Recorte de personal y presupuesto a la Diviac, discrepancias con la lista de generales que debían de pasar al retiro y denuncias de presunta corrupción en los ascensos. Estas son algunas de las razones que motivaron al exfiscal Avelino Guillén a presentar, el pasado viernes, su renuncia al cargo de ministro del Interior y que tiene como principal responsable al comandante general de la PNP, Javier Gallardo. Pero la gota que derramó el vaso fue el plan de este último de reorganizar, sin consultarle a nadie de su comando, a las cabezas de las direcciones más emblemáticas de la policía.
Esta crisis sin precedentes en el sector Interior tiene un visible derrotero. Y este se da cuando Gallardo, quien fue nombrado jefe de la Policía el 2 de setiembre por el presidente Pedro Castillo, cambia, el 23 de octubre, las reglas en la evaluación de los 196 oficiales que postulaban al grado de general. El ex número 2 de la policía, Javier Bueno, ha denunciado en el Congreso que Gallardo, sin ningún sustento técnico de por medio, aumentó a 50 puntos la entrevista personal ante la junta selectora que él mismo presidía.
Bueno, quien pidió su pase al retiro en noviembre pasado, señaló que la intención del comandante general era tener control absoluto de los puntajes. Cinco días después de este cambio, los coroneles Manuel Rivera López y Nicasio Zapata Suclupe se reunían en Palacio de Gobierno con el exsecretario Bruno Pacheco y el entonces ministro de Defensa, Walter Ayala. Ese día también iría Gallardo, pero para visitar al presidente en su despacho.
—Primer conflicto—
Los ascensos se publicaron el 20 de noviembre. El entonces ministro Guillén, quien tenía poco más de dos semanas en el cargo, prefirió no intervenir en ellos. Así lo señaló ante la Comisión de Defensa del Congreso. Tres semanas después, tendría su primer enfrentamiento con el comandante general.
Gallardo le había presentado una lista de generales que, a su criterio, debían pasar al retiro. Entre ellos estaban Vicente Tiburcio (Dirincri), Óscar Arriola (Dircote) y Miguel Lostaunau (Escuela Nacional de Formación Policial). Guillén se la rechazó y a los pocos días el jefe de la Policía volvió con una nueva relación sin mayores modificaciones. El ministro lo tomó como una clara muestra de provocación.
El 29 de diciembre, Guillén y el mandatario firmaron las 18 resoluciones de pases al retiro. No estaba ninguno de los generales que el ministro había objetado.
—Decisión final—
Tocaba ahora ubicar a los generales en sus nuevos puestos de trabajo para el 2022. Fuentes en el sector Interior señalan que para evitar que se repitiera la historia con las invitaciones para pasar al retiro, le pidieron a Gallardo que presentara una propuesta consensuada con su comando.
Sin embargo, esto no ocurrió. El jefe de la policía presentó una nómina en la que mandaba, por ejemplo, a Jorge Angulo, jefe de la Región Lima, a la Dirección de Turismo; a Arriola a Investigaciones de la Inspectoría; a Lostaunau a Orden y Seguridad; y a Tiburcio al Estado Mayor. También proponía remover al jefe de la Dirandro, Raúl del Castillo, y en su lugar colocar a su colega Luis Reátegui (Diroes). De igual modo, el comandante general pide colocar al general Juan Olivera García al frente de la Región Lima. Este oficial fue uno de los policías vinculados a la red Orellana en el 2014.
En cambio, Gallardo busca ubicar a Zapata como jefe de Lavado de Activos, y a Rivera al frente de la Dirección de Inteligencia. El ministro le devolvió su propuesta.
En ese interín, se supo que, el 30 de diciembre, el comandante general había retirado a 40 oficiales de la Diviac que tenían a su cargo investigaciones sensibles y le había reducido el presupuesto a esa división. El hecho provocó un nuevo enfrentamiento entre el ministro y el jefe de la PNP.
En esos días, Gallardo presentó otra lista con los nuevos puestos de los generales. Volvió a no hacerle caso al ministro. Movió a Zapata a la Dirección Anticorrupción y mandó a Segundo Mejía, natural de Chota, a Lavado de Activos. El 14 de enero, Guillén le dijo al presidente que era imposible seguir trabajando con el comandante general y le pidió que lo diera de baja. Castillo le aseguró que en los siguientes días tomaría una decisión (algo que nunca pasó).
El viernes último, Bueno se presentó en el Congreso y denunció que en los ascensos hubo una injerencia de Palacio y que manejaba la versión de que se habrían dado pagos. La mañana de ese día, Guillén presentó su renuncia ante el silencio del presidente.
Este Diario se comunicó con el comandante general, quien evitó comentar sobre la renuncia del ministro.