogo.
El Ministerio de Salud detalla que en el caso de los varones, el aislamiento, la tristeza intensa y la ideación suicida, son indicadores para hospitalización.
Sesgo en el diagnóstico
En el campo del comportamiento y la psicología el sesgo de género se ha desarrollado de manera paralela a los estudios académicos. Es tal su interiorización en los profesionales -y tan inconsciente-, que la propia Organización Mundial de la Salud emite con frecuencia recomendaciones para que “esas simplificaciones y procesamientos de información se basen en evidencia y no en estereotipos socioculturales”.
“Muchos profesionales aplican el sesgo de género a la hora de diagnosticar trastornos o dejar de diagnosticarlos, según mujer u hombre. Lo mismo ocurre con los niños, en casos como TDAH o autismo. Se asocia que un varón es más distraído o inquieto que una mujercita”, señala Rojas.
Sobre ese mismo espacio, por ejemplo, se estima que 1 de cada 160 niños en todo el mundo tiene un trastorno del espectro autista (TEA), según datos de la Organización Mundial de la Salud, pero existe una gran disparidad de género en los diagnósticos. “El sesgo de género condiciona la atención médica y retrasa diagnósticos”, señala Riveros.
“Es importante reconocer que la masculinidad tradicional puede ser restrictiva y no reflejar la diversidad de experiencias y emociones que los hombres pueden experimentar. La educación y la socialización de género deben promover la idea de que está bien para los hombres expresar una amplia gama de emociones y buscar apoyo cuando lo necesiten. Esto implica desafiar los estereotipos de género que dictan que los hombres deben ser fuertes y resistentes en todo momento. Eso mismo debe ser asumido también por los profesionales”, añade.
Dónde buscar ayuda
- Para mayor orientación en temas de salud mental puede llamar a la Línea gratuita 113, opción 5 disponible las 24 horas, los 7 días de la semana.
- También puede acercarse a cualquiera de los 276 Centros de Salud Mental Comunitaria (CSMC) a nivel nacional. Estos cuentan con personal especializado en adultos, niñas, niños y adolescentes. Puede conocer los CSMC más cercanos a su domicilio ingresando aquí.
- Además de los Centros de Salud Mental Comunitaria (CSMC), el Minsa tiene 49 Unidades de Hospitalización en Salud Mental y Adicciones en los hospitales generales, 94 Hogares Protegidos para la población con discapacidad psicosocial en abandono familiar y condición de calle.