Criticado por su falta de estrategias, el ministro del Interior, Daniel Urresti, finalmente reveló una suerte de plan para reducir los altos niveles de inseguridad que afrontamos. Por más básico que sea, es un programa con un objetivo definido: combatir a la delincuencia común. ¿Tiene posibilidades de éxito?
Analicémoslo a la luz de otro modelo de lucha contra el crimen hecho para Lima en el 2002 y cuyo esquema ya había probado su eficacia en Estados Unidos: el plan Bratton.
Urresti ha dicho que los agentes de la nueva unidad que está impulsando – Terna– se enfrentarán a carteristas , ladrones callejeros y microcomercializadores de drogas. Es decir, al delito más frecuente de nuestro país: la victimización directa.
Según Naciones Unidas, el Perú cuenta –junto con Ecuador– con una victimización directa del 28%, la más alta de América Latina. Esta incidencia considerable de la delincuencia menuda, dicen los expertos, es la que genera la alta percepción de inseguridad que tenemos.
El ministro afirma que Terna trabaja por equipos, con un líder experimentado y cinco policías que aprenden, en la práctica, de él. Es decir, es un modelo pedagógico práctico, basado en la transmisión de conocimientos “en la cancha”, si vale la metáfora futbolística.
Por ese motivo los agentes no requieren tener estudios superiores, ni ser profesionales, sostiene Urresti. Los conocimientos teóricos o intelectuales no son apreciados como necesarios en este caso.
El plan Bratton para Lima, elaborado por el ex jefe de la policía de Nueva York y Los Ángeles, William Bratton, por encargo del entonces alcalde Alberto Andrade, por el contrario, se centra en el análisis inteligente de los movimientos criminales, y en la coordinación de profesionales de varios sectores, antes que empoderar a guardianes empíricos.
El informe “Plan de acción para la ciudad de Lima” privilegia por ello dos aspectos: 1). Devolver la confianza a las instituciones (policía, jueces) combatiendo la impunidad y creando mecanismos amigables para la denuncia del ciudadano. 2). Establecer comités de coordinación municipal entre el alcalde, la policía, los fiscales y los vecinos para que, semanalmente, analicen los movimientos criminales con el fin de trazar estrategias conjuntas.
Afrontar el crimen no se asienta en la confrontación callejera, sino en la estimación de golpes inteligentes sobre la base del estudio de los hechos y de las modalidades criminales más recurrentes.
Bratton prioriza la administración de un sistema de datos denominado “estadística comparada”. El estudio del comportamiento ilegal también fue central en la propuesta a Lima.
La desprofesionalización de la policía no es pues la mejor solución. Por el contrario, lo mejor sería usar los recursos de forma inteligente, y reorganizarlos alrededor de las comunas. Centrando la lucha en la razón y no en la fuerza. Y en un policía de respeto, vale decir.