En un pequeño taller de soldadura entre las avenidas Manuel Prado y Túpac Amaru, reside una criatura prehistórica que es la sensación del distrito de Carabayllo. Dinobot, como lo llaman sus creadores, es un velocirraptor mecánico de aproximadamente cinco metros de largo por dos de alto. Su verde estructura, hecha de metal y cubierta cuidadosamente con látex líquido, contrasta enormemente con las pardas llanuras de su entorno.
El artista que lo diseñó es Braulio Ramos, de 27 años, un escultor y soldador autodidacta que, pese a nunca haber tenido una educación superior formal, se las ha ingeniado para desarrollarse en el oficio de la escultura y para fabricar, con la ayuda de un grupo de jóvenes, un reptil mecánico a escala que es capaz de realizar movimientos con la ayuda de un motor en su armazón.
Para su creador, esta pieza representa, entre muchas cosas, la voluntad de desafiar las limitaciones que lo rodearon cuando era más joven.
“Siempre quise estudiar arte o ingeniería mecatrónica, pero nunca lo pude hacer por falta de recursos. Por eso, haber construido este diseño significa una suerte de graduación para mí”, contó el inventor, mientras mostraba con orgullo los movimientos autónomos que posee su creación.
El sueño de una Lima verde
Braulio tiene un sueño: quiere construir un enorme parque de diversiones, al mismo estilo de Disney World, donde sus creaciones puedan ser disfrutadas por todos los limeños.
Su meta, utópica para algunos, la considera alcanzable en tanto la gente entienda la importancia de conquistar la imaginación. “El objetivo siempre fue generar una impresión en la imaginación de la gente y creo que lo estamos logrando poco a poco”, señaló con confianza. Dinobot es un sueño de la infancia hecho realidad. “Escogimos hacer un dinosaurio no solo por el reto que fue captar sus movimientos, sino también por lo que significó para mí cuando era niño; era mi juguete favorito”, afirmó.
Gracias a la confianza que le da su fe en Dios, este artista siente que es el momento en su vida de atreverse a hacer nuevas cosas. “Me siento bendecido porque cada vez a la gente le gusta más nuestro trabajo”. Sin embargo, es consciente de que deberá trabajar arduamente para alcanzar las metas que se ha trazado. Tiene fe en que lo logrará.