Son una nueva forma de comunicación. Productos de la era digital en la que vivimos. Buscan provocar risas, sorpresa, admiración, burla; aunque también mostrar indignación o fomentar actos de solidaridad. No siempre tienen un mensaje profundo, que solucione problemas; sin embargo, pueden ser un medio para transmitir diversas opiniones y comprender el sentir de multitudes.
Un viral puede ser un video, una foto, una imagen con texto o una noticia difundida en Internet que genera un impacto entre los usuarios, debido a que su contenido es altamente susceptible de ser compartido. Supera las barreras geográficas y, aunque los expertos no se ponen de acuerdo sobre cuántas veces debe difundirse para ser considerado como tal, se propaga globalmente apoyado por la tecnología.
El ejemplo más claro es el Ice Bucket Challenge. Este viral, que consiste en echarse una cubeta de agua con hielo, ya cuenta con más de 1,2 millones de videos en Internet. Aunque su objetivo sería apoyar la investigación de la esclerosis lateral amiotrófica, varios cibernautas denunciaron que se trataba de una exacerbación del afán de figuración.
El fenómeno de los virales cada vez es más popular entre los peruanos, especialmente entre los limeños de entre 18 y 24 años, porque conocen mejor la tecnología y pasan más tiempo conectados a Internet y a las redes sociales a través de computadoras y teléfonos móviles.
Ángel Pérez Martínez, coordinador del Ciclo de Humanidades Digitales del Centro de Investigación de la Universidad Pacífico (CIUP), señala que estos contenidos tienen una gran aceptación entre las nuevas generaciones porque son una innovación del mensaje. “El joven no solo se expresa mediante un discurso escrito o hablado, lo hace también compartiendo videos, imágenes, música o emoticones”, indica.
En palabras del especialista del CIUP, es un discurso compartido que permite a un grupo social mantenerse en sintonía generando preguntas o proponiendo asuntos interesantes o llamativos para sus integrantes. “Nos encontramos quizá con un tipo de mensaje participativo desde la perspectiva popular. Pero también, en cierta forma, con una crítica al mensaje ideal que propone el cine o la publicidad”, refiere.
En muchos casos, la persona sube la información sin la intención de que se convierta en viral; lo hace más para ganar popularidad o tener algún tipo de notoriedad entre sus amigos y familiares. Utiliza plataformas digitales porque son gratuitas, o tienen un bajo costo, y ofrecen respuestas inmediatas; a diferencia de los canales tradicionales de publicación como la televisión, los periódicos o las revistas, que no solo representan una fuerte inversión económica, sino también implican un tiempo de espera para saber si el contenido obtiene los resultados esperados. Los virales son, así, una especie de grafiti digital y dinámico.
Pérez subraya que, si bien la tendencia es que la información llame la atención, un gran número plantea preguntas interesantes o se burla del statu quo. Además, guardan relación con los fenómenos actuales de indignación social frente a la corrupción política y empresarial. No obstante, también son un escape diario para olvidarse de los problemas cotidianos, debido a su originalidad.
Para el consultor en comunicación y márketing digital y profesor del Instituto San Ignacio de Loyola (ISIL), Javier Vargas, no existe una fórmula mágica para hacer un viral; sin embargo, ciertas características pueden ayudar a que un contenido sea visto y compartido por millones. Por ejemplo, si es un video, debe ser breve (no más de 3 minutos) y captar la atención desde los primeros 30 segundos. En cambio, si es una imagen con texto, el mensaje debe emplear la menor cantidad de palabras posible. El factor sorpresa es determinante para ganar popularidad en las redes.
Javier Aburto, director creativo digital de la agencia de servicios digitales Phantansia, afirma que los virales transmiten cultura porque son una manifestación de expresión de las personas y la sociedad.
Otros detalles interesantes de los virales caseros es que casi no tienen ningún tipo de producción y los más difundidos son aquellos protagonizados por animales y niños. A la gente le encanta ver las pericias y gracias que pueden realizar.
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CONSECUENCIAS LEGALES
Sanción a las bromas: Si a usted le gusta hacer bromas y luego colgar el video en las redes sociales es mejor que se quite este hábito. El abogado Erick Iriarte, especialista en delitos informáticos, señala que el afectado puede demandarlo penal y civilmente.
Pago de indemnizaciones: No solo corre el riesgo de perder su libertad; sino de pagar una indemnización por dañar la imagen de una persona. “Lo que empieza como una broma, puede convertirse en un gran problema”, recalca.
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