Donde algunas personas solo ven casas, Martín Dulanto ve algo más. Arquitecto egresado por la UPC, ganador del segundo puesto de la Bienal de Arquitectura joven (2013), segundo lugar del Premio San Lorenzo Bialima (2021), entre otros reconocimientos; él tiene una visión del trabajo que se superpone con el arte, que fue su primera pasión. Es al decantarse por su profesión actual que relaciona la técnica, aquello necesario para crear sus casas, con la sensibilidad artística. “Siempre había escuchado que vivir del arte en un país latinoamericano y sin mayores contactos podía ser una empresa ligeramente compleja. Entonces yo quería tener cierta tranquilidad económica y pensé que la podía encontrar de alguna manera con la arquitectura”, contó a El Comercio en entrevista.
Ya sumergido en la arquitectura como forma de expresión artística, Dulanto trabaja con la sencillez como uno de sus pilares. No se trata de hacer las cosas simples como una forma de ejercer el mínimo esfuerzo; todo lo contrario. Detrás de cada elección suya hay una lógica, un análisis para justificar aquello que es escueto y cómo se relaciona con el entorno, porque si hay algo que él siempre tiene en cuenta es qué cosas rodean las casas que diseña. ¿Le encargan levantar algo en el desierto? Él irá personalmente al lugar, incluso sin el cliente, para ver el terreno y mirarlo sin prejuicios.
Eso es lo que pasó con la casa Manire, ubicada en Quispicanchi, en la selva de Cusco. El diseño tiene partes que la hacen única, como el que esté ubicada sobre una plataforma que la acerca al diseño de las viviendas tradicionales japonesas, además de un techo muy empinado y negro, que la mimetizará con la noche. Creada junto a los arquitectos Mariana Otero y Yerko Zlatar (Puna Estudio), el conjunto destaca por su uso de la madera, que viene del lugar, y por estar cerca a elementos naturales como un río y un árbol cuyo tronco es más complejo que la casa en sí.
“Este árbol es lo que hace especial la casa. Cuando tú estás en la sala, en la cocina, como que te conectas con el árbol de una manera increíble. El árbol visto en su totalidad desde el interior se convierte en una suerte de cuadro natural gigantesco. (…) Todo fue seleccionado pensando en esta humildad y respeto por el entorno maravilloso donde está ese proyecto; debe ser uno de los terrenos más especiales donde he diseñado”, cuenta el arquitecto, quien ha pernoctado en su propia creación e incluso pasó un tiempo allí con su hija. Es un entorno austero, pero visto de una manera positiva. Porque a veces, como en este caso, menos es más.
La casa Manire está disponible para alquiler en la plataforma AirBNB.
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