Lo primero que uno ve desde el estudio de Augusta Sarria en Miraflores (Lima, 1953), si uno se asoma por las ventanas, es una casa. El observador que anda por la calle no nota nada fuera de lo usual; es desde una altura elevada donde se aprecia una puerta casi flotante en el segundo piso, que no tiene nada en el suelo; una tabla que hace las veces de puente de una cornisa a otra, endeble; los fierros pelados de lo que debería ser una columna que no sostiene nada; en el tercer piso un tendedero tímido, apenas con unos trapos que protegen muros tarrajeados; en el cuarto piso, un inexplicable cementerio de andamios.
Esta vivienda que desafía constantemente al que la mira también sorprendió a la pintora. “Es impresionante, yo la miro todas las veces que vengo a trabajar, me quedo un rato observando esta deconstrucción de lo que es una casa”, cuenta la artista. Podría decirse que la casa en cuestión es un conjunto de elementos aleatorios que revelan algo a la persona dispuesta a encontrarlo. No es distinta a la propuesta de la pintora, que, en su más reciente muestra individual, trabaja con lienzos y óleos, pero también con papeles de diferentes tipos que, trozados, dispone sobre el espacio de trabajo en plan collage. Luego los cubre por completo del color negro. Solo entonces sigue la otra parte del trabajo: redescubrir lo que hay detrás.
“Luego lo rasgo. Y en ese rasgar empiezo a ver a los personajes, que comienzan a aparecer y comienzan a decirme ‘oye, acá estoy’”, cuenta la artista, quien ha trabajado toda su vida con el papel. “Los papeles me fascinan, me encanta la textura, sus tonos. Pero los he trabajado de otra manera”, asegura y revela que en los años 80 ya trabajaba con papel. Muestra incluso una obra de esa época que, si bien distinta a su propuesta del 2024, tiene elementos en común.
“En este momento a mí lo que me interesa es que el espectador sea parte de mi propuesta. Que esa persona que mira mi trabajo sea el que complete mi obra. No yo. Yo no le voy a dar ninguna indicación por dónde tiene que caminar para entender mi trabajo. Que el espectador se acerque sin planteamientos, que sienta mi trabajo y se divierta con él”, contó Sarria a El Comercio, a solo unos días de inaugurar “Circo de vida”, su octava muestra individual.
En 1983 ella, quien estudió arte en la PUCP, trabajó ampliamente con claroscuros, técnica que la llevó a exponer en Barcelona, España. Esa fue su primera exposición, que impactó para siempre el resto de su carrera. Tras unas exposiciones más, en los años 90 pasó a enseñar arte a escolares y a mediados de la última década tuvo un segundo comienzo en el arte. Desde entonces no ha parado.
“Circo de vida”, de augusta Sarria Larco. Del 7 de marzo al 7 de abril en la Galería de Artes Visuales de la Universidad Ricardo Palma. Avenida Arequipa 5198, Miraflores, Lima.
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