Caminar por las calles de la capital implica muchas veces arriesgar la vida. El año pasado, según el INEI, se reportaron casi 8.300 embestidas de autos contra peatones. Es decir, cada día fueron atropelladas, en promedio, unas 22 personas. Asimismo, entre enero y mayo de este año, 3.415 personas fueron arrolladas. Estas cifras tienen correlación con la sensación de peligro de los ciudadanos cuando se movilizan a pie, de acuerdo con la última encuesta del observatorio Lima Cómo Vamos. El 55,2% consideró que el tránsito en Lima es inseguro para los peatones. El 38,6% dijo que no era seguro ni inseguro y solo el 6,1% opinó que era seguro transitar por las calles.
Mariana Alegre, urbanista y directora ejecutiva de Lima Cómo Vamos, señala que en la ciudad debería haber mayor protección para los peatones, no solo por su vulnerabilidad ante los coches, sino porque muchos desplazamientos cotidianos se hacen a pie. La encuesta, dada a conocer hace unos días, revela que la caminata es el modo principal por el cual se movilizan las personas cuando hacen compras para el hogar, acompañan a alguien, salen a divertirse o recogen a los niños de la escuela. Además, el 12% señaló que para ir a trabajar o estudiar, principalmente, se traslada a pie. Este modo, incluso, es más utilizado que el automóvil, mototaxi, el metro de Lima y el Metropolitano.
“Aunque los limeños caminan mucho, el ancho de las veredas es tan pequeño en algunos sectores que no se puede avanzar en grupo. Deberían ampliarse porque, a veces, te expones a caer a la pista. En las aceras es común encontrar obstáculos, postes y huecos”, señala Alegre.
—Cambio de prioridades—Los encuestados también mencionan que la infraestructura vial para desplazarse a pie es insuficiente. El 52,2% dijo que está insatisfecho con las veredas y espacios para la circulación de peatones y, en otro rubro, el 63,9% señaló que no está conforme con el respeto y cuidado de la seguridad que reciben cuando caminan.
Alexandra Ames, especialista en políticas públicas y vocera de la asociación Cruzada Vial, dice que deben replantearse los paradigmas al momento de ejecutar obras viales, ya que se sigue priorizando los automóviles antes que a las personas. “Hay que asegurar la fluidez y comodidad de los peatones. Hoy se siguen ampliando carriles y se reduce el espacio público, pese a que estas medidas no solucionan la congestión”, explica.
En los últimos meses, el ensanchamiento de vías en las avenidas Javier Prado y Benavides generó críticas de especialistas y vecinos debido a la disminución de áreas verdes y zonas para caminar. Incluso, durante la ejecución de estas obras de la Municipalidad de Lima en algunos tramos se retiraron o bloquearon rampas de acceso para personas con discapacidad.
Ames añade que se debe implementar infraestructura que facilite la conectividad con las estaciones del Metropolitano y el metro. Hoy, precisa, los ingresos y salidas de los terminales de estos servicios no siempre son seguros para los peatones.
“Hay estaciones instaladas en medio de una avenida, como si fuera una isla de cemento rodeada de pista. Los pasajeros pasan muchas dificultades para cruzar y recién utilizar el servicio”, dice la especialista.
—Contradicciones—A pesar de estos problemas, las propuestas de los encuestados para mejorar el transporte y movilidad en la ciudad van por otra línea. El 41,6% dijo, en una pregunta de respuesta múltiple, que el aumento y mejoramiento de autopistas sería la medida que más los beneficiaría como ciudadanos. El 32,7% consideró que sería más favorable para ellos construir carriles exclusivos para el transporte público. El 26% pidió aumentar el número de buses, mientras que el 23,1% solicitó priorizar la ampliación del metro de Lima. Recién en el séptimo lugar de la lista, con 22,4% de las preferencias, se consideró que la medida más adecuada sería incrementar y mejorar las veredas y espacios públicos.
Mariana Alegre, de Lima Cómo Vamos, indica que esta disociación se debe a que las personas no se reconocen como peatones y por ello sus problemas permanecen invisibilizados. Si más personas optaran por la caminata y la bicicleta, explica la urbanista, se aliviaría el flujo de viajes y los sistemas de transporte masivos estarían menos saturados y funcionarían mejor.