El lunes 3 a la 1:14 p.m., cuando medio millón de limeños distribuidos en 20 distritos sufrían las perturbaciones laborales y caseras que acarreó el sorpresivo corte de energía eléctrica, la fatalidad habría rondado a una vivienda de Surquillo. Los familiares de una joven que sobrevive vía respirador artificial alertaron del supuesto grave riesgo de muerte cuando el servicio no era repuesto y tampoco había indicios de solución.
Desde Carabayllo, un hombre daba cuenta del peligro en la conservación de las medicinas que suministra a su esposa enferma y que debía mantener bajo continua refrigeración. El peligro ahí fue pasajero, pero lento. Voceros de Edelnor aseguraron que tras la alarma difundida en radio se comunicaron con el afectado y ya el servicio había vuelto a su vivienda.
En el 2010 una situación parecida causó el deceso de Juan Valencia Cornejo, quien también se mantenía con vida conectado a un equipo eléctrico. Ese año, en la madrugada del 22 de junio, el aparato dejó de funcionar luego de un apagón que afectó Los Olivos y San Martín de Porres. La batería del respirador se terminó y con ello la existencia de Juan Valencia. El papá del joven aseguró aquella vez que cuando llamó a Edelnor solo le informaron de las reparaciones en marcha pero no le dieron una solución en salvaguarda de su hijo. Representantes de la empresa precisaron, no obstante, que los familiares comunicaron la urgencia cuando ya estaba a punto de agotarse el oxígeno para el convaleciente.
Después del apagón del lunes, Edelnor informó a El Comercio que actualiza anualmente “un catastro de clientes sensibles” donde están incluidos hospitales, clínicas, postas médicas, organismos gubernamentales y todas las áreas del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez“, así como un listado de personas que permanecen con respirador artificial en casas. Otro registro, detalló la empresa, también contempla a locales que sí cuentan con generadores de energía y pueden autoabastecerse ante cualquier imprevisto.
Edelnor indicó que tiene a disposición un lote de 8 grupos electrógenos destinados a los pacientes en riesgo de vida y, “si este resultara insuficiente”, alquila los equipos necesarios para cubrir la demanda de emergencias a nivel domiciliario. La reserva de la distribuidora de energía eléctrica contiene además subestaciones móviles de mucho mayor tamaño y potencia cuando las fallas afectan con corte de fluido a locales grandes donde el servicio es sustancial, señalaron sus portavoces.
“Un hospital no podría quedar sin el servicio porque de inmediato proporcionamos energía de otras subestaciones en buen estado. Ello genera que otros sectores tengan que quedarse sin luz temporalemente”.
El área de influencia de Edelnor abarca a 52 distritos en el departamento de Lima, más otras cinco jurisdicciones que abastece de manera compartida con Luz del Sur. El corte del servicio ocurrido hace dos días se originó por fallas eléctricas en las subestaciones de transmisión (SET) Chavarría y Ventanilla, dos de las 30 SET que proveen de energía a la empresa distribuidora. La avería habría empezado después del lanzamiento de fuegos artificiales en la zona de Chavarría, al norte de Lima y con influencia sobre todo Los Olivos, parte de San Martín de Porres, de Independencia y de Comas. Esos distritos fueron los principales afectados con la suspensión del fluido el lunes último.
LUZ DEL SUR EN RESERVA
La empresa que distribuye energía eléctrica a más de 30 distritos en el Sur y Este de Lima opera bajo un sistema parecido al de Edelnor para casos de emergencia. Desde la Gerencia de Relaciones Corporativas se indicó a El Comercio que Luz del Sur tiene también una base de datos que actualiza “de manera permanente” con locales (hospitales o clínicas, por ejemplo), y personas (pacientes dependientes de respiradores artificiales) a proveer de grupos electrógenos prioritariamente en caso de apagones.
“Sabemos de alguien depende de un respirador de acuerdo con las comunicaciones que recibimos. Si después verificamos que, lamentablemente, alguno de esos pacientes falleció, lo retiramos de lista. Hay una tarea de actualización constante. Incluso, luego de que una persona llama a informar sobre un requerimiento de emergencia, lo constatamos con personal policial y así va quedando registrado”, detalló el subgerente, Hans Berger.
No obstante, el funcionario evitó referir cuántos grupos electrógenos tiene la distribuidora de energía para atender peligros de muerte, pues esto podría generar un torrente de falsas alarmas y una demanda que llegaría a ser muy grande. Lo que no posee Luz del Sur, anotó Berger, es una base de datos que incluya los lugares que sí disponen de grupos electrógenos y no deberían estar en lista de primeros beneficiados de producirse un corte de fluido.
“SOLO DEBEN SUPLIR”
El ingeniero especialista en Economía Energética, Aurelio Ochoa Alencastre, apuntó que los equipos de emergencia de Luz del Sur tienen que ser más con respecto a Edelnor, ya que la primera tiene un mayor campo de acción (Lima Sur y Este). El especialista explicó a este Diario que las reservas de ambas empresas representan solo un plan de contingencia mínimo y adecuado por cuanto cada hospital ya está obligado a contar con un grupo electrógeno ante eventuales cortes de energía.
“Se trata en sí de un sistema complementario de emergencias que sirve para suplir a los generadores de electricidad que se hayan malogrado o estén en mantenimiento en momentos que ocurre un apagón. Los usuarios que requieran de grupos electrógenos, deben adquirirlos de manera obligatoria, eso está dentro del código eléctrico. Las empresas distribuidoras deben actuar solo cuando haya que reemplazar los equipos que no funcionen y sean necesarios”.
Si bien el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin) supervisa que los planes de contingencia de las empresas distribuidoras de fluido eléctrico se cumplan, no ejerce fiscalización sobre el número de generadores de energía reservados para casos de extrema urgencia. Información recabada de la entidad de control indica que ello no está normado y tampoco la obligatoriedad de que las empresas distribuidoras cuenten con los equipos en cuestión.