En Lima, las mafias no perdonan. No les tiembla la mano al momento de cobrar venganza o callar a alguien. Sus sicarios ajustan cuentan sin reparos; ejecutan los asesinatos en avenidas muy transitadas, enfrente de testigos, con la confianza de que son pocas las posibilidades de ser atrapados.
En todos estos horrendos crímenes, los sujetos se aproximan a su víctima bajo el factor sorpresa. Por lo general, la persona que está en la mira no tiene tiempo de reaccionar. Los delincuentes descargan sus armas, se aseguran de no fallar y escapan.
Así ocurrió el último martes en San Juan de Lurigancho. En menos de dos horas, dos personas fueron ejecutadas en lugares y circunstancias distintas. El primer ataque fue cerca del mediodía. Mayta Rivas se encontraba en un taller mecánico ubicado en la esquina de los jirones Los Zafiros y Mármol, en la urbanización La Huayrona. Hasta ahí llegaron dos hombres en motocicleta; uno de ellos avanzó directamente hacia Rivas y jaló el gatillo siete veces. Todo quedó grabado en una cámara de seguridad.
Minutos después, una persona de 30 años fue asesinada con, aproximadamente, 25 disparos. El crimen sucedió también frente a un taller de mecánica, en la cuadra 34 de la avenida Próceres de la Independencia, zona de Canto Rey. En este caso, los sujetos escaparon en un auto con lunas polarizadas.
Según la policía, Rivas –el primer asesinado– tendría algún tipo de nexo delictivo y eso les costó la vida. Se habría dedicado a las extorsiones y tráfico de terrenos como sus hermanos, quienes en el 2015 fueron detenidos con explosivos, armas de fuego, municiones y un cuaderno en el que registraban los montos cobrados a sus víctimas.
Horas después de estos crímenes, ocurrió otro, pero esta vez en Puente Piedra. La víctima fue una mujer con cuatro meses de gestión. Un sicario le disparó cinco veces cuando ella llamaba a pasajeros para un bus en un paradero del kilómetro 23 de la Panamericana Norte, en el cruce con la avenida Central, frente a un mercado informal de venta de frutas. Con su muerte se cerró un día violento en la capital.
Los asesinatos por encargo están a la orden del día. Lo del último martes no se trata de una mortal coincidencia, más bien es la confirmación de que Lima está escalando en su grado de violencia criminal de la que no se salvan ni siquiera los miembros de las Fuerzas Armadas.
El último domingo, pasadas las 6 a.m., un miembro de la Marina de Guerra del Perú (MGP), identificado como Alejandro Cárdenas Campos, fue asesinado en la Urbanización Albino Herrera, en el Callao. El militar había estacionado su auto en la casa de su familia cuando sicarios a bordo de una moto lineal se le acercaron y le dispararon en tres ocasiones. Varios testigos escucharon los disparos y los gritos de los familiares del marino. “Lo mataron, lo mataron”, se escuchó en la calle.
Cuatro días antes de la muerte de este marino, un joven barrista de Universitario de Deportes fue ultimado de un disparo en la cabeza. El crimen de Enmanuel Guerrero Romero (22) sucedió en la manzana H, lote 24, altura del paradero Casa Blanca, en San Juan de Lurigancho. Según el relato de testigos, un auto se le aproximó y desde dentro un sujeto descargó su arma. La muerte fue en el acto.
–Todos los días–
Los asesinatos por encargo son cosa de todos los días. En algún punto de la ciudad, alguien es asesinado sin piedad. Según un recuento hecho por El Comercio, al menos 11 personas han sido asesinadas por sicarios este mes en Lima Metropolitana. Las muertes ocurrieron en los distritos de San Juan de Lurigancho (4), Comas (3), Chorrillos (1), Ate (1), Puente Piedra (1) y Santa Rosa (1).
En el Callao, los sicarios han cometido en el último mes al menos nueve asesinatos y en otros ataques hirieron gravemente a seis personas (no se pudo confirmar el estado de salud de estas). Entre los baleados figuran una mujer embarazada y varios menores de edad.
De los 20 asesinatos cometidos por sicarios este mes, que llegaron a la prensa, al menos siete ocurrieron la última semana. Uno por día en promedio.
Según el registro de la Dirección de Homicidios de la Dirincri, de la policía, hasta mayo lo sicarios habían cometido en la capital 114 asesinatos. En su momento, el jefe de esta dependencia, el coronel PNP Víctor Revoredo, detalló que los distritos con más crímenes de este tipo son San Juan de Lurigancho, Comas y Carabayllo, sin incluir el caso particular del Callao.
En una entrevista anterior, el oficial explicó que la mayoría de estos crímenes tiene como móvil la venganza o ataques entre organizaciones criminales que se disputan el control de ciertos territorios de la ciudad donde cometen delitos de extorsión (de viviendas, negocios, empresas, obras públicas), invasión de terrenos y tráfico ilícito de drogas.
“Son psicópatas y tienen desprecio por la vida” [Entrevista]
El psicólogo forense Elmer Salas habló con El Comercio para explicar el perfil psicológico de estos sujetos que cometen estos crímenes. Él labora en el Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público y fue decano del Colegio de Psicólogos de Lima y Callao.
¿Cuál es el perfil psicológico de un sicario?
Son psicópatas, tienen desprecio por la vida y se han deshumanizado. No presentan sentimientos de culpa, porque consideran que lo que hacen es su trabajo. Sus afectos están alterados, así que son personas muy peligrosas.
¿Cuáles son las causas de esta conducta psicópata?
El 95% de los casos es el resultado de su relación con la familia y la sociedad. Generalmente, vienen de familias desintegradas, de padres con problemas de alcohol o drogas, y vivieron en un entorno con conductas delictivas. No tienen seguridad emocional y desde muy pequeños desacatan a la autoridad de los padres y de sus profesores en la escuela.
¿Estas personas pueden recibir un tratamiento y regenerarse?
Su perfil psicológico no va a cambiar, no van a dejar de ser psicópatas; sin embargo, a medida que pasan los años, al envejecer, suelen dejar de involucrarse en hechos de esta naturaleza.